Si Manuel Cruz (Barcelona, 1951) buscara una carrera política plagada de éxitos, probablemente habría dado antes el paso, pero con toda probabilidad ahora no habría elegido las listas del PSC al Congreso de los Diputados. Cruz, número dos por Barcelona, es catedrático de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Barcelona y sabe que llega al Congreso en un momento delicado para los socialistas catalanes. En una España donde hay peleas por reivindicar la socialdemocracia, el PSC ha ido perdiendo fuelle. Si en 2008 logró 25 diputados, ahora tiene sólo ocho en una comunidad autónoma donde probablemente volverá a imponerse En comú Podem, un partido que hasta hace poco no existía.

Cruz no quiere del escaño más que la posibilidad de reivindicar sus ideas. Esa renuncia a otros intereses le permite defenderlas con una libertad quizás similar a la del "activista tranquilo" era hasta ahora. Fue presidente de la asociación Federalistes d'Esquerres (Federalistas de Izquierdas) y reivindica que la política nos concierne a todos. 

¿Por qué se ha metido en este lío?

En política estamos todos. No es saludable que la sociedad entienda la política como cosa de los políticos y se separe de la vida de la gente. La cosa pública, como dirían los clásicos, afecta a todos. En un momento determinado los representados delegan en unos representantes, pero la política concierne a los representados. Desde antes de dar el paso me sentía involucrado en la política en tanto que ciudadano o intelectual. Daba mi opinión, escribía artículos e intentaba analizar lo que estaba pasando. También participaba en una asociación de la que era presidente: Federalistes d’Esquerres. Era un ciudadano activista, pero como decía [François] Miterrand, el mío era un activismo tranquilo. Ahora salgo de mi zona de confort vital, pero hay una cierta continuidad.

"Lo peor ha pasado ya para el PSC"

En su caso, a partir de ahora, su vida va a ser la política, pero el PSC y el PSOE no parecen estar en sus mejores momentos.

Nunca he pretendido ser un político profesional, así que que un partido esté en su mejor o en su peor momento no es para mí lo prioritario. Lo puede ser para quien tenga aspiraciones de hacer carrera. Para mí, lo importante es si ese partido defiende unas ideas a las que me siento próximo. Para el PSC, que es distinto del PSOE, lo peor ha pasado ya. Sufrió un daño particular por la cuestión del procés en Cataluña. Pero en una de las últimas encuestas sobre la provincia de Barcelona, el PSC figuraba en segunda posición, mientras que Convergència estaba la quinta, muy al final. Si durante muchos años se habló del PSC como un cadáver, el difunto está mejor que alguno de sus enterradores.

Es entonces la socialdemocracia la que no vive sus mejores horas.

Hay un problema, pero no es sólo del PSC o del PSOE sino como mínimo europeo. La socialdemocracia necesita volver a pensarse. Es necesario volver a plantearse qué significa ser socialdemócrata hoy, porque la estructura política de estados-nación potentes con un estado del bienestar propio ha cambiado. Es obvio que los estados nación no disponen de los mismos recursos. De igual modo, la globalización es un elemento fundamental. La libre circulación de capitales ha cambiado el orden económico mundial.

Hay que hacer política de izquierdas europea. Ese es el escenario al que tenemos que ir, aunque tiene poco arrastre electoral.

¿La socialdemocracia no ha hecho los deberes?

Esa es una cuestión fundamental, aunque se esté hablando poco de ella porque probablemente no es atractiva o sexy. Hay que hacer política de izquierdas europea. Ese es el escenario al que tenemos que ir, aunque tiene poco arrastre electoral. Lo anacrónico es que determinados conflictos se estén dirimiendo en escenarios nacionales cuando las fuerzas que intervienen son supranacionales. Un ejemplo: el ciudadano lee todos los días que el Estado tiene una deuda altísima que le resulta ineludible por la nueva coyuntura económico-política en Europa. Eso recorta el margen de maniobra a cualquier Gobierno, siendo del signo que sea, pero más de uno socialdemócrata que se pueda plantear incrementar el gasto público. Otro ejemplo: no puede ser que se produzcan cosas como deslocalizaciones dentro de Europa. Otro más: a veces se habla de los impuestos y de la presión fiscal en diferentes países. Tenemos que tender a la homogeneización fiscal. Si la tuviéramos, seguramente nos evitaríamos muchos de estos problemas. El PSC o el PSOE pueden hacer las reflexiones que quieran y es cierto que deberían haber empezado antes, pero el escenario ya no es solo nacional.

Hay que pensar en si se deben poner las luces largas. Cojo poco el coche, pero antes se recomendaba que cuando había mucha niebla no se pusieran las luces largas sino las cortas

Dice que para el PSC ha pasado lo peor. ¿Para el PSOE no?

