Estaba claro a principio de campaña que, en lo que toca a la región, al PP de Núñez y Feijóo le convenía nacionalizar las elecciones. Y en eso curiosamente se han encontrado con Pedro Sánchez como un aliado impagable empeñado en aparecer en mítines en toda España vendiendo dádivas, subsidios y subvenciones varias a través del Consejo de Ministros. García-Page también tenía claro que cuanto menos apareciera su secretario general por la región, mucho mejor. La marca PSOE-Sánchez asociada al gobierno Frankestein (los mejores motes siempre salen de la misma casa y Rubalcaba es el responsable de este) se consideraba a todas luces tóxica y letal para los intereses de Page en el Palacio de Fuensalida.

Page no tuvo otra a principios de campaña que aceptar el trágala de Moncloa y acudir a Puertollano, el feudo de la ministra Rodríguez, donde salvó los muebles propios con un discurso que se impuso en toda España por encima de los anuncios de rebajas de última hora de Sánchez. Desde entonces Pedro Sánchez no ha pisado la región y Emiliano ha respirado vendiendo su condición de verso suelto en un PSOE que le  contradice cada día en el Congreso de los Diputados. Él defiende que esa contradicción cae fuera de su esfera de poder impedido por un sistema de partidos como el español.

Una de las bazas electorales de Paco Núñez ha sido precisamente resaltar el intervencionismo del presidente del Gobierno y la incidencia “moral” que supone escoger la papeleta del PSOE, aunque sea para elegir al alcalde del último rincón de España. Si votas a Page, votas a Sánchez es una de esas ideas reforzadas por las imágenes de los principales protagonistas de la coalición gubernamental. El lema “que te vote Txapote” es sin ninguna duda uno de esos hallazgos que hacen mucho daño porque la imagen de moderación se diluye irremediablemente ante algo tan potente. No me extraña que muchos candidatos socialistas se sientan agraviados e insultados por una frase que, sin embargo, solo traslada lo que sucede cada vez que hay una votación en las Cortes.

Así que el peor aliado que ha tenido Page en esta campaña ha sido el propio secretario general de su partido, empeñado en convertir unas elecciones autonómicas y municipales, en unas elecciones generales que no está dispuesto a perder con medio año de anticipación. Claro, que alguien dirá que Sánchez no tiene otra alternativa que hacer lo que ha hecho toda su vida política: vender cara su derrota y poner todos  sus medios para mantenerse en el poder pese a quién pese y caiga quien caiga. Al fin y al cabo, en la hoja de ruta de su manual de resiliencia Emiliano no está catalogado precisamente como un apoyo.