Javier emocionado contando su proyecto
Javier, el ingeniero que compra, vende y recicla ropa usada en Toledo: "Quería un mundo mejor para mis hijas"
Este proyecto tiene como protagonista el reciclaje textil y la economía circular, apostando por la inclusión social.
Más información: La Diputación también se encargará de la recogida y reciclaje de la ropa usada en los pueblos de Toledo
Hace apenas unas semanas ha abierto sus puertas Carimbura, un proyecto que muchos conocían en Toledo por su antigua ubicación en el barrio de Santa Teresa, pero que ahora se presenta totalmente renovado.
El cambio no ha sido solo de dirección, sino que la diferencia es notable: nuevo branding, nueva filosofía de comunicación y una ubicación privilegiada en el Parque Comercial La Abadía, uno de los espacios comerciales más concurridos de la capital toledana.
En este entorno, rodeado de grandes cadenas de moda, Carimbura lanza un mensaje disruptivo con un lema que no deja indiferente: "Segundas oportunidades a la ropa. No a tu ex". Una frase humorística que resume la esencia de un proyecto que no quiere ser una tienda de segunda mano más, sino un modelo innovador de reciclaje textil, economía circular e inserción social.
Lema de la tienda de Carimbura
Detrás de Carimbura está Javier Domínguez, ingeniero industrial de formación y profesional del sector médico durante buena parte de su vida. Su historia es la de alguien que, desde una carrera laboral estable, decide dar un vuelco a su vida movido por una inquietud: el impacto medioambiental de la industria textil.
Giro vital
"Siempre me he dedicado al mundo médico, pero hace unos años empecé a ver imágenes que me hicieron reflexionar: montañas de ropa acumulada en el desierto de Atacama", relata con tristeza a la vez que revela sus pensamientos: "Necesito dejarle un mundo mejor a mis hijas, algo más cuidado, por eso decidí intentar cambiar la situación".
Ese fue el germen de un proyecto que arrancó hace cinco años casi como una "idea loca" pero que ha ido tomando forma hasta convertirse en una empresa con un propósito claro y contundente: demostrar que el reciclaje textil no es solo posible, sino necesario.
Corazón del proyecto
Carimbura no se define únicamente como una tienda de ropa usada. Aunque la venta es la parte más visible, el núcleo es la gestión responsable del residuo textil. Javier lo explica con rotundidad: "Nosotros somos una empresa de reciclaje textil. El objetivo es darle una segunda o tercera vida a los tejidos, buscando siempre la mejor salida posible para cada prenda".
El sistema funciona de manera sencilla y técnica: cualquier persona puede llevar ropa, sábanas u otros textiles que ya no utilice a la tienda ubicada en el centro comercial. A cambio, recibe un vale de 3 euros por bolsa, que puede gastar en la propia tienda.
Cartel que se encuentra en el escaparate de la tienda
Todo lo que llega pasa por un proceso de selección, limpieza, planchado y acondicionamiento aunque solo las prendas en buen estado se ponen a la venta. Por otro lado, los textiles que no cumplen los estándares se destinan a otros procesos de reciclaje.
"Lo más importante es prolongar la vida útil de lo que ya está fabricado. Si una prenda aún tiene calidad, se vende. Si no, buscamos qué podemos hacer con ella: triturarla, convertirla en otros materiales, reutilizar sus componentes...", detalla.
Etiqueta de Carimbura colocada en un bolso en venta
El criterio de selección no es la marca, sino la calidad textil. Así, un pantalón sin etiqueta conocida puede tener mejor algodón y más vida útil que uno de lujo. "Aquí no vendemos etiquetas, vendemos resistencia, tejido y posibilidades de uso", subraya Javier.
Inserción laboral
Si el compromiso medioambiental es uno de los pilares de Carimbura, el otro es el social. Desde el inicio, el proyecto se propuso colaborar con asociaciones que promueven la inserción laboral de personas con discapacidad o en riesgo de exclusión.
En Toledo trabajan junto a APANAS, entidad que les ayuda a incorporar personas que, a pesar de sus limitaciones, tienen la capacidad de desempeñar un trabajo digno y productivo.
Patricia es la nueva empleada de Carimbura
"Queremos que en 2027 más de la mitad de nuestra plantilla sea de inserción. No lo hacemos por las ayudas públicas, sino porque es necesario. Hay personas muy válidas como Patricia, dependienta actualmente, que nunca encuentran oportunidades, y aquí queremos dárselas", señala emocionado Javier.
Tareas como quitar cremalleras, clasificar ropa, preparar textiles o la atención al público son perfectamente asumibles en este contexto y permiten a muchas personas ganar independencia y autoestima a través del trabajo.
Tecnología aliada
Otro de los elementos diferenciales de Carimbura es su apuesta por la innovación tecnológica. A través de una empresa informática asociada, están creando sistemas de gestión y trazabilidad que pronto se abrirán al público en forma de una aplicación: Reusa.
Esta app permitirá a cada usuario seguir qué ocurre con las prendas que entrega, acumular puntos y participar en dinámicas de consumo responsable. “Queremos transparencia absoluta. Que todos puedan saber cuántos kilos de ropa hemos recogido, cuántos hemos vendido y cuántos hemos reciclado. Nosotros queremos transparencia", recalca Javier.
Algunas perchas de la tienda de ropa de segunda mano
La digitalización será clave para que Carimbura pueda crecer, replicar su modelo en otras ciudades y garantizar que cada prenda tenga un destino real y verificable.
Buena acogida
En sus primeras semanas en La Abadía, Carimbura ha recibido una respuesta muy positiva. No solo en ventas, sino en participación ciudadana: muchas personas han llevado bolsas de ropa, algunas incluso renunciando al vale porque simplemente quieren colaborar.
"Nos dicen que aquí saben dónde va su ropa, y eso les tranquiliza. No quieren tirarla simplemente por deshacerse de ella, sino que quieren contribuir en este compromiso común", cuenta Javier.
Proyecto con alma
Carimbura no es una moda pasajera ni una simple tienda de segunda mano, es un proyecto con alma, nacido del inconformismo de alguien que decidió dar un giro radical a su vida para aportar una solución real a uno de los grandes problemas de nuestro tiempo.
"Yo no soy un héroe, ni llevo capa. Pero sé que este proyecto puede marcar una diferencia. Y si conseguimos que la gente piense dos veces antes de tirar una prenda, ya habremos hecho mucho", concluye Javier Rodríguez.
Javier en la puerta de su negocio de ropa
Con su lema por su bandera y una visión que combina sostenibilidad, innovación y justicia social, Carimbura demuestra que, en efecto, las segundas partes sí son buenas.