No lo sé. Dependerá en buena medida del resultado del domingo. Hay un gran interrogante en el corto plazo y hay que pensar en si se deben poner las luces largas. Cojo poco el coche, pero antes se recomendaba que cuando había mucha niebla no se pusieran las luces largas sino las cortas. En este momento parece que es muy complicado poner las luces largas. Si lo haces, igual ves menos. Lo que está claro es que una vez que pasen las elecciones tenemos que repensar los caracteres fundamentales de la socialdemocracia.

¿En qué sentido?

Los antiguos términos, los de la redistribución clásica, ya no son suficientes. Habrá que planteársela de otra manera a no ser que aceptemos una socialdemocracia de mínimos que se identifique con el mantenimiento del Estado del bienestar. Es lo que está pasando últimamente, pero la socialdemocracia es más que eso. El propósito de la socialdemocracia era introducir elementos redistributivos en la estructura de la sociedad, no solo ofrecer un catálogo de servicios mínimos.

¿La socialdemocracia no es mantener el Estado del bienestar?

El estado del bienestar se crea después de la II Guerra Mundial y no es un diseño sólo de las izquierdas sino de toda Europa, incluida la democracia cristiana, para enfrentarse a la amenaza del socialismo real. La socialdemocracia competía con el socialismo porque decía: "Nosotros también queremos tender a una sociedad más justa, pero creemos que el camino es otro, uno profundamente reformista". Lo que hay que pensar hoy es por dónde pasa ese aliento igualitario que siempre ha tenido la socialdemocracia. 

Se nos decía que había que celebrar la llegada del pluripartidismo porque nos traía una obligada cultura del pacto. Cuatro días después, los mismos que decían eso pasaron a decir que no se sentaban con otros

En otras entrevistas ha dicho que pactar con Ciudadanos no debería penalizar en las expectativas electorales del PSOE. Y dice también que el cainismo es uno de los peores males de la izquierda del siglo XX. ¿Tiene esperanza en que haya pactos?

Se ha repetido mucho que los partidos políticos no han sido captar las nuevas demandas sociales. Estoy de acuerdo y me temo que a casi todos los partidos, con independencia de su antigüedad, se les puede reprochar lo mismo. Se nos decía que había que celebrar la llegada del pluripartidismo porque nos traía una nueva situación y una obligada cultura del pacto. Cuatro días después, los mismos que decían eso pasaron a decir que no se sentaban con otros en la misma mesa. El ciudadano ya lleva rato aturdido. Los partidos están perseverando en la misma lógica de antaño. La frase: "La nueva política no tiene nada de nueva" es una frase rancia, no hace falta ni reiterarla. No hay ninguna distinción entre partidos nuevos y antiguos. Las estructuras jerárquicas y la falta de democracia interna son exactamente las mismas. Podría pensarse que en alguno de los nuevos partidos hay incluso menos democracia interna que en los antiguos.

Se dice a menudo que Ciudadanos es un partido personalista y que la estructura de Podemos le confiere a Iglesias excesivo poder incluso para cesar al secretario de Organización un día por la noche.

Exactamente. Aquí va una pregunta retórica: ¿qué fue de los círculos? ¿Qué fue de ellos como panacea de participación absolutamente horizontal e igualitaria? Las listas que se han hecho en determinadas comunidades autónomas no han tenido nada de participativo. Han llegado a acuerdos los dirigentes de otras fuerzas para pactar listas y quién es el número uno, dos o tres. En absoluto han mejorado las viejas prácticas. Alguno de los viejos partidos sí va más allá y acepta primarias, sin ir más lejos. Se ha abierto una nueva situación en la realidad social, as organizaciones políticas, incluso aquellas que dicen representar esa nueva sociedad, incurren en los vicios.

Las direcciones del PSOE y de Podemos siguen funcionando con la lógica aritmética de alcanzar el poder y no con la lógica política de las políticas o de qué hacer con el país.

Según usted, el electorado de Podemos y del PSOE se entiende mucho mejor que sus dirigentes.

En la sociedad hay un cierto continuo entre el votante del PSOE y el de IU o el de Podemos, pero las direcciones siguen funcionando con la lógica aritmética de alcanzar el poder y no con la lógica política de las políticas o de qué hacer con el país. A veces lo plantean de forma obscena aireando lo que suman unos u otros o repartiéndose los ministerios por anticipado. Eso tiene que ver con el poder, pero no con las políticas.

¿Qué nos garantiza el fin de la parálisis tras las nuevas elecciones?

