
Sara Hernández Gómez, en el centro, tomando posesión.
Sara, la joven de Toledo que ha logrado ser notaria: "Estudiaba hasta 14 horas al día y andaba 20 km mientras memorizaba"
Tras ocho años de preparación, ha conseguido aprobar una de las oposiciones más exigentes del país. Su historia es un ejemplo de constancia y vocación.
Más información: Tres pueblos de Castilla-La Mancha tendrán notaría por primera vez gracias a Sara, Paloma y María
A sus 33 años, Sara Hernández ha logrado un sueño que parece inalcanzable para muchos: ha aprobado la oposición a notaria tras casi ocho años de esfuerzo y sacrificio. Natural de Campillo de la Jara, un pequeño pueblo de Toledo de apenas 300 habitantes, la joven ha tomado posesión esta semana y ejercerá en Navamorcuende, también en la provincia toledana. Su historia es la de una mujer perseverante, trabajadora y con una profunda vocación de servicio público.
"Desde pequeña tuve claro que lo mío eran las letras", confiesa Sara, que inició sus estudios de Derecho en 2011. Sin referentes familiares en el ámbito jurídico -su padre es enfermero, su madre maestra, sus hermanos informáticos y su hermana farmacéutica-, fue su sensibilidad social y su amor por la historia y las leyes lo que la empujó a estudiar este grado.
"Quería tener más conocimientos con los que ser útil a la sociedad y, especialmente, a los que tenía cerca. El derecho ayuda en el día a día de la gente. Detrás de todas las transacciones, desde comprar el pan hasta gestionar las cuentas bancarias, siempre hay una norma", explica.
Ya en primero de carrera, la toledana tuvo claro que quería ser notaria. "Decía a mis profesores y a mi familia que lo iba a ser. Me encantaban los temas de derecho privado, sucesiones, familia, contratos… Y quería más". Al acabar sus estudios, en 2015, comenzó la preparación de la oposición y en 2016 realizó sus primeros "cantes".
Ocho años de estudio y sacrificios
Durante ocho años, Sara se entregó en cuerpo y alma a una de las oposiciones más exigentes del sistema jurídico español. Con 350 temas a memorizar, divididos en cuatro exámenes -dos orales y dos escritos, uno de ellos un dictamen práctico y otro de redacción documental y cálculo financiero-, la oposición a notaría supone una prueba no solo intelectual, sino emocional y física.
"Lo más difícil es mantener la confianza en uno mismo", afirma. "Hay suspensos, épocas complicadas, enfermedades, problemas personales… Momentos duros en los que solo la fe en el objetivo y el apoyo de la familia te salvan. Esto último es indispensable, porque son capaces de animarte y llevarte en brazos cuando las fuerzas te fallan", añade.
Sara seguía una rutina estricta. Estudiaba desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la tarde, con una pausa para comer. En época de exámenes, las jornadas se extendían hasta las 14 horas diarias. "Cantaba los temas de pie, caminaba por la casa, por el patio... podía hacer hasta 20 kilómetros al día mientras memorizaba", recuerda. "Mis padres decían que iba a desgastar el parqué".
A pesar del aislamiento que impone esta preparación, la joven encontraba pequeños oasis de desconexión: ver 'Pasapalabra' cada tarde con su abuela, salir de ruta al campo, recibir visitas de amigas o simplemente conversar con sus padres tras la comida.
Sara reconoce haber renunciado a muchos planes, hobbies y tiempo para ella misma, ya que "hipotecas tu vida sin ninguna garantía de éxito", pero asegura que "todo ha merecido la pena". "La oposición no solo te da conocimiento jurídico, también te transforma como persona: desarrollas una fuerza mental, una capacidad de sacrificio y una templanza que te sirven para toda la vida".
Superar barreras desde lo rural
A diferencia de muchos opositores que se trasladan a grandes ciudades para contar con los mejores preparadores, Sara encontró a la suya por megafonía en el Ayuntamiento de su pueblo. Cristina de Solís, notaria en una localidad vecina, se convirtió en una figura clave en su camino. "Ella me abrió las puertas de su notaría adaptándose a mis circunstancias. Le debo parte del éxito", señala.
Aunque la toledana cree que el sistema de oposiciones es justo en lo académico, reconoce que no todos parten desde la misma línea de salida: "Quienes somos de zonas rurales a veces lo tenemos más difícil, sobre todo para acceder a buena preparación, ya que las buenas academias suelen estar lejos de casa y eso supone un desplazamiento o una estancia en un sitio determinado durante mucho tiempo, que no todos se pueden permitir".
La emoción del aprobado
En 2024 llegó la noticia esperada. Desde la playa, Sara recibió la llamada de su preparador de dictamen, Isidoro Lora Tamayo, contándole que estaba en la lista de aprobados. "Estuve horas con el teléfono pegado a la oreja, ni me acuerdo de lo que cené", recuerda. Pero más que su alegría, destaca la de su familia: "Después tantos años de esfuerzo conjunto, fue lo mejor".
Ahora, encara esta nueva etapa con emoción y con respeto por la función notarial: "Espero estar a la altura de la responsabilidad que conlleva el cargo. Es un trabajo precioso, en el que puedo ayudar a mucha gente".
"Lo consiguen los más constantes"
A quienes están en pleno proceso de oposición, Sara les lanza un mensaje directo: "Que se den oportunidades. Esta oposición no la aprueban los más listos de España, sino los más trabajadores y constantes, los que se levantan de las caídas y de los suspensos y son capaces de sobreponerse a la adversidad".
Y, como lema vital, se queda con el del notariado: Nihil prius fide -"nada antes que la fe"-, que ella ha reinterpretado como una fe profunda en uno mismo. Esa fe, sumada al sacrificio y a una rutina inquebrantable, le ha permitido alcanzar un sueño que muchos ven inalcanzable.
Sara Hernández Gómez ya es notaria. Y su historia es un ejemplo de que, con esfuerzo, constancia y vocación, incluso lo más difícil puede alcanzarse.