Calle Alfileritos de Toledo. Foto: Google Maps.
El ritual para encontrar pareja que esconde una de las calles más estrechas de Toledo: es toda una leyenda
Cientos de turistas, vecinos, creyentes y escépticos se detienen en esta delgada vía que en su parte más estrecha tan solo mide 86 centímetros de ancho.
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Fuera de las aplicaciones de citas y las redes sociales, una de las calles más estrechas del Casco Histórico de Toledo alberga un antiguo ritual que te asegura buena suerte en el amor.
Se trata de la mítica calle de Alfileritos donde se esconde una pequeña imagen de la Virgen Dolorosa que se ha convertido en la esperanza de muchos solteros y románticos.
Alrededor de esta figura religiosa que se encuentra protegida por un cubículo de cristal, siempre adornado con flores, se ha erigido una tradición centenaria que da nombre a la propia calle y que atrae a curiosos y devotos de todo el mundo.
Nos trasladamos al Siglo de Oro, cuando la joven noble Doña Soledad de Vargas estaba profundamente enamorada del valiente alférez Don García de Ocaña y tuvo que despedirse de él sin saber cuándo volvería a verlo. Consumida por la nostalgia y la incertidumbre, Soledad comenzó a rezar cada noche ante una pequeña hornacina de la Virgen Dolorosa situada en la antigua calle del Refugio, muy próxima a su palacio residencial.
Sus oraciones eran tan largas que a menudo se quedaba dormida. Por ello, le pidió a su dueña que la despertara con el pinchazo de un alfiler si el sueño la vencía. Esto se repitió noche tras noche hasta que Doña Sol incorporó ese pinchazo como símbolo de su sacrificio y depositaba el alfiler en la reja que protegía a la virgen.
Su petición de volver a encontrarse con Don García se cumplió y se casaron felizmente. La historia de Soledad se extendió por todo Toledo y sus alfileres han sido durante siglos el símbolo de esperanza para otras jóvenes que sufrían por amor.
De manera que la leyenda dice que si una mujer soltera deposita un alfiler en la hornacina de la Virgen, esta le ayudará a encontrar pronto esa pareja deseada. El éxito fue tal, que la calle cambió de nombre y pasó de ser la calle del Refugio a ser Alfileritos.
Hoy, cientos de turistas, vecinos, creyentes y escépticos se detienen en esta delgada vía, que en su parte más estrecha tan solo mide 86 centímetros de ancho, para seguir al pie de la letra este ritual: susurrar una oración, dejar un alfiler en una de las rendijas y esperar a que la magia de este mito haga su efecto.