Maria Toledo cantando una saeta al Cristo de la Vega.

Maria Toledo cantando una saeta al Cristo de la Vega.

Toledo

Saeta por sorpresa de María Toledo en plena 'madrugá' de Semana Santa: "Un momento magnético"

La cantaora, sin previo aviso, se arrancó al paso del Cristo de la Vega por la calle Hombre de Palo de Toledo.

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La cantaora María Toledo ha protagonizado uno de los momentos más especiales de esta Semana Santa en la capital castellano-manchega. La artista toledana, una de las principales exponentes de su género en la actualidad, irrumpió por sorpresa al paso del Cristo de la Vega por la calle Hombre de Palo dedicándole una sentida saeta durante la 'madrugá' del Viernes Santo.

María Toledo ha compartido cómo se gestó este momento que nadie conocía y vivió acompañada de su padre, quien la acompañó hasta el Casco Histórico para seguir esta procesión que tiene lugar durante la madrugada del Viernes Santo.

"Es lo que tienen las saetas, pura improvisación, donde dejas a tu corazón que hable y ahí sale tu alma", ha asegurado la cantaora en un post en redes sociales donde ha reconocido que mientras "en mi casa ordenaba los armarios sin parar" llegó la noche y "me entraron muchas ganas de cantarle al Cristo de la Vega".

Fue entonces cuando tomó la decisión de ir a la parte antigua de Toledo y cantar al paso de la imagen en Hombre de Palo, una estrecha calle que recorre el costado de la Catedral Primada.

María Toledo ha confesado que llevó a cabo esta interpretación "a pie de calle, que es como me gusta cantar las saetas y sin que nadie sepa si canto o no, porque cuando llega el momento nunca sabes qué puede pasar". "Es lo mágico" de este género, agregaba.

Durante la interpretación, ha reconocido que "lo mejor de todo" durante la sentida interpretación ha sido "tener a mi padre al lado, que sé que le gusta mucho que cante en Semana Santa".

"¡Gracias papá y gracias a la vida por estos momentos magnéticos que me llenan de ilusión!", señalaba.

El Cristo frente al que fue bautizada

La elección del Cristo de la Vega no fue casual para María Toledo. Como la propia artista ha explicado, fue en su ermita, situada en la Vega del río Tajo, donde recibió el sacramento del bautismo por lo que para ella, estar frente a esta imagen "me transmite mucho" y por eso "fue muy especial cantarle agradeciéndole el regalo de la vida".

La imagen del Cristo de la Vega tiene la particularidad de que está clavado en la cruz solo por uno de sus brazos mientras que el otro lo tiene pegado al costado. Según la leyenda, el motivo de esta singular estampa se remonta al juramento que hicieron ante él Diego Martínez e Inés de Vargas, dos amantes que casi en la clandestinidad habían mantenido relaciones extramatrimoniales.

Ante la inminente partida de este caballero a luchar en Flandes, su amada le pidió que jurase ante la imagen de este Cristo que cuando regresase de la batalla ambos se casarían.

Pasados los años, Diego Martínez regresó a Toledo con el rango de capitán y olvidándose del juramento para desposar a Inés de Vargas.

Ante esta circunstancia, la dama obligó al caballero a rendir cuentas ante el Cristo de la Vega junto a un notario. Según cuenta la leyenda, cuando este preguntó a la imagen: "¿Juráis ser cierto que un día, a vuestras divinas plantas, juró a Inés don Diego Martínez por su mujer desposarla?", el Cristo desclavó su brazo derecho de la cruz, lo bajó y exclamó: "Sí, juro".