Capilla Sixtina

La modernidad de la Universidad laboral

15 octubre, 2019 00:00

Las papeletas se iban a echar para que el proyecto de Universidad Laboral en Toledo se hiciera en consonancia con los gustos historicistas que promovía la dictadura. Volvían las banderas victoriosas y sus arreboles al viento debían reflejarse en la arquitectura. La Arquitectura siempre ha sido la representación de la identidad de una época. Pero, al contrario de lo que pudiera esperarse en una ciudad con el simbolismo de Toledo, la construcción se sitúo en la modernidad. Nada de Historia, nada de mudéjar, nada de neorenacentismo herreriano. El proyecto sería una obra de arquitectura, encuadrada en el “Estilo Internacional”. Moreno Barberá, el arquitecto, planteó a la Mutualidad de los Trabajadores y al propio ministro, Licinio de la Fuente, la conveniencia de que los hijos de los trabajadores recibieran formación en un centro abierto, trasparente y rodeado de jardines con especies autóctonas que no extrañaran a los alumnos. Tenían que sentirse como en el pueblo. Licinio, niño de pueblo al fin y al cabo, se vería identificado. El arquitecto, por su parte, intuyó que tenía que construir en Toledo una obra moderna para añadir al variado catalogo arquitectónico de la ciudad.

Había sido discípulo de Leopoldo Torres Balbás, ligado a la “Institución Libre de Enseñanza”, que defendía el aprendizaje en dialogo con la naturaleza. Por su estancia en Alemania conocía las orientaciones funcionales de la construcción nueva, según los preceptos más identificables de la Bahaus. La Institución Libre de Enseñanza más sus modelos pedagógicos combinados con los principios de la arquitectura racionalista contribuirían a la creación de un centro educativo singular, utilitario y lleno de luminosidad. Nuevos contenedores para nuevos trabajadores. Su estilo se acomodaba a lo que, en 1955, había publicado como directrices fundamentales de su trabajo: lógica, claridad, estudio pormenorizado de la función del edificio y adecuación a las técnicas constructivas modernas. Sus obras ofrecen gran variedad de estilos como lo muestran el Ministerio del Aire, el edificio Callao, el teatro Barceló o el antiguo Galerías Preciados, con la utilidad y funcionalidad de la arquitectura clásica. Sobre estas bases planteará para Toledo un proyecto que repetirá en Cheste y en las Palmas. Mediante la yuxtaposición de estructuras hexagonales se articula una red celular geométrica que puede adaptarse a cualquier actividad docente por muy diferente que sea. Sirve tanto para el programa educativo de su época como para cualquier otro de tiempos venidero. De ahí la polivalencia del centro. La generosidad en el uso del suelo permite crear un espacio diáfano de inteligencia y aprendizaje en el que las calles, con vegetación a los lados, sirven para desplazarse, pero también como itinerarios de relación y contacto del conjunto educativo. Para forzar aún más su intencionalidad de claridad, los lugares de usos comunes, pasillos interiores, biblioteca, cafetería, se conciben como escenarios trasparentes por los que luz entre en sus cambiantes tonalidades horarias.

En una ciudad de arquitecturas superpuestas, de volúmenes y estilos diversos, aparecen por primera vez unas estructuras orgánicas y funcionales. Únicas en el panorama educativo de Toledo. Un modelo que debiera inspirar las edificaciones del sistema democrático en el que la educación y la formación deben ser tratadas como instrumentos estratégicos del desarrollo individual y colectivo. Por su actualidad, singularidad, racionalidad y versatilidad tendría que integrarse en el Patrimonio Protegido y Cultural de Toledo. “El espacio monumental –ha escrito Henri Lefebvre- ha ofrecido a cada miembro de una sociedad la imagen de su pertenencia, imagen de su rostro social, espejo colectivo más autentico que un espejo individualizado”. La Arquitectura es una fabulosa narradora. Solo hay que mantenerlos y escuchar lo que los edificios cuentan de sí mismos y de la época en que se construyeron.