Felipe VI ha estado en Toledo y se ha estrenado de paragüero con García-Page. A lo mejor no es la primera vez que lleva un paraguas y guarece bajo él a un político, pero uno no le había visto nunca en esa faena que hasta hace muy poco realizaban gentes de la casa. Ahora, desde el paseíllo del rey en el Museo de Santa Cruz con el paraguas en la mano y Emiliano de compañero, se ahorrarán unos cuantos sueldos, que no está la cosa para tirar cohetes.

En la boda de Felipe y Letizia -se acordarán que llovió y que entonces no eran reyes- los paragüeros trabajaron a destajo en la plaza de la Armería. Un gasto, oiga. Ahora, después de la primera vez del rey aguantando su vela, a ver quién es el guapo que reclama al paragüero alegando el protocolo real. Felipe VI, como tantas veces hizo su padre, ha roto con el protocolo y ya nunca será lo mismo. La próxima que llueva y el rey ande por ahí solo de inauguración habrá hostias por meterse bajo el paraguas real. Si está la reina Letizia el problema protocolario estará solucionado, si es que la señora no se rebota por lo de la discriminación femenina que lleva implícita la galantería de dejar pasar a las señoras y llevarles el paraguas aunque uno se moje el hombro. Que ya se sabe también que no sería la primera mujer que se rebota por algo así. Que uno no sabe como acertar con esto del feminismo políticamente correcto.

Uno,la verdad, ya no ve a Juan Carlos I aguantando el paraguas a ningún político por meras razones físicas. El rey emérito tiene bastante con aguantar el paso y poner la cachaba en su sitio. Pedirle a él, o a la reina de Inglaterra a estas alturas, que lleven su propio paraguas y guarezcan a un político de la lluvia sería una crueldad manifiesta. Nunca llevaron ni el paraguas propio y nunca se les verá en un acto oficial haciendo de paragüeros. Eran otros tiempos. Felipe VI no puede permitirse algunas de las cosas que hizo su padre y que se veían como las más naturales del mundo. Y desde ahora, cada vez que llueva tendrá que llevar su propio paraguas y si está en visita en España aguantarle el paraguas al presidente autonómico de jornada. Que luego todo el mundo compara y le saca punta a cualquier cosa.

El lunes en Toledo, los fotógrafos de prensa se pusieron las botas con el paseíllo del rey, su paraguas y Page, desde la calle a la entrada de Santa Cruz. Será una de esas fotos que valen por todo un año de trabajo y se tienen ahí toda la vida. El rey Felipe VI se la regaló a los fotógrafos toledanos para celebrar la exposición dedicada a su pariente Alfonso X. Otro, que como cuenta Ricardo Izquierdo, comisario de la exposición, tenía también mucho que torear.