El amigo Alberto Molero, periodista de este papel digital, nos ha contado como sobrevivió a un Capital Fest en que se convirtió en el remedo de un reality de pago de esos que se llevan en las televisiones con unos famosos como supervivientes y poniendo el cazo por las molestias. En este caso los del experimento fueron los espectadores que acudieron al recinto ferial de Talavera y se vieron atrapados entre el calor y la falta de previsión de los organizadores.

El bueno de Molero y su pareja sudaron la gota gorda y no les quedó otra que fugarse hacia el parque de la Alameda en busca de una sombra, inexistente allí donde les prometían música escogida para buenos paladares, amor de primavera y buen rollito. Lástima que todo acabara con el personal de la Cruz Roja y los bomberos del cercano parque como protagonistas obligados de la fiesta, y los políticos buscando carnaza en un suceso que solo tiene como responsables a unos organizadores que se olvidaron de tomar las medidas más elementales a la hora de montar un evento que se anunciaba desde hacía días con una ola de calor africano encima.

Según contaban Molero y muchos de los supervivientes en las redes sociales, lo mejor estuvo en la prudencia de un público que aguantó impávido y con una paciencia digna de una concentración de católicos en Fátima. Sólo por eso los organizadores deberían resarcirlos de alguna manera si de verdad pretenden ser algo más que vendedores de entradas. El Ayuntamiento de Talavera, con doña Tita a la cabeza, está que echa chispas, han tomado nota y prometen que lo del otro día no se volverá a repetir.

Menos mal que el lunes algunos se pudieron desquitar del mal rollo talaverano con la asistencia al Enclave Corpus, la cita tradicional de El Español El Digital CLM en el patio del Palacio Lorenzana, donde a pesar del calor nadie se quejó de las bebidas y los buenos alimentos de los patrocinadores. Políticos, periodistas, gentes de la cultura y de la sociedad regional fueron los protagonistas de una reunión en el que la cuota femenina por una vez estaba muy por encima, y bien que lo agradeció uno, a la de los varones, por muy honrados y esclarecidos que estos fueran.

En estos eventos ya se sabe que los más sacrificados son los políticos con su vestido de torear completo, traje y corbata, que es lo que manda el protocolo y las buenas costumbres, aunque las columnas jónicas del patio neoclásico de Ignacio Haan amenacen con derretirse. Muchos de los demás nos tomamos la licencia de andar con los “jarapos sacados”, que no las damas, que lucieron, de Esther y Cruz ejerciendo de anfitrionas a casi todas las demás, sus mejores galas.

Total, que Esther, César, Javier, Eusebio, Pedro J. y Cruz volvieron a reunir a todo el que quiso ir, y uno acabó la noche confesando aquello que invariablemente durante años cerró como última anotación los dietarios de don Josep Pla: “Hablé demasiado, bebí demasiado". No hay otra en estos casos.