Por favor, qué maravilla. No me digan que no es fabuloso y un punto enternecedor. La mancheguísima Isabel Rodríguez, ministra portavoz del sanchismo, acaba de marcarse su mejor speech. Como mínimo, la frase del año. Apunten: “Lo que diga el presidente del Gobierno será lo que ocurra en España porque ha demostrado que cumple su palabra”. Lo dijo muy seria y casi con solemnidad, haciendo el esfuerzo de creérselo ella misma, así que el aplauso está siendo general y estoy empezando a pensar que la gente salió en multitud el domingo a las calles a defender a Pedro Sánchez de los malvados que le llevan la contraria, fascistas todos, que son los cuatro gatos de siempre. Créanlo: las protestas diarias de Ferraz van contra Alberto Núñez Feijóo, pregúntenle a Félix Bolaños, que es el hombre que lo sabe todo.

Total, que las redes sociales y tertulias están que lo petan desde anoche con el singular hallazgo lingüístico-poético de la portavoz Rodríguez, que ha dado la vuelta a España y nos ha hecho a todos tan felices: sobre todo porque ha terminado de inventar un género de humor (elegantemente manchego, tan surrealista) que el sanchismo ha venido pergeñando en estos años y que ha hecho cumbre con las imprescindibles obras completas de la propia ministra en las ruedas del Consejo de Ministros. A saber: la realidad paralela, que se distribuye bajo la marca comercial de “Los monólogos de la Moncloa”, a la venta en supermercados, ultramarinos y establecimientos del ramo. El esperpento del ruedo ibérico, desde Valle Inclán a nuestros días, no ha hecho más que cobrarse bríos. Estamos a un telediario de que nos coloquen una miniserie.

Y es que tendrán que reconocerme que, bajo mando de Sánchez (ese hombre), el sainete en España alcanza cotas inimaginables, como viene observando nuestro Emiliano García-Page, aunque con expresiones más apropiadas a la causa, como terminar siendo un botifler, la mentira como sistema, entregarse al prófugo y otras tan a la moda en nuestros días. La humillación como síntoma y resumen. Es un crack nuestro Page, siempre con la hora en punto, a caballo entre Pepito Grillo, el llanero solitario y el increíble Hulk, como le ha retratado genialmente el gran Tomás Serrano en su viñeta de El Español, que siempre es un zarpazo.

O sea que al fugado, después de lo de la portavoz de ayer, ya no hay más remedio que nombrarle, por lo menos, Defensor del Pueblo o Pacificador General del Reino. Y siempre Molt Honorable. El Hombre de Paz, con moqueta, sueldazo y coche oficial. Nunca nos hemos visto en otra en España y usted que lo disfrute, que vienen tiempos divertidos y ya me estoy imaginando de ministro al bueno de Gabriel Rufián, que es un españolazo como la copa de un pino y un tío de una vez. Y una última cosita de Page: que nadie espere ahora su "suicidio político" matando políticamente a Sánchez, como bien ha explicado en estos mismos papeles digitales mi amigo Pedro Antonio López Gayarre, que lo ha clavado. Es un imponderable.

En fin, el caso es que no me encaja la perfecta brillantez de la ministra ciudadrealeña con las quinielas de algunos periódicos que están dando su cargo por amortizado y la sitúan fuera del próximo Gobierno. ¿Cómo puede ser? Me parece casi imposible que Sánchez encuentre a otro ministro portavoz tan a la altura de su personaje y de los tiempos que vivimos, tan líquidos tirando a gaseosos, pero él sabrá el tiro en el pie que quiere darse. Si alguien se merece ser portavoz del sanchismo, Isabel Rodríguez está la primera de la lista, pero ahí queda el runrún y quién sabe cuál será su próximo destino, que lo tendrá: sí o sí.

Así que llego al final de estas negritas con mil cosas por contar y con el alcalde de Toledo, Carlos Velázquez, en Noruega, que se ha ido a la caza del turista, aunque en realidad es una escapada de la investidura. No lo duden. A Page ni siquiera le han invitado, el pobre, pero tampoco parece que le importe mucho. O nada. Puaj, ¡qué vida esta!