Pedro Díaz, el luchador entrenador del Talavera C.F., se ha roto en lágrimas en la rueda de prensa posterior al partido contra el Real Madrid-Castilla del pasado domingo y uno lo comprende. El hombre cogió al equipo cuando a cualquiera le parecía imposible que salvara la categoría y, aunque siempre en el alambre, consiguió durante unos meses mantener la esperanza. Luego la dura realidad se ha impuesto y sus lágrimas de impotencia son la mejor señal de que ya todo está perdido.

En realidad, la temporada para el Talavera C.F. en la tercera división del futbol nacional estaba perdida antes de empezar. Había descendido por deméritos propios la temporada anterior y la plantilla se confeccionó de acuerdo a la nueva categoría. Luego, el rebote administrativo y la constatación, cuando el casillero seguía a cero o con apenas un par de puntos estaba claro, o mejor dicho, más bien oscuro el futuro. Vino Pedro Díaz y parecía por momentos que el cadáver resucitaba y eso hay que agradecérselo.

Para bien y para mal la constitución en sociedades anónimas deportivas de los clubes de futbol ha cambiado radicalmente aspectos muy relevantes en este mundo. Las implicaciones económicas en estas categorías, tercera y cuarta división, se han multiplicado exponencialmente, y ha sido inevitable la llegada de grupos inversores a equipos modestos con unos planes de viabilidad basados, en muchos casos, en unas expectativas difíciles de cumplir.

Aunque uno no está demasiado informado de la situación del Talavera C.F., tiene la impresión que cuando se abrió la posibilidad a que la masa social, los socios fieles de toda la vida, fuera la que respaldara con la compra de acciones la nueva situación, fueron escasos los que lo hicieron y eso es muy significativo. El inversor de fuera planteaba un panorama al estilo del Andorra de Piqué, o de otros ejemplos que han proliferado durante estos últimos  tiempos, y el socio de toda la vida no soltaba un duro: o sea, dudaba y descreía claramente del proyecto.

Y lo de no creer en la quimera económica del grupo inversor no se le puede reprochar al que tiene claro que el apoyará al club con su asistencia todas las jornadas, pero no considera muy claro lo de jugarse su dinero a la lotería.

Lo del Talavera C.F. es una copia a tamaño regional de lo que a clubes de toda la vida de primera división les ha ocurrido: el dinero y el juego mezclados son terreno difícil para los negocios, a no ser que tu tengas la banca.