Duelos y Quebrantos

En tu día

30 mayo, 2018 00:00

Querido M.

Esta semana se celebra el día de la región en la que vives desde hace muchos años, en la que naciste, de hecho. Verás que hay un acto en el que políticos de diversos colores se dan la mano, reparten unos premios y ensalzan esta comunidad autónoma que, sinceramente, a ti te trae un poco al pairo. Sí, que eres de Castilla-La Mancha, pues vale, ¿no?, naciste aquí como podrías haber nacido en La Rioja o en Sudáfrica.

Pues no da igual. Comparto contigo, M, que una comunidad autónoma no es más que un edificio administrativo como cualquier otro que debe servir para que sea más eficaz el servicio que la administración presta al ciudadano. Pero haz un pequeño esfuerzo, olvida la letra de la ley y mira aquello que te constituye.

Tu abuela, rosa, que te dice traspellao y te zurze los calcetines aunque tú le digas que no lo haga, tu primo Pepe, que le echa más ajos que tomates al gazpacho, tu tío, Javier, que te sermonea las siestas del verano con lo del trasvase, que si los de Murcia juegan al golf con el agua que a él hay que llevarle en camiones cisterna; y qué decir de tu novia, María, que cuando quiere decir que casi no llega a tiempo a vuestro pueblo de Cuenca ella va y dice que casi llega, o tu primo Agustín, el que tiene muchismo frío cada vez que se va al campo con las olivas. Oye, M, y no te olvides de tu bisabuelo, que ya no está, pero que te subía al alda de pequeño a contarte historias de pueblo delante de la chimenea.

Desde luego, querido M, a ti lo de las competencias administrativas te da un poco igual y, ahora que empiezas a pensar por ti mismo, puede que lo único que te importe es que los que mandan, esos de Madrid y de Toledo, sean capaces de no menguarte demasiado la paga a base de impuestos. Y tienes razón. Pero tu tierra no tiene la culpa de eso. El otro día me preguntaste ensimismado que por qué a algunos catalanes les pesa tanto la bandera, que ni que les diera de comer estar todo el día con la estrellada esa en el cuello y el lazo amarillo hasta en las playas. Algo así dijiste. No quise entrar en ese lío, pero, ahora que lo pienso, querido M, sabes lo que pasa, que esas personas entienden la bandera como si fuera un arma con el que arrearle al de al lado, en la calle o en la playa. Tu bandera no es de esas de contra nadie, sino de las de hola como estás, bienvenido. Casi mejor, ¿no?

Bueno M, no quiero enredarme más de la cuenta. Es solo que esta semana verás que hay un día en que no trabajamos y a lo mejor te da por irte a Madrid de centro comercial, o puede que por encerrarte en tu cuarto a jugar al Fornite ese que te tiene tarumba. A mí me parece que es buen día para que madrugues, quedes con tus amigos o con tus primos, que salgas a la plaza, que te vayas al campo, que visites la catedral, yo que sé, que mires a tu alrededor y te des cuenta de que, con o sin bandera, esta tierra tuya dice mucho de ti. Que la disfrutes.

Papá