Federico Martín Bahamontes, el Águila de Toledo.

Federico Martín Bahamontes, el Águila de Toledo.

La tribuna

Un pionero, un excéntrico, una leyenda

8 agosto, 2023 09:51

Federico Martín Bahamontes ha escalado hoy su última cumbre. El Águila ha volado al cielo convirtiéndose en un mito para Toledo, una ciudad que vive de sus leyendas como él mismo hizo durante buena parte de su trayectoria. La historia del helado, bien conocida por todos y a caballo entre la realidad y la ficción -tuvo que esperar al pelotón por una avería y no por arrogancia-, es el mejor ejemplo de cómo este singular deportista supo explotar sus excentricidades para convertirse en un campeón distinto al resto, en un pionero.

Ya con su propio nombre jugó hasta el fin de sus días. En realidad se llamaba Alejandro, pero él mismo acabó adoptando el nombre de Federico por un empeño de su tío. Del mismo modo, siempre prefirió que se refirieran a él por su apellido materno, porque "hay muchos Martín, pero Bahamontes sólo hay uno". Un genio del márquetin que antes de ser bautizado por los franceses como el 'Águila de Toledo' fue conocido como 'El Lechuga', en referencia a un primer trabajo transportando verdura al mercado de la ciudad.

Pocos saben que un médico, a una temprana edad, le detectó una afección con la que difícilmente podría haber desarrollado una carrera exitosa como deportista de elite. Pero Bahamontes, además de excéntrico, era terco. Y se empeñó en convertirse en uno de los más grandes a pesar de esta advertencia. Eso sí, esta cabezonería también hizo que costase mucho convencerle de que su objetivo debía ser algo más que el premio al mejor escalador en el Tour. De ello tuvo que encargarse otro campeonísimo, el italiano Fausto Coppi, quien fue su director y el que le insistió, con unas migas mediante en una finca toledana, de que tenía piernas para vestirse de amarillo. "Si quedas primero, la Montaña llegará sola", le dijo.

Así lo hizo en el Tour de 1959, una carrera cuya primera etapa la ganó antes de comenzar la prueba. Se corría por países y el seleccionador, Dalmacio Langarica, nombró jefes de filas a Antonio Suárez y Bahamontes. Esto provocó una trifulca en la Federación porque Jesús Loroño quedaba relegado a un segundo plano. La prensa de la época escribió que el conflicto incluso llegó a las manos, pero 'Fede' se salió con la suya porque su gran rival y también enemigo se quedaba en tierra.

Una vez en el Tour, las cosas fueron rodando a su favor. Incluso cuando se las querían poner en contra, como en la crono en la que permitieron salir dos minutos por detrás de él a Anquetil -un excelso rodador-, a pesar de estar peor clasificado. Bahamontes lo aprovechó dejándose alcanzar en la primera parte de la etapa para después mantenerse en la estela del francés y perder sólo dos minutos, cuando en condiciones normales hubieran sido más. El calor se encargó de deshacer a otro de sus rivales, Charly Gaul, quien ya en los Alpes y sin opciones se convirtió en su aliado para que el toledano conservara su ventaja. Una renta fraguada tras una escapada marca de la casa en los Pirineos y la exhibición en la cronoescalada de Puy-du-Dôme. Argumentos sobrados para vestirse de amarillo y entregarle el ramo de flores a su mujer, Fermina, en el velódromo de París.

Su esposa no evitó, eso sí, que abandonara un Tour a pesar de la insistencia de su director. "Fede sigue, hazlo por Fermina", le espetó cuando se bajaba de la bici mientras se negaba a continuar. "Hazlo por España", a lo que respondió que no. "Fede, hazlo por Franco", y ya el genio del Águila saltó. "Ni por Franco, ni hostias", y así abandonó Bahamontes, el rey de la Montaña de la ronda gala con seis maillots de puntos rojos en su palmarés.

Estas excentricidades él mismo la confirmaba totalmente, en parte o las negaba, según le interesara alimentar su leyenda. A veces, se las adjudicaba a otros compañeros, como la venta a otros ciclistas de guantes de estraperlo durante un Tour: "Esos eran los valencianos". La del dopaje, ya existente en su época, la zanjaba a su estilo: "Yo nunca me dopé, la prueba es que el resto de corredores de mis tiempos están todos…". Cerraba la frase señalando con su dedo al suelo.

Otras, que rozan el surrealismo, las revelaba él mismo. Como durante una llamada de mi compañero de La Tribuna, Mario Loeches, en la que nos contó que había recibido una oferta para ir a Supervivientes: "Yo ya pasé hambre hace mucho tiempo, como para irme ahora a una isla a comer bichos". Si era verdad o no, sólo lo sabía él. Una excentricidad más de un pionero que ahora es leyenda. Descansa en paz, Fede, y espéranos tomándote un helado.

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