Acostumbrados a ser la Comunidad Autónoma a la vanguardia nacional en casi todo -versión Gobierno regional- no ha sorprendido sin embargo conocer como el Instituto Nacional de Estadística sitúa a Castilla-La Mancha a la cabeza de las regiones en España con mayor subida de precios al consumo.

Una tormenta inflacionista del IPC anclada en esta tierra, junto a otros territorios del Estado y del resto de economías del mundo azuzadas por el sobrecoste de las materias primas a raíz de la guerra de Ucrania. Una situación que no tiene visos de amainar y que han disparado los precios internacionales de la energía, lo mismo que de otros sectores de importancia capital para la economía, que igualmente han visto aumentadas sus cotizaciones de forma considerable. Una inflación, según los sindicatos, consecuencia de los elevados beneficios empresariales.

Aunque la inflación es un mal endémico en el mundo, no castiga por igual a todos los territorios del Estado español donde, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) la cesta de la compra es ya un 15,2 por ciento más cara que hace un año. En el caso de Castilla-La Mancha los datos del INE son tozudos e ilustran claramente la virulencia que esta subida generalizada de precios está teniendo en nuestra región. Un aumento que en junio ha supuesto el mayor en todo el país, con un IPC batiendo récords del 12,7 por ciento, frente un 10,2 por ciento de media nacional que no se conocía en España desde hace 37 años. De la misma forma, Toledo se ha convertido en la provincia más cara del país, con una subida de precios del 13,5 por ciento, 3,3 puntos por encima de la media.

Una escalada liderada por Castilla-La Mancha que no se detiene, que también influirá en una mayor pérdida del poder adquisitivo de sus trabajadores ante tamaña inflación. Un encarecimiento en un territorio donde, tras Aragón, menor ha sido la subida de los salarios por convenio colectivo de todo el país, un 1,98 por ciento en Castilla-La Mancha. Una desesperante situación que se produce además en una de las comunidades con una de las rentas medias por hogar más bajas del país, y que de nuevo tiene a la clase trabajadora de esta tierra como rehén de una posición que desde hace tiempo resulta preocupante. Una disposición que previsiblemente se prolongará todavía en el tiempo para lamento una ciudadanía cada vez más empobrecida como en este caso sostienen las estadísticas del INE.