Los días en los que el pueblo toledano de Nombela pensó que convivía con un hombre lobo: era el asesino de 13 personas

Los días en los que el pueblo toledano de Nombela pensó que convivía con un hombre lobo: era el asesino de 13 personas

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Cuando el pueblo toledano de Nombela pensó que convivía con un hombre lobo: era el asesino de 13 personas

El profesor y escritor Aurelio Zazo ha investigado sobre la historia real de Manuel Blanco Romasanta, el único caso en España juzgado por licantropía.

Más información: Romasanta: La historia real de un hombre lobo gallego

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Aurelio Zazo, profesor jubilado de 61 años, nació en el municipio toledano de Nombela 100 años después de la muerte de Manuel Blanco Romasanta, el mayor asesino en serie español del siglo XIX. Un criminal gallego que falleció el 14 de diciembre de 1863 en la prisión de Monte Hacho, en Ceuta, después de reconocer ser el autor de 13 asesinatos y el único caso en España juzgado por licantropía, la transformación de una persona en lobo. "Por esa razón y por ser del pueblo donde lo apresaron, nació en mí el interés por este personaje", dice Zazo.

Su madre, Rosa, fue la primera persona a la que oyó hablar del hombre lobo, del hombre del saco que cogía a los niños de Nombela y se los llevaba para comérselos. "Al principio, de chaval, yo me imaginaba un hombre con aspecto de lobo. Fue años más tarde, a finales de la década de los 70, cuando leí un ejemplar del periódico El Ideal Gallego en el que se decía que se había detenido en Nombela al famoso hombre lobo de Allariz, Orense", recuerda. Desde entonces, el estudio y la investigación de este personaje le ha acompañado en los últimos 45 años, hasta culminar con la publicación de la novela Manuel-Manuela Blanco Romasanta.

El autor explica que Manuel-Manuela representa el enigma y la dualidad de quién fue realmente este individuo, que incluso hoy en día no está desvelado, porque nunca apareció el cadáver. "¿Hombre, mujer? Incluso pudiera haber sido hermafrodita", sostiene Zazo como hipótesis. "Sobre todo el enorme lío que tendría en su cabeza al haber sido tratado como Manuela prácticamente hasta los 15 años. En los primeros años de su infancia, su madre incluso lo vistió como una niña. Después fue Manuel la mayor parte de su existencia y, al final de sus últimos años, quiso volver a ser Manuela", afirma el investigador, quien describe al asesino como una persona "muy culta".

La portada de su novela, realizada por el pintor Vidal Martín, recoge esa dualidad. En el centro está dibujado un semblante que simboliza a Romasanta, para el que el artista utiliza la mitad del rostro de Zazo a los 29 años y la otra mitad, a modo de homenaje, es la madre del escritor en una fotografía de su juventud.

En la cubierta también aparece la plaza de Nombela porque el 2 de julio de 1852 Romasanta fue visto allí por unos vecinos de Laza, el pueblo orensano de algunas de sus víctimas, y porque también allí se le detuvo con la identidad falsa de Antonio Gómez. Además, al fondo está el ayuntamiento, donde el mayor criminal en serie español del siglo XIX estuvo encarcelado hasta que fue trasladado a la vecina localidad de Escalona, luego a Verín y, finalmente, a Allariz para ser juzgado y condenado.

"Lo imaginaba con aspecto animal"

Zazo vivió su infancia a 50 metros del consistorio toledano, en casa de sus abuelos maternos, y recuerda que al pasar todos los días camino del colegio, frente a las ventanas de la cárcel, tiraban piedras "para ver si matábamos al hombre lobo, que me lo imaginaba con aspecto de animal, no de persona".

Romasanta fue arrestado en Nombela porque llegó desde Galicia acompañando a cuadrillas que se desplazaban para realizar labores de siega en los ricos campos de ese municipio toledano. "También vino huyendo de la justicia porque el cerco se cerraba cada vez más sobre él, aunque jamás pensó que pudiera ser detenido en Nombela, tan lejos de su tierra", exterioriza.

