Podían ser los bingueros de Pajares y Esteso, que también se transformaban en fieras del latin lover, pero resulta que son los licántropos. Manuel Moreno ha contado en EL ESPAÑOL la historia del vecino de Nombela que se creía hombre lobo y al que sus paisanos achacaban más de una docena de crímenes.

Es una historia del XIX, pero los hombres lobos existen desde Rómulo y Remo, los fundadores de Roma, que fueron criados a los pechos de una loba en alguna de las siete colinas. Después, fue Thomas Hobbes quien recordó que el hombre era un lobo para el hombre y construyó su famoso Leviathán, prefacio del fascismo, el comunismo y cualquier tipo de totalitarismo.

Ahora, con los cincuenta años de la muerte de Franco, vuelven los hombres lobos a Televisión Española. Han resucitado el parte en su honor y se transforman en tertulianos con pelos en la lengua pagados por nuestros impuestos. Hay algunos programas como el de Cintora, que lo emiten por la Uno y la Dos, las dos nuevas cadenas de televisión privada para uso del Gobierno.

El tertulianismo está bien y no seré yo quien arroje piedras sobre mi propio tejado. Salvo cuando ya sabes lo que van a decir antes de abrir la boca. Seres amables y educados se transforman en licántropos de piel cetrina.

Al estilo de los lagartos de V, sacan su verdadero rostro cuando el piloto está en rojo y comienzan los espumarajos por la boca. Hay algunos que son buenos y entretenidos. Me cuenta un buen amigo informado que la alta política de Estado se decide en esas tertulias y los que entran y quiénes no. Ya que no hubo una política de Estado en la Dana, por lo menos que la haya en las tertulias. Nunca estuvo tan dignificada la profesión periodística como con los hombres y las mujeres lobo.

Gritan, chillan, salivan, convulsionan y hay hasta quien se marcha cuando ya no puede más con la niña del exorcista que lleva dentro. Me molan. Actúan al dictado de quien paga y reparte consigna desde primera hora de la mañana. Tienen auctoritas para seguir clamando a fin de mes, cuando hacen caja y recogen la siembra. Es un poco como el españolito de a pie, pero al revés.

El socialismo lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a empobrecer a varias generaciones de golpe. Ya no se puede comprar una vivienda, si no es en condiciones infrahumanas, con cama, cocina y baño en la misma habitación. Cuartos compartidos como en el viejo comunismo soviético. Por no hablar de los pobres que trabajan en dos y tres sitios para comer… Una ideología que promueve la igualdad se da de bruces con el informe Foessa y sigue pensando que tiene razón.

Luego arremeten contra la nueva espiritualidad y los resentidos no entienden que una chica de diecisiete años se meta a monja, como se ve en Los domingos. Comprenden a quienes le quieren quitar la idea desde sus prejuicios laicistas, pero no a los que asumen libremente una vocación religiosa. El hombre lobo no está en París, como cantaba La Unión. Yo creo que está en Extremadura y se va a presentar de candidato socialista al parlamento autonómico. Es verdad que ahora su banda sonora será La danza de las chirimoyas. Pues no hay diferencia…