Con sentido común, algunas herramientas y algo de criterio no es tan difícil detectar la desinformación de género, una forma más de violencia contra las mujeres.
Dice Carla Pina, directora de Infoveritas, que desinformar es emplear de manera intencionada narrativas falsas, descontextualizadas o engañosas con intención de dañar. Cuando estos mensajes se dirigen contra las mujeres estamos ante un ejercicio machista que el entorno digital amplifica con facilidad.
La mayoría de las afectadas pertenecen a la esfera pública y reciben ataques por sus conocimientos, desempeño, ideología, religión o, con frecuencia, por su identidad racial o sexual. Ada Colau y Begoña Gómez son ejemplos claros en España. Kamala Harris lo ha sufrido en Estados Unidos y, en Francia, diez personas están acusadas de acosar en línea a Brigitte Macron.
Y es que la visibilidad en las redes depende del número de interacciones. Los algoritmos priorizan contenidos que generan emociones intensas o controversia y el discurso machista favorece el engagement.
Para enfrentar esta desinformación se requieren acciones específicas como el seguimiento y la monitorización de los abusos. También son necesarias campañas de alfabetización mediática y digital con perspectiva de género y, sobre todo, un marco legal claro que obligue a las plataformas a rendir cuentas.
Escuchar a Carla Pina es un placer porque ofrece pautas útiles. Si aparece lenguaje polarizado y emocional, si faltan fuentes fiables o son anónimas, si hay manipulación o descontextualización de datos, si se emplean estereotipos o se silencian voces femeninas, conviene extremar la cautela: probablemente exista desinformación.
La mejor defensa sigue siendo el sentido común, más aún cuando parte de la juventud cree que la inteligencia artificial tiene respuestas para todo. Los modelos generativos son cada vez más sofisticados, pero reproducen sesgos sexistas derivados de los contenidos con los que se entrenan y sus resultados reflejan estereotipos y prejuicios.
Un tercio del contenido que examina Infoveritas es desinformación creada con inteligencia artificial, deepfakes, como los que han afectado, entre otras, a Scarlett Johansson o a las menores de Almendralejo. Y las herramientas de verificación no son infalibles, recuerda Carla Pina; por eso, junto a la tecnología es imprescindible el pensamiento crítico.
Las asimetrías, los dedos de más o de menos y los textos borrosos son señales evidentes de manipulación. También conviene revisar las fuentes y comprobar si existen desmentidos. En definitiva, contrastar. Y, ante la duda, no compartir.
No se dejen distraer por las luces navideñas anticipadas y centren la atención en el 25N. Una fecha para reivindicar la igualdad y recordar otras formas de violencia de género, quizá menos visibles, pero igualmente dañinas.