La Sexta quiso este domingo por la noche triturar a Emiliano García-Page y cenárselo después, bien machacadito y condimentado abundantemente de sanchismo, pero Gonzo y compañía se quedaron con las ganas y tuvieron que conformarse con las migas de los postres. Poca cosa. La sombra de Pedro Sánchez es alargada: pusieron la picadora a funcionar a toda pastilla y le aplicaron el tercer grado al presidente de Castilla-La Mancha, que salió de la encerrona televisiva en mejor forma que nunca y completamente imbatido. Apenas tres o cuatro arañazos. Criaturas, que diría Arturo Pérez-Reverte.

La Moncloa, con el brazo armado de Salvados y un escenario televisivo diseñado para ser hostil, ha dejado claras ya sus intenciones: desmantelar a Page y evidenciar su soledad, apartarlo del PSOE, cazar al demonio que lleva dentro y expulsarlo al infierno del PP. Póngase usted a la derecha de Alberto Núñez Feijóo. Sánchez quiere al PSOE en posición de firmes y encefalograma plano: es tan evidente como enternecedor, la maquinaria sanchista a todo meter para laminar al único de los suyos que no se somete al cesar. Palacio manda y la corte obedece. Chute de anestesia televisada en vena y a seguir durmiendo. No se pierdan en El Español la columna sin desperdicio de Armando Zerolo, titulada “La Sexta dice al PSOE que debería purgar a Page”.

Pero la “operación Page” no es tan sencilla. Lleva años entre lobos y tiene muchas tablas. Y unas cuantas mayorías absolutas, primero con José Bono y luego suyas propias. Lo demostró anoche en los salones de Gonzo y ni siquiera perdió la simpatía y los modales, como tal vez alguno se hubiera merecido a la vista del montaje de soledad sovietizante que quisieron aplicarle. Por cierto, con récord de audiencia, la mejor de la temporada en Castilla-La Mancha, un 8,9 por ciento de cuota de pantalla y 65.000 espectadores. Entró de pie y le faltó salir a hombros. Los datos nacionales también son de marca: el programa del día con mayor audiencia en la Sexta, a saber un 6,1 por ciento y casi 900.000 espectadores.

Otro momento de la grabación del programa

Otro momento de la grabación del programa

Así que este lunes por la mañana todos hablan de Page. Pleno al 15 en radios, televisiones y tertulias variopintas. Las portadas le acarician: ya se consolida como la única referencia socialdemócrata que queda a este lado del muro y con la suficiente edad y trayectoria como para no sobreponerse al tigrekán mediático de la Moncloa. Es verdad que, desde el comité federal a esta parte, Page tal vez haya sido amortizado como díscolo oficial y ahora el sanchismo quiera darle la puntilla, pero hay una cosa que está clara: no parece que nadie mande en su carrera ni que, a estas alturas, vaya a venir ningún yogurín de encargo a robarle la merienda. Sólo faltaría. Matar (políticamente) a Page necesita mayor artillería.

Total que, dicho esto, me quedo del programita con algunos detalles. Primero: suspender a Sánchez con un dos en política territorial es, además de extraordinariamente generoso en la nota, un palo contundente a la hasta ahora ministra del ramo y portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, nuestra manchega favorita del sanchismo y actual ministra de Vivienda. No hay duda: un misil directo camino de Ciudad Real. Pues eso: ¿quién ha sido la ministra de Política Territorial desde julio de 2021? Agua clara.

Segundo: anunciar Page que él hubiera renunciado al acta antes que votar la investidura de Sánchez deja a los pies de los caballos a los diputados del PSOE, sobre todo a los de Castilla-La Mancha. Es lo que hay, se pongan como se pongan. Cada uno tiene su conciencia y sabrá cómo actuar, pero estas palabras de Page los deja en evidencia. Un feo, un roto, un golpetazo con la regla. O a mí me lo parece. Tengo la impresión de que entre los socialistas castellano-manchegos empieza a abrirse una brecha. Ya veremos, que queda mucho, y variado, por venir.

Y tercero: resaltar que España vive de forma lamentable una “época absolutamente de trincheras” es una verdad como un templo de la que hay dos responsables principales. Sánchez y este PSOE sometido. El presidente de Castilla-La Mancha lleva razón y lo que dice es de una enorme gravedad. Y ahí dejo una ocurrencia final a bote pronto que me suena haber escuchado por la radio: elija usted, querido lector, entre traicionar a España y traicionar a su partido, ¿a quién traicionaría? Ya está. No diga más. Baja el telón.