En su introducción a la historia de Richard Sorge, que el autor de esta biografía califica como un espía impecable, Owen Matthews (Londres, 1971) nos hace una buena semblanza de él y de los logros que en el campo del espionaje conseguiría para la Unión Soviética de Stalin:

“Richard Sorge fue un hombre de dos patrias. Hijo de padre alemán y de madre rusa nacido en Bakú en 1895, se movió en un mundo de alianzas inestables e infinitas posibilidades. Sorge pertenecía a aquella generación indignada y decepcionada que encontró nuevas y radicales ideas tras su experiencia en los campos de batalla de la primera guerra mundial; se convirtió en un fanático del comunismo y en el mejor espía de la Unión Soviética.”

Su personalidad, fascinante y compleja, quedará bien retratada a lo largo de este relato:

“Como muchos buenos espías, Sorge fue un seductor incansable, combinando su encanto con un despiadado poder de manipulación. Gracias a su magnetismo consiguió sobrevivir en todos los ambientes, conquistar a todas las mujeres y trabar amistad con todas las personalidades con las que se cruzó. Como corresponsal extranjero se internó y tuvo influencia en las más altas esferas de las sociedades alemana, china y japonesa en los años previos y durante la Segunda Guerra Mundial.”

El valor de sus transmisiones desde Tokio, con acceso directo a los hombres y mujeres clave de la Embajada Alemana y altos mandos del Estado Mayor Japonés, serían clave para una buena parte de las decisiones estratégicas de Moscú.

“Se convirtió en un valor incalculable para nazis, japoneses y rusos, y desde la otra punta del mundo será él quien advierta de la Operación Barbarroja y las intenciones japonesas de no invadir Siberia en 1941, que resultó fundamental para la contraofensiva soviética en la batalla de Moscú, y que a su vez determinó el resultado de la guerra.”

“La red de espionaje que construyó en el Tokio de la preguerra lo situó a solo un grado de separación de los niveles más altos del poder en Alemania, Japón y la Unión Soviética”

Buena parte de su peripecia vital nos vendría dada por sus propias confesiones escritas desde la cárcel y cuando creía que la Unión Soviética no le dejaría en la estacada. También de múltiples libros dedicados a una personalidad que ha fascinado a todos los que se han acercado a su vida.

“Sorge sobrevivió como cabecilla de la red de espionaje de inteligencia militar soviética en Tokio durante casi nueve años sin ser detectado y ello a pesar de que el país estaba sumido en una manía histérica por los espías.”

“Era un comunista idealista y también un mentiroso cínico. Se veía a sí mismo como un soldado de la revolución, un miembro de una clase elevada de cuadros del partido a los que se había encomendado la sagrada tarea de penetrar en las ciudadelas de los enemigos imperialistas de la Unión Soviética. Sin embargo, al mismo tiempo, era un hombre pedante, un borracho y un mujeriego. Era adicto al riesgo, fanfarrón, y demasiado a menudo, muy indisciplinado.”

“Escribió en la cárcel una extensa confesión en la que se jactaba de su destreza como espía, así como de su profesionalidad e integridad. Hoy sabemos, pero él lo ignoraba, que los encargados de supervisarle desde Moscú recelaban abiertamente de él y pensaban que podía ser un agente doble. Sorge abrigó hasta el final la esperanza de que la Unión Soviética lo salvaría.”

El libro de Owen Matthews viene a completar de una manera magnífica y amena la mayoría de los misterios que todavía no se sabían de su vida y reconstruye un mundo que pertenece con toda justicia a la Historia y a la leyenda que siempre envuelve el mundo de los espías.

Owen Matthews. Un espía impecable. Richar Sorge, el maestro de espías al servicio de Stalin. Traducción de Luis Noriega, editorial Crítica, 2021.592 páginas. 24€