Terminamos el año como comenzó el anterior, y el anterior, y el anterior: el PP no se concede una tregua a sí mismo ni a los ciudadanos en su manera de entender la  Oposición como instrumento de crear hartazgo en los ciudadanos. ¿Y con gentes así querían algunos que se formara un gobierno de coalición? ¿Alguien se imagina lo que hubiera sido gobernar con tales personajes? El Sr. Casado ha dicho estos días que ellos no iban a ser muleta del Gobierno. Cuando se acaban de aprobar los Presupuestos Generales del Estado, el PP entiende que el Gobierno se está cayendo. Ha dicho también que no será apósito del Gobierno. Cuando el Gobierno ha pactado una reforma laboral con sindicatos y empresarios, entiende el Sr. Casado que el gobierno necesita que taponen las heridas del enfermo. ¿En qué realidad vive el Sr. Casado y su partido?  ¿En qué realidad queremos vivir nosotros? ¿En la de un Gobierno que garantiza la revalorización de las pensiones, establece el salario social, sube el salario mínimo o con la oposición que promete bajar impuestos, que nunca hace, o precariza el empleo y congela salarios para crear una competitividad de bajos sueldos?

No van a ser ni apósitos ni muleta –ha dicho el Sr. Casado- porque ellos son el partido que va a gobernar España –Dios no lo quiera– en los próximos años y deben disponer de su propio programa de Gobierno que no precisará de acuerdos con colectivos sociales ni de pactos. Una presunción estúpida en la  historia de nuestra democracia. Pero aún así, declaran la guerra total a todo lo que se mueva. Lo habitual, por otro lado, desde aquella fecha en la que un tal Sánchez traidor, cobarde y miserable, ganó por dos veces las elecciones y formó Gobierno con los enemigos de España que, mira tú, forman parte del Congreso y del Senado de la Nación. Hecho insólito donde los haya. Se inicia un nuevo año en el que el PP no sabe o ha olvidado en qué consiste ser Oposición en un sistema democrático. Ni siquiera entendieron el sencillo modelo dialéctico de Hegel. La democracia como proceso en el que la confrontación de tesis con antítesis da lugar a una síntesis que mejora la calidad de vida de los ciudadanos. La democracia no es ni un combate ni una guerra de desgaste, sino el contraste de argumentos y principios en una sociedad libre.

Han transcurrido los meses suficientes para saber que al PP y A quienes le apoyaron en su momento, nada les interesó de la pandemia, sino la señal inesperada que veían en ella para desgastar al Gobierno. ¿Recuerdan los textos que se escribieron y las cosas terribles que se dijeron en los primeros meses del año 2020? Se escandalizaron porque se convocaron elecciones en Cataluña en medio de una de las olas epidémicas  que padecemos, pero les resultó razonable convocar elecciones en Madrid. La Sra. Ayuso quería gobernar sola. La operación se vuelve a repetir un año después, entre otra oleada de contagios, convocando elecciones en Castilla y León. Sabe el Sr. Casado, como sabemos todos, que allí los votos conservadores están asegurados. Y con eso, unido a Madrid y, presumiblemente con Andalucía, construyen en el imaginario estratégico del Sr. Casado y su directiva el camino que conduce a la Moncloa. En esas estamos, mientras una inflación, ésta sí prevista, devora la economía occidental y nadie se atreve a mirar cara a cara la epidemia.