La democracia está en crisis. No es una exageración ni una premisa alarmista a la ligera; lo dicen los datos.
Una reciente encuesta ya nos advierte que uno de cada cuatro jóvenes españoles menores de 26 años considera que, "en algunas circunstancias", el autoritarismo puede ser preferible a la democracia, y eso es algo que nos debe alarmar.
Sobre todo, en tiempos como los actuales en los que las mentiras se camuflan entre las verdades y corren como la pólvora; en los que los ánimos se caldean cada vez más rápido si se trata de rebatir ideales enfrentados y formas opuestas de ver la vida y, en especial, en tiempos en los que tardamos más en prepararnos un café que en pedirle a ChatGPT que nos prepare un texto sobre cualquier tema que se nos ocurra.
Por otro lado, factores como los conflictos armados y la progresiva debilidad del sistema de organizaciones internacionales —cada vez más limitadas por las tensiones geopolíticas mundiales, en cuyos foros pesan más los intereses específicos de nuevos actores tecnológicos, económicos y comerciales que las políticas públicas inclusivas y de calidad que procuren el bienestar social— complican la consolidación de la democracia, que se enfrenta a una creciente desconexión con las expectativas de la ciudadanía.
En este contexto, la frustración y la desconfianza son inevitables.
Ante esta realidad de desafección, con la vertiginosa inmediatez que impera en nuestra sociedad global e interconectada, el riesgo de estar en la antesala de un caos tan imparable como una bola de nieve, es cada vez más real.
Por ello es necesario pararse por un momento, apartarse del ritmo frenético que nos absorbe y preguntarse: ¿qué podemos hacer para recuperar la confianza en la democracia? ¿Cómo podemos contribuir a una mejor convivencia democrática en nuestra sociedad? Y más aún: ¿qué papel tiene Iberoamérica —región caracterizada por su diversidad cultural, lingüística y política— en la defensa y promoción de la democracia?

Ilustración OEI
Bajo la premisa de que en la pluralidad de ideas y el diálogo continuo podemos generar ya no grandes e inequívocas soluciones, pero sí, al menos, grandes reflexiones y propuestas sugerentes.
Por eso, con este espíritu, nos hemos puesto a la tarea de reunir a pensadores y autoridades en la materia de ambos lados del Atlántico para que, en un espacio digital en el que fluyan las ideas y los argumentos, juntos deliberemos sobre cuáles son los derroteros que tendremos que seguir para intentar reconducir la trayectoria democrática de nuestra región.
El proyecto Iberoamérica en democracia nace así, pues, como un espacio abierto, plural, en el que habrá cabida para reflexionar, argumentar, debatir, discrepar y, sobre todo, dialogar sobre cuestiones básicas que refuercen el entendimiento de la democracia en nuestra región, desde comprender la importancia de la separación de poderes a defender el respeto por los procesos electorales, pasando por comprender qué rol desempeñan la educación y la cultura en la construcción de una sociedad iberoamericana más democrática, libre y justa y que apueste por el liderazgo activo.
Creemos en el poder de la palabra y creemos que en el diálogo está la clave.
Nos acompañarán en esta iniciativa amigos y colegas de reconocida trayectoria y compromiso inequívocamente democrático, cuyos aportes desde sus diferentes campos del conocimiento, estamos seguros, serán de gran valor para los propósitos que nos hemos formulado.
La Organización de Estados Iberoamericanos para la educación, la ciencia y la cultura (OEI), como entidad decana del sistema iberoamericano, con su acreditada reputación y por ser la que más interlocución institucional, presencia y actividad tiene en el espacio iberoamericano, se ofrece como plataforma para hacer sostenible esta iniciativa, darle continuidad y asegurar la mayor proyección.

Portada de la publicación.
Coincidimos en considerar la educación, la cultura y la ciencia como los fundamentos imprescindibles para la construcción de democracias participativas y críticas.
No se trata solo de un espacio para el intercambio de ideas; es un esfuerzo para revitalizar la fe en un sistema que, aunque imperfecto, sigue siendo el mejor vehículo para garantizar derechos, igualdad y oportunidades para todos.
Queremos que el proyecto se convierta en un puente entre las preocupaciones de la ciudadanía y los espacios de deliberación que contribuyan a generar propuestas y soluciones, porque, insistimos, en el respeto a la diversidad de las ideas se encuentra la verdadera riqueza de la democracia.
En definitiva, Iberoamérica en democracia no solo aspira a ser un espacio de reflexión, sino un faro de esperanza en tiempos de incertidumbre. Al congregar a expertos, académicos, líderes de opinión y ciudadanos comprometidos, se sienta un precedente necesario para enfrentar los desafíos actuales y venideros en nuestra región.
En un mundo donde las redes sociales muchas veces amplifican las voces de la polarización y el odio, este tipo de iniciativas también tienen la tarea de demostrar que es posible conversar, sobre todo entre quienes piensan diferente.
Más que nunca, es hora de actuar, de dialogar y de demostrar que la democracia es, y seguirá siendo, el pilar fundamental de nuestras sociedades.