La oportunidad para el PP se abre con el ciclo de elecciones que comienzan este domingo y que van a prolongarse hasta junio en Aragón, Castilla y León y Andalucía. En el clima de sándwich o pinza que desarrolla la política nacional entre PSOE y Vox que conduce indefectiblemente a una retroalimentación, el PP sufre aunque lidere las encuestas.

Cualquiera que hable con dirigentes populares conoce de sobra la impresión de desasosiego que provoca la polarización que alimenta la vida política diaria. En realidad, si uno lo piensa con detenimiento, frialdad y sin prejuicio político alguno, el frentismo viene determinado desde el principio de los tiempos por Moncloa, ya desde la época de la pandemia, donde vio que, efectivamente, como refrendó Pedro Sánchez años más tarde, “somos más”.

Es decir, el clima de toxicidad que expele Televisión Española y el propio Centro de Investigaciones Sociológicas no son más que la necesidad evidente de Pedro Sánchez de seguir agitando las aguas, pensando que una marea vendrá para movilizar a la izquierda.

Es a él a quien mejor resultado le ha dado hasta ahora y no renuncia a continuar en la táctica y la estrategia, aunque conduzca a un crecimiento espectacular de la intención de voto que ofrecen las encuestas para Vox. Si bien el PP gana, Sánchez quiere que la muleta de Vox sea gigantesca en sueños para calzar de nuevo el mensaje. Por tanto, cuando se hable de las causas de la polarización que nadie se engañe: Pedro Sánchez y su banda del Peugeot para seguir asaltando las instituciones con la tramoya o las sombras chinescas de la movilización y las políticas de izquierdas. Así pasa luego, como muy bien explicó ayer Pedro Jota.

Lo único que sale es el esperpento, según el cual el partido defensor del feminismo por excelencia es el mayor putero del arco español. Otro éxito de la doble moral de la izquierda. Todo ello conduce a ese escenario endiablado, donde al PP le crece la famosa pinza de Anguita, pero ahora por otro lado. Si Vox insiste, como el califa, en que el bipartidismo es la causa de todos los males y la pinza que atañe y oprime a los españoles, los populares, sin embargo, entienden que la presión viene por su lado izquierdo y derecho.

Sin embargo, para romper la dinámica, ha salido una mujer que se llama María Guardiola, que hace vídeos feministas a lo Irene Montero, y llama al voto socialista cuando su candidato está imputado por enchufar al hermanísimo. Si los populares logran un gran resultado el domingo ante un Vox sin candidato, con Abascal de señuelo, las tornas podrían cambiar.

Si Azcón en Aragón hace lo propio después de denunciar el bloqueo al que le ha llevado Vox sin presupuestos, la dinámica comenzará a revertirse. Y si castellanos y andaluces también observan que dentro de su panorama autonómico, el candidato de Vox sigue siendo Abascal hablando de cuestiones nacionales y no específicas, quizá el PP tenga bola que rascar y aplacar o amainar la ola que encumbra al partido verde en cualquier encuesta o sondeo que se haga, principalmente entre jóvenes.

El Partido Popular tiene ahora en los comicios autonómicos la posibilidad de romper la decepción nacional a la que, paradójicamente, le condujo Mazón en su primer pacto con Vox un mes antes de las generales. Feijóo mordió el polvo por las precipitaciones de sus baronías, aparte de su propia pusilanimidad.

Sesenta días más tarde de la resurrección de Sánchez o el gatillazo de la derecha, el PSOE ya estaba pactando con Bildu la presidencia de Navarra y la alcaldía de Pamplona. El PP tiene una oportunidad importante. Aunque también sólo el PP sería capaz de desaprovecharla.