Pero el azar quiso que lo reconociera un vecino de Laza que le había comprado un pañuelo para su mujer, una de sus víctimas. Además, el testimonio de otros dos gallegos, que también lo reconocieron paseando tranquilamente por la plaza de Nombela y lo denunciaron al alcalde, que entonces hacían de jueces de paz en los pueblos pequeños.

Identidad falsa

Ya detenido, pasó a disposición de un juez de Escalona, pero ni en este pueblo ni en Nombela fue identificado como Manuel Blanco Romasanta. Para todos era Antonio Gómez, como demostraban sus documentos falsos, entre ellos el pasaporte.

El criminal fue sangriento con algunas de sus víctimas, pero no con todas, sobre todo las últimas. "Pero no era consciente de su enorme brutalidad", según Zazo. "Creo que en los últimos crímenes aprovechó para sacarles la grasa por una mera cuestión económica: ya que las había asesinado, sacó provecho todo lo que pudo, no solo con la venta de sus ropas y enseres". Para el escritor e investigador, "no mataba por puro interés económico; lo que pasó es que, una vez cometidos los crímenes, sacó el mayor provecho de ellos".

El profesor y escritor Aurelio Zazo.

El profesor y escritor Aurelio Zazo.

En su novela, el autor trata al asesino desde la perspectiva emocional, sentimental, psicosocial y mental: "Aporto el factor del amor y el cariño del personaje por su familia. Además, añado poesía y literatura a un individuo tan escabroso, con la luna como elemento fundamental e hilo conductor del relato".

Personalidad múltiple

Y asegura que se mete en la mente del psicópata "intentando mostrar al público que era un individuo, en principio, como todos nosotros. Sin embargo, la complejidad y avatares de su vida, unido a una enfermedad mental y los muchos abusos que sufrió, forjaron en él una personalidad múltiple". "Para el autor de este trabajo", dice el prologuista de la novela Xosé Domínguez González, "el lobo que pudo ser Romasanta estaba en su cabeza de una forma tan humanamente anormal como transitoria, y en una personalidad tan dual como capaz de conjugar la ternura de Manuela con la intensidad con la que se bestializaba. Y ocurría entonces lo que el lobo decidía y el hombre no podía evitar".

Conocido como 'el hombre lobo de Allariz', el escritor deja meridianamente claro que Romasanta no fue un licántropo: "Que sepamos, nadie en la historia de la humanidad se ha convertido en uno. Sí pienso que lo fue en su mente por su enfermedad mental". Y profundiza en ese campo: "Era muy culto y conocía casos similares de asesinos en Europa que habían confesado sus crímenes convertidos en hombre lobo. No habían sido condenados a muerte, sino a ingresar en manicomios".

Romasanta pensó que con esa tetra podría librarse de morir en el garrote y ser declarado loco, con lo que cumpliría la pena en los manicomios de León o Valladolid. "Sin embargo, la justicia lo declaró cuerdo; increíble", espeta Zazo, porque el asesino confeso de 13 crímenes fue primero sentenciado a muerte, aunque luego indultado y murió en prisión.

Fallos en el proceso

"Obviamente, el supuesto de la licantropía forjó la historia del killer que cohabitó con la leyenda de aquel 'sacauntos', ambos tan al margen de lo racional como interesados en lo fantástico y a merced de la rumorología", afirma Xosé Domínguez González. Este periodista orensano censura que "el procedimiento judicial abierto en su día para determinar lo ocurrido desechó explorar la salud mental" del sacamantecas que protagoniza la investigación de Aurelio Zazo, quien aporta "claridad" en los "numerosos fallos que tuvo el proceso judicial" en Allariz.

Para documentarse, el escritor toledano ha visitado todos los municipios que se citan en la novela: Escalona, Verín, Orense, Celanova, La Coruña, Regueiro, Soutelo Verde, Laza, Bueu, Ponferrada y, por supuesto, Allariz, además de todos los escenarios de los crímenes, "incluso los cementerios de la zona". "Es uno de los mayores trabajos de investigación que se han hecho sobre el personaje, que ha levantado odios, pasiones e incógnitas", asevera.