¿Garantías? Ninguna. Si dijera lo contrario, cualquier lector mínimamente inteligente se daría cuenta. Hay que recordar que lo que nos está pasando no ocurre en Europa. En Europa no se repiten elecciones. Como mucho, lo que ocurre es lo de Bélgica, que estuvo año y medio negociando. Pero no se repiten. Que haya quien comience a deslizar que no hay que descartar terceras elecciones es un enorme ejercicio de irresponsabilidad. Pero conviene recordar que hubo una fuerza política que dijo en la noche electoral que no le importaba repetir elecciones, que probablemente le iría mejor. Estaba poniendo por delante el egoísmo de partido que una mínima visión de conjunto.

No hay muchos motivos para el optimismo.

Hay un argumento de principio de realidad que podríamos considerar. Puede llegar un momento en el que algunas fuerzas políticas caigan en la cuenta de que incluso para su propio egoísmo es mejor no deteriorar más la situación política. Hay gente que en Cataluña y en España, desde la izquierda y el independentismo, dice que el PP jamás se planteará algunas reformas constitucionales. Jamás es mucho decir. Cabe una posibilidad de que el PP caiga en la cuenta de que es mejor negocio para él que se produzcan ciertas transformaciones y sea él quien las pilote.

Ciudadanos propone los rasgos más clásicos y tópicos del federalismo. El que queda por definirse es Podemos

Hay independentistas que dicen que los federalistas son seres mitológicos. Que en España siempre ha habido centralistas y nacionalistas. El PP dice que plantear una reforma de la Constitución sin saber a qué se va es un ejercicio irresponsable. El federalismo no está en sus mejores horas.

Niego la premisa. La reforma de la Constitución de signo federal está explícitamente en la agenda de tres de las cuatro fuerzas políticas mayoritarias. El PSOE está defendiendo la reforma federal abierta y detalladamente. [Juan Carlos] Girauta también ha hablado de una reforma no federalista, pero sí "federalizante" explicando que el modelo que quiere es "como el de Alemania". Es decir, que haya un reparto claro de las competencias del Estado y de las federaciones y con una cámara donde estén representados los presidentes autonómicos, decía él. En otras palabras, Ciudadanos propone los rasgos más clásicos y tópicos del federalismo. El que queda por definirse es Podemos, pero habla de la plurinacionalidad y dice que no es partidario de la independencia. ¿Cuál es la opción que permite casar la no independencia de algunos territorios con la plurinacionalidad? El federalismo, naturalmente.

Las críticas también proceden del independentismo, naturalmente.

Y ellos suelen decir dos cosas muy curiosas. La primera: "Entre nosotros los independentistas hay muchos federalistas desengañados". Si dicen eso, tan mitológico no será el animal. La segunda contradicción es que los independentistas suelen decir que son europeístas. Son federalistas respecto a Europa. No debe de ser tan mitológico cuando se quieren federar con Europa. ¿Por qué se pueden federar con Europa pero no con España? Si Europa es federal… ¿cuál es el problema?

¿Aceptará el PP la reforma de la Constitución que plantean los socialistas?

Podemos ver el lado bueno y el lado malo. Al PP se le llena mucho la boca con el conesnso y hay algo obvio que hay que tener en cuenta: el consenso no es un punto de partida sino de llegada. El punto de partida de la Transición fue gente procedente del antiguo régimen, franquistas, gente de izquierda, del exilio… El punto de partida nunca es el consenso. Si así fuera, no habría problemas. Primero hay que hablar. Si nos ponemos de acuerdo, lo llamamos consenso.

Pero si no hay consenso para un Gobierno para un rato, como quién dice, como para una Constitución para generaciones de ciudadanos.

El PP está siendo irreponsablemente tacticista. No nos sorprende, porque siempre que ha estado en una posición débil, especialmente en la oposición, ha sido un cabestro. Embiste sin ningún matiz. Cuando está en el poder sí exige a la oposición que sea responsable y tranquila. Pero podemos ver el lado bueno, como decía. El PP nunca ha expresado una negativa de principio a la reforma. Nunca ha dicho que no se vaya a tocar la Constitución o que la actual resuelva todos los problemas. Su lenguaje ha sido más formal, de oportunidad o sobre el procedimiento. El PP se quiere dejar la puerta abierta por si es necesario. Puede pasar de rechazarla a protagonizarla si le acaba interesando.

Iglesias dice que con él España será tan atractiva, las cosas serán tan bonitas, que los catalanes no se querrán ir. ¿Pero qué modelo les estará ofreciendo?

¿Tiene claro Podemos su modelo territorial?

Ya me gustaría que lo explicaran. Resulta que Iglesias es el paladín del referéndum. Pero dice que votará "no". ¿Qué argumentos dará para votar "no"? Dice que cuando gobiernen, España será tan atractiva, las cosas serán tan bonitas, que los catalanes no se querrán ir. ¿Pero qué modelo les estará ofreciendo? No puede decir: "Gobernaremos muy bien, un poco jacobinos, pero muy bien". Como eso no lo puede decir, ¿ofrecerá un modelo confederal en el que se independicen y se vuelvan a juntar? ¿Un modelo federal? Íñigo Errejón dijo textualmente para no acudir a una conferencia de Federalistas de Izquierdas: "No ganamos nada en lo táctico. Creo que nos conviene más ponernos de lado en este asunto". Eso es textual. A mí no me gusta esa manera de hacer política. Si nos movemos por lo táctico, los mensajes cambian constantemente de un día para otro, en lo más accidental y en lo más sustancial.

Iglesias ha llegado a decir que Zapatero ha sido "el mejor" presidente de la democracia.

Cuando antes era la piedra de escándalo de Podemos que mostraba la absoluta continuidad de las políticas del PSOE y del PP. Así irrumpieron, denunciando que no hay diferencia entre ambos. Quien tenga estos volantazos, debería explicarlos. Porque puedes cambiar de opinión, pero si eres un político tienes la obligación de explicarlo.

El modelo subyacente en Podemos es ser el nuevo PSOE. Como tantas veces en la historia: subir por la izquierda y luego ir hacia la derecha.

¿Podemos esconde su proyecto o no lo tiene?

No queda claro. No creo que sea una sociedad bolivariana, como se dice. El modelo subyacente es ser el nuevo PSOE. Como tantas veces en la historia: subir por la izquierda y luego ir hacia la derecha. Podemos aspira a ser la gran fuerza hegemónica de la izquierda. Si en un momento tiene que serlo del centro-izquierda, hará las modificaciones que haga falta. La reconversión hacia el discurso socialdemócrata más conservador ya se han iniciado. Pablo Iglesias ya está haciendo propuestas de un mero reformista. Alguna de las afirmaciones del debate a cuatro tenían claramente ese sentido. Algo así como: "No se preocupen, que con nosotros el capitalismo funcionará. Somos una fuerza moderna frente a la obsolescencia que hace que este país no funcione". Es un discurso de mínimos que se parece mucho a la idea fuerza de Felipe González en su día.

Sin embargo, tiene una gran capacidad con algunos sectores sociales, a diferencia del PSOE o el PSC.

Es obvio que todo no se ha hecho bien. Debe haber elementos severos de autocrítica. Pero lo voy a decir de una forma casi boba: nuevo no equivale necesariamente a bueno. Tenemos que tener mucho cuidado para no incurrir en ninguna forma de antipolítica o en convertir a los políticos en el nuevo pimpampum. No podemos decir simplemente que los malos son los políticos.

Hasta hace cuatro días se decía que todos los políticos eran casta, que no lo eran sólo los que no estaban en el Parlamento. Más que un "no nos representan" se decía: "No nos representen"

Podemos y Ciudadanos se reivindican como partidos del sistema. ¿En serio cree que hay un riesgo de que prenda la antipolítica?

Hasta hace cuatro días se decía que todos los políticos eran casta, que no lo eran sólo los que no estaban en el Parlamento. Más que un "no nos representan" se decía: "No nos representen". Después, al entrar, se escandalizaron, por ejemplo, por que los diputados tuvieran una tarjeta para pagarse un taxi al aeropuerto o se les diera un teléfono móvil como instrumento de trabajo.

¿Es optimista respecto a lo que va a pasar en los próximos meses?

Dependerá de un elemento de cálculo: el interno, a corto plazo, o si hay una perspectiva estratégica y generosa a largo plazo. Los partidos se han dado cuenta de las dificultades de la situación, que se va a parecer mucho, matiz arrba o abajo, a lo que hay. Los partidos saben que aplicando las mismas estrategias, la situación no hará sino deteriorarse. Es eso lo que les tiene que llevar a tener otra actitud. Se me hace muy cuesta arriba pensar que los partidos políticos no sólo no lleguen a acuerdos y vayamos a una terceras elecciones. Tampoco me cabe en la cabeza que nos vayan a abocar a una legislatura inestable por no repetir elecciones.

El PSOE reivindica que ha querido pactar. ¿Ha sido así de verdad?

Hay una diferencia fundamental entre Ciudadanos y el PSOE, por una parte, y el PP y Podemos. El PP dice que quiere pactar, pero no ha dado ni un solo elemento, ni siquiera público, que justifique esa actitud. No nos ha dicho a qué está dispuesto. Si eres una fuerza distinta al PP, ¿cómo vas a aceptar? Así no se pacta. El pacto que ofrece el PP tiene una pinta de abrazo del oso que tira para atrás. Podemos va un poco de farol cuando pide al PSOE que explicite sus pactos. ¡Pues claro! Podemos no tiene nada que explicitar porque sólo tiene un pacto posible: el PSOE. Ciudadanos sí puede fantasear entre PSOE y PP. El PSOE, también. Se dice que el PSOE no enseña sus cartas. Pero es que algunos no tienen ni siquiera cartas.

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