La Academia de Infantería de Toledo va a formar e instruir a cuatrocientos soldados provenientes de Ucrania en técnicas militares a partir del próximo 1 de noviembre. Es como si los Santos este año conmemorasen a la vez todas las víctimas de la guerra. Una guerra cruel e injusta, como todas ellas, que amenaza con quebrar el fino y delicado equilibrio europeo alcanzado tras la Segunda Guerra Mundial. Lo que no pudo la crisis financiera ni la pandemia, puede llevárselo por delante las ansias del hijo de Putin que juega desde su torre de marfil a apretar botones sin ojal pero con ojivas. Siempre las guerras se sabe cómo empiezan, pero nunca cómo acaban.

Italia inaugura un gobierno que ni en sueños podríamos pensar hace diez años. El Reino Unido, la mayor y más vieja democracia del mundo, se tambalea por la inconsciencia de los torys, que llevaron al precipicio a la isla hace un lustro con el asunto del Brexit. La lección que hay que sacar de la dimisión de Tris Trass y Se Acabó no es que las bajadas de impuestos no estén bien, como aquí señala nuestro gurú, sino que las propuestas hay que hacerlas de manera ordenada y razonable, atendiendo a criterios sólidos y fundamentados. El expolio fiscal que vive España en nada tiene que ver con el Reino Unido y allí no se han creído una bajada de impuestos si no viene acompañada de un recorte de gasto evidente. Es lo que aquí debe explicar el Partido Popular para desenmascarar definitivamente el trilerismo fiscal del Gobierno. Baje impuestos, sí; pero explique cómo va a ajustarse usted al mismo tiempo.

La idea de la izquierda de que el dinero debe repartirse y que los ricos son malos causa ya fatiguitas. Entre otras cosas, porque como dice mi admirado Rodríguez Brown, los ricos son usted, señora. Este Gobierno, con su saqueo fiscal, ha destruido a la clase media española. No hay más que salir a la calle y ver los negocios privados. Como dice Ángel Nicolás, hablar con cualquier héroe que todavía sube la persiana. Hoy el autónomo es una especie en vías de extinción. Porque se lo han cargado, porque no le han levantado el pie del cuello, porque pensaban que la vaca daba leche hasta la última gota. Y ahora lo que dan son subsidios, que tienen más cuenta, porque así les debes hasta el último garbanzo con que te dan de comer.

Los cuatrocientos ucranianos en España son la luz de nuestro país al conflicto que se dirime en Europa. En esto hay que aplaudir al presidente del Gobierno y a la ministra de Defensa. Por lo menos, en esto sí. Pero la delgada línea del invierno que atraviesa el continente puede poner en jaque a muchos gobiernos. Los precios no se controlan topando el gas, por más que Sánchez se empeñe en ello. Lo que no paga usted hoy lo pagará mañana. Los precios se relajan ampliando la oferta. La diferencia entre la socialdemocracia y el liberalismo en la actualidad es que la primera quiere que la guerra y los desmanes los paguen nuestros hijos y el segundo, nosotros mismos. Por lo demás, como no se unan ambos igual que los ucranianos, el populismo los comerá vivos. En esto, ha sido más lista la izquierda o el sanchismo en nuestro país, que lo vio antes y por eso se unió a Esquerra y Bildu. Aunque haya que sacar los presos de la cárcel, como en la República tras el 34. Por eso les obsesiona tanto la Historia, porque se repite y no quieren que se sepa. Pero la Historia vuelve como el hámster a su rueca. Y, o aparece algún Churchill que despierte conciencias y abra los ojos, o el túnel al que vamos es de impredecible salida.