Solía recurrir Miguel de Cervantes en su obra maestra al uso de diferentes preparados de botica para el manejo terapéutico de los avatares sufridos por los protagonistas de El Quijote. Entre estos potingues surgidos de la fantasía del autor, destacaba el salutífero y eficaz bálsamo de Fierabrás, perteneciente al conjunto de remedios mágicos de la literatura caballeresca medieval. El bálsamo parece haber vuelto al mercado con fuerza, concretamente a las estanterías del PP, con Juan Manuel Moreno como prescriptor tras su aplastante victoria en las elecciones autonómicas andaluzas.

Una debacle socialista que el PSOE se niega reconocer, ni proyectar sus consecuencias a nivel nacional como mejor cortafuegos hacia su presidente nacional. Un desastre anticipado, aunque no de semejantes dimensiones, que la portavoz socialista, Adriana Lastra, elevó a la categoría de esperpento cuando la noche electoral aseguró que el ganador de los comicios lo hizo gracias a las ayudas del Gobierno Sánchez contra la pandemia en Andalucía. 

Convertido ahora por ensalmo en el mejor Fierabrás para la formación, la prescripción “Juanma Moreno” parece haber desatado la euforia entre los populares, seguros del cambio de ciclo de la política española a todos los niveles. Convencido igualmente de las bondades del efecto andaluz -sin estar muy claras las suyas- el líder popular en Castilla-La Mancha, Paco Núñez, se aprestó también de inmediato a confirmar el cambio de una tendencia que previsiblemente se producirá igualmente en la región. Núñez se muestra ya convencido de que el PP gobernará la Junta de Comunidades a partir del próximo año, “gracias a la alternativa política que estoy construyendo”. 

Nadie puede negar que las diferencias electorales entre las dos grandes formaciones en España se han hecho más evidentes tras los tres procesos regionales celebrados últimamente -Madrid, Castilla y León y Andalucía- y cuyas consecuencias representan algo más que un tropiezo para los socialistas. Un síntoma que el Gobierno de Castilla-La Mancha niega con rotundidad tratando de desvirtuar una realidad cada vez más incuestionable, que también puede afectar a esta tierra. Tanta que, para poner en valor a García-Page e intentar recuperar el pulso político, el vicepresidente Martínez Guijarro se ha visto obligado igualmente a recurrir al éxito del bálsamo “Juanma Moreno” como ejemplo de moderación y defensor de los intereses de la ciudadanía. Mal debe andar el Gobierno de esta tierra, acostumbrados siempre a denostar al adversario, para tirar de la oposición a la hora de elegir prototipos de comportamientos ejemplares. 

Estamos ante una batalla por el poder en Castilla-La Mancha que se prolongará hasta la celebración de las próximas elecciones, con el PP -ahora con el viento de cola- y PSOE como principales protagonistas, y VOX agazapado esperando su ocasión y determinación. Un cambio de ciclo que las próximas encuestas pueden ir consolidando, y que obliga al Gobierno regional a maniobrar con urgencia para frenar una tendencia que les puede hacer desalojar del Palacio de Fuensalida.