Parece que a Unidos Podemos todo le sale bien en esta campaña, incluso sin buscarlo. Este miércoles el escándalo de las grabaciones del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ha provocado un beneficio colateral para Pablo Iglesias y los suyos. Toda la campaña se centraba en este caso y, por ello, quedaba sepultada, como si no existiera, la diferencia de criterio entre Podemos y sus socios catalanes sobre el referéndum. 

Los dirigentes de Unidos Podemos y En Comú están de acuerdo en que la consulta catalana sobre la hipotética autodeterminación de Cataluña tiene que celebrarse. Y también ambas coaliciones son partidarias, como es sabida, de que esa consulta se celebre, pero para que "Cataluña siga en España", aunque con "otro encaje constitucional". Sin embargo, existen ciertas divergencias sobre los plazos del referéndum y, sobre todo, acerca del papel que este asunto debe jugar en las negociaciones para formar gobierno posteriores a las elecciones del próximo domingo.

"Que no sea una línea roja"

Este martes fuentes de la dirección de Podemos sorprendían al anunciar que entre sus planes estaba desvincular la negociación de la investidura del referéndum. Ambas cuestiones deberían tratarse "en paralelo", sí, pero la consulta debería pasar a un segundo plano temporal "porque España tiene que tener gobierno en agosto".

En la práctica, esto supondría que la negociación sobre el referéndum en Cataluña debería aparcarse. Desde la dirección de Podemos explicaban que no estaban dispuestos a renunciar a que la consulta se celebrase, pero, al mismo tiempo, indican que "el referéndum no será una línea roja en la negociación". En definitiva, los líderes de Podemos rebajaban las exigencias sobre la consulta. Y se atisbaba que esto podría disgustar a sus socios catalanes, dado que desde En Comú tanto Ada Colau, alcaldesa de Barcelona y cara visible del partido, como Xavi Domènech, cabeza de lista por Barcelona, sí consideran que el referéndum debe ser una línea roja. 

"Un compromiso"

Esta divergencia de criterio, aunque sea mínima, amenazaba con complicar la campaña de Unidos Podemos, sobre todo en Cataluña, donde la coalición En Comú Podem ganó las elecciones el 20-D y tiene muchas posibilidades de crecer el 26-J. Pero, como se ha dicho, el escándalo de las grabaciones de Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior en funciones y candidato del PP por Barcelona, ha dinamitado la campaña y, por ende, ha dejado en un segundo plano el debate sobre el referéndum tanto en Cataluña como en el resto de España. 

Desde En Comú se afanaban este miércoles por dejar clara su postura respecto al asunto, para que no queden dudas entre sus votantes. Así, Xavi Domènech afirmaba que "el referéndum debe ser un compromiso de la conformación del nuevo gobierno del cambio". Ese "compromiso" es el matiz más importante. Y quiere decir que un hipotético gobierno de izquierdas entre Unidos Podemos-PSOE tras el 26-J debería incluir por fuerza el compromiso de que el referéndum se celebraría, aunque las formas y la fecha del mismo no se acordasen en primera instancia durante las conversaciones de formación del ejecutivo. 

Domènech insistía en que "una vez se tenga el compromiso, ineludiblemente el referéndum se tiene que hacer". E iba má allá al decir que debería "abrirse una mesa de negociación con las fuerzas políticas del Parlament que deberá perfilar la forma concreta de realización", al estilo de lo que ocurrió en Reino Unido con el referéndum de Escocia. En todo caso, el cabeza de lista de En Comú Podem restaba importancia a esos matices diferentes. Y afirmaba que "Unidos Podemos y En Comú Podem piensan lo mismo sobre esta cuestión; y Pablo Iglesias y yo opinamos exactamente lo mismo sobre cómo se debe llevar este tema".  

Juntos contra el PP en Barcelona

Más allá de este debate sobre el reférendum, claramente sepultado por el caso de Fernández Díaz, este miércoles quedaba claro que Podemos y En Comú no tienen discrepancia alguna en sus ataques al Partido Popular. En un mitin celebrado en Sant Andreu, un barrio obrero de Barcelona, Domènech y el número dos de Podemos, Íñigo Errejón, arremetían contra la formación gobernante.

En un discurso vibrante, Domènech tildaba a los populares como "el partido más corrupto de la historia de este país", los acusaba de moverse en lugares como Valencia igual que "una banda organizada" y, ya centrado en el tema del día, señalaba que el PP se ha dedicado en el Gobierno a "crear casos de corrupción ficticios contra todos nosotros" para "destruir a sus adversarios políticos". Por ello, afirmaba que "el ministro del Interior y el presidente del Gobierno en funciones deberían dimitir", aunque "sabemos que eso no pasará". Y exhortaba a los asistentes a ganar al PP en las urnas el próximo domingo. 

Después, Errejón, muy aplaudido por los presentes, abundaba en las críticas al partido gobernante por el escándalo de las grabaciones. "En un país normal, Fernández Díaz habría dimitido, pero nos hemos cansado de esperar su dimisión en vano, no esperamos que dimita, esperamos que en cinco días hagan las maletas y se lleven consigo a la mafia y a las cloacas del estado".

Además, como lleva haciendo toda la campaña, el secretario político de Podemos decía a los electores que Unidos Podemos es la única alternativa de gobierno al Partido Popular. "Estamos en una situación de empate técnico y los escaños pueden ir solo a dos lados: la corrupción o el cambio político", afirmaba, en referencia a PP y Podemos. Asimismo, antes de dar paso a Ada Colau, Errejón defendía el derecho a decidir de Cataluña y pedía el voto a los asistentes ante "esta oportunidad histórica para el cambio político". 

 

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