No hay día en el que la anhelada y deseada línea de ferrocarril Madrid-Extremadura deje de ser fuente de alguna mala noticia. Cuando no es un retraso de aquellos al uso en el tren botijo, es una parada en medio de la nada porque salta un fusible o se da de baja un maquinista. Cualquier cosa le puede suceder a un viajero que se arriesga a viajar casi con las mismas inquietudes de aquellos pioneros del ferrocarril hace ya más de dos siglos. Las noticias negativas se encadenan desde hace años con una regularidad inversamente a la puntualidad con que se presta el servicio.

Y sin embargo, esta semana por fin hay una buena noticia. Los habitantes de una  localidad del oeste toledano se han visto sorprendidos, con su alcalde a la cabeza, por la flamante estación que ADIF ha rematado después de una obra de más de un año. “Ni Talavera tiene una estación como esta”, ha dicho el alcalde. Los vecinos van de paseo del centro del pueblo a la estación y no se lo creen.

Pero claro, cuando la gente pregunta por el servicio de trenes que RENFE presta a la localidad, que no es otra que la popular Montearagón, resulta que se ha construido una estación en la que puede pasar cualquier cosa excepto que pare un tren regularmente y a una hora apta para todos los públicos. Estación hay, con luminarias, aceras renovadas, detalles de mobiliario urbano moderno… pero lo que no hay son trenes que paren en Montearagón, ni vecinos que se arriesguen a levantarse de madrugada para subirse a un tren y estar dispuestos a vivir una aventura como aquellas que se vivían en el lejano oeste americano o en nuestra doméstica y típica Sierra Morena en la época de las diligencias.

Pero bueno, por algo habrá que empezar y los vecinos de Montearagón al menos pueden decir en la tercera década del siglo XXI que ya tienen una estación mejor que la de Talavera y que a lo mejor dentro de otra década, que es como se cuenta el tiempo de construcción del tren de alta velocidad, o simplemente el tren a la altura de los tiempos por estos lares, por fin tienen un tren en el que se pueden subir para ir a Madrid. Un poco de paciencia que al fin y al cabo son apenas década y media la que ha pasado después de que aquel entusiasta alcalde de Talavera proclamara que en dos mil diez el AVE llegaría “echando leches a la ciudad”.

El alcalde de Montearagón está el hombre que no se lo cree. Ha aparecido una estación nueva en su pueblo y nadie se explica para qué. Un misterio que ya investiga Íker Jiménez.