Ciudadanos está demostrando que se puede hacer oposición, incluso una dura oposición, y a la vez contribuir con el gobierno de turno a la marcha de la gestión sin que el color político de los que mandan sea un obstáculo para ello. El partido de Inés Arrimadas gobierna con el PP en varias comunidades autónomas mientras que apoya las leyes presupuestarias de otras en las que gobierna el PSOE, como es el caso de Castilla-La Mancha. Algo similar ha ocurrido en Aragón y, por lo que parece, también en Valencia.

El hecho de que Ciudadanos no haya llegado a un acuerdo con Pedro Sánchez para apoyar los presupuestos generales de la nación no ha impedido que lo hagan en comunidades autónomas controladas por el PSOE. Ciudadanos está siendo flexible y eso rompe en parte con esa intolerable tradición de la política española en la que no caben los términos medios. En Castilla-La Mancha el partido que lidera en la región Carmen Picazo ha hecho una oposición muy dura a Emiliano García-Page en un año en el que no se han cansado de denunciar los fallos en la gestión de la pandemia de coronavirus, y a la vez han sido capaces de introducir enmiendas al proyecto de presupuestos del gobierno de suficiente calado como para terminar votando a favor de su aprobación.

Gracias a ello, el presupuesto de Castilla-La Mancha para 2021, de 12.102 millones de euros, se aprobó el jueves con el respaldo de los 19 diputados del Grupo Socialista y los cuatro del GrupoCiudadanos, lo que ha supuesto la mayoría más holgada de la historia de las cuentas regionales al conseguir 23 votos favorables de los 33 posibles.

Un éxito para Page, que no parecen importarle las críticas diarias de Ciudadanos mientras a la hora de la verdad le aprueben sus leyes e iniciativas más importantes. Y la de presupuestos está por encima de cualquier otra.