Una nueva aplicación informática para la ganadería extensiva denominada Nocenfe promete un vallado virtual que permitirá al ganadero controlar al ganado dentro de los terrenos elegidos. Por lo que cuentan se trata de un collar colocado a cada res, alimentado por energía solar y basado en tecnología Gps. Nada nuevo aparentemente en el campo de la geolocalización donde desde hace muchos años hemos visto en muchos documentales de naturaleza como se monotorizaba a animales salvajes en su propio medio y se les realizaba un seguimiento. La novedad, sin embargo, es significativa. A cada animal, el ganadero le marca unos límites virtuales y cada vez que la res pretende rebasarlos recibe un sonido que aumenta en intensidad hasta que vuelve a la zona marcada previamente.

La aplicación, como todo en este mundo de las nuevas tecnologías, puede tener un gran éxito y las expectativas entre los ganaderos extensivos, principalmente de montaña, son muy grandes. Como casi siempre el éxito vendrá dado por la relación entre la inversión necesaria para cada equipo individual y los resultados. A uno se le ocurre que no es lo mismo aplicar esos costos a un rebaño de ovejas o de cabras que a una manada de ovino, aunque quizás ya hayan pensado en el carácter gregario de algunos de estos animales y su aplicación selectiva a los líderes. También, el éxito de esta nueva tecnología pastoril dependerá de salvar algunos detalles que a uno se le ocurren relevantes.

Según cuentan los promotores del Nocenfe, previa a la implantación de la tecnología a los individuos de la manada, será necesario un adiestramiento que enseñe al animal que  cuando en sus oídos le suena un tono determinado es el momento de dar la vuelta. O sea, que las piaras de cabras, los rebaños de ovejas y las manadas de vacas tendrán que pasar por el pertinente curso de iniciación en las nuevas tecnologías de la información, que ya se sabe que de otra forma se quedarían fuera de la marcha del mundo y convertidos en vacas, ovejas o cabras sin cencerro y sin competencia digital.

Otra pega que ve uno al invento, aunque seguro que los promotores han pensado en ello, es el perfil del maestro informático que se encargue de impartir estos cursos. No sabe uno si se optará entre el del maestro de toda la vida, intentando motivar, explicar y convencer al ganado de lo conveniente que es el cencerro digital para la mejora de su calidad de vida, o simplemente se escogerán unos cuantos domadores a la manera de Ángel Cristo con conocimientos de psicología conductista, por aquello de que en estos casos el recordado Pavlov y su jauría de canes nunca falla.

Y en esos duros dilemas anda uno. A ver que se inventan.