Escribo esta columna para que sea publicada el 20 de noviembre de 2025, coincidiendo con el 50 aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco. Harta de las muchas tonterías que se dicen en días como hoy (no y mil veces no, con Franco no se vivía mejor), me propongo hacer aquí un ejercicio de historia-ficción. Y es que, ¿qué habría pasado si Franco siguiera vivo?¿Cómo sería mi vida si la dictadura se hubiera perpetuado?

Lo primero es que dudo mucho que alguien hubiera podido llegar a leer esto que estoy escribiendo si Franco estuviera vivo. Como mujer, me habría sido difícil desarrollar no ya una carrera profesional, sino llegar siquiera a tener estudios superiores. Los hijos -y sobre todo las hijas- del obrero no llegamos en igualdad de oportunidades a la Universidad hasta los años 80, bien muerto y enterrado Franco.

Como mujer casada, mi vida se habría orientado al hogar y al cuidado de mis hijos (cuantos más mejor). Vamos, lo que venían siendo las ‘labores propias de mi género’, según el argot franquista. En la escuela, en casa, en la calle… hasta en los anuncios de la tele, me dirían constantemente que mi trabajo debía ser el de cuidar a mi esposo y lavar la ropa a mis retoños. Un planazo de vida.

Y todo ello rezando para que me tocara en suerte un buen marido. Violencia machista no había con Franco (todo se quedaba en casa, incluidas las palizas) y eso de pedir el divorcio… hasta el año 1981 nada de nada. Según dicen porque iba contra una supuesta Ley De Dios. Tocaba aguantar y rezar, no sé si por fe, desde luego sí por falta de esperanza.

Mi marido -que es un sol- sería mi responsable legal. A mis más de 40 años, no podría trabajar, abrir una cuenta bancaria, comprar un coche, una casa, viajar fuera de España… sin su permiso. Hoy, mutatis mutandis, entiendo que tampoco podría tener cuenta de Instagram o servicio Netflix sin este permiso marital. De votar, ni hablamos.

Vuelvo al tema de los hijos, de tener muchos hijos, un hit del desarrollismo franquista. Pero claro, lo suyo fue un babyboom con trampa, ya que los anticonceptivos no fueron legales hasta 1978 y el aborto no ha estado permitido en España hasta bien entrada la década de los 80. Yo he elegido tener 2 hijos, ¿cuántos me habría tocado tener con Franco de cuerpo presente?

Los que sí había con Franco eran presos políticos (muchos). Ojo, no confundir con los políticos presos, que son los que hay ahora en España. ¿La diferencia? Abismal. Con Franco se iba a la cárcel (con paliza incluida) por hablar o pensar. Ahora, la cárcel le llