En la antigua Roma, el día de su victoria, el general victorioso solía coronarse de laurel, ataviarse con una toga triunfal de purpura y oro y desfilar ante la multitud, cual monarca o incluso divinidad, subido a un carro tirado por cuatro caballos junto a su ejército sin armas, prisioneros aprehendidos, y botín conquistado en la contienda.

Que se conozca, al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, no le ha hecho falta semejante fanfarria, indumentaria, y recorrido por los patios del Palacio de Fuensalida para simbolizar el rotundo éxito obtenido gracias a la “avalancha de avales” conseguidos recientemente en el proceso organizado por la formación para seguir liderando el partido en la región. Un resultado que se sustanciará en el Congreso regional del PSOE que se celebrará a finales del próximo mes de octubre.

Un apoyo claro de la militancia como se ha apresurado destacar uno de sus más fieles “cónsules” del partido en la región, Sergio Gutiérrez. La única candidatura presentada ha obtenido “diez veces más del máximo permitido”, más de 4.300 avales y el 36,5 por ciento del respaldo de los afiliados.  Un “clamor unánime” de la militancia para que el presidente de Castilla-La Mancha vuelva a ser también el candidato de los socialistas en las próximas elecciones autonómicas de 2023.

Un mensaje más de cara a Ferraz que a la propia militancia, entregada y convencida de que el “general” Emiliano es el mejor, también el único, candidato para revalidar la presidencia de esta Comunidad. Igualmente, para el líder de la oposición, Paco Núñez, complacido con su designación, aunque desatendiendo la suya propia todavía algo confusa.

No ha tardado García-Page en exhibir la fortaleza del botín de avales cosechado de la militancia socialista. Y lo hace como tan bien lo sabe concebir. Poniéndose de frente ante una avanzadilla de resoluciones del partido y del propio Gobierno de la nación en las que el presidente de Castilla-La Mancha se muestra en absoluto desacuerdo.  Como últimamente en el homenaje a Parot, reparto de dinero público entre las comunidades autónomas – con batalla institucional incluida “si Cataluña obtiene privilegios”-, retirada de la bandera de España de la mesa de negociaciones con el gobierno catalán, o retraso “intencionado” del proyecto de la A-43, entre otros.

Hace tan sólo unas semanas, con motivo del cambio de Gobierno, algunos analistas sostuvieron que el nombramiento de la alcaldesa de Puertollano, Isabel Rodriguez, era una llamada de atención de Pedro Sánchez a los “desmanes” de García-Page y también una posible candidata en las próximas elecciones autonómicas. Una espada de Damocles para uno de los barones socialistas más críticos, pero muy firme en su territorio, que seguramente tendrá que seguir colgada durante mucho más tiempo. Al menos, mientras la ministra Rodriguez muestre algo más de protagonismo que el ofrecido la pasada semana en la mesa de negociación con los catalanes. Con Félix Bolaños como voz cantante, a la ministra de Política Territorial, precisamente, tan sólo la confiaron ser miembro del coro de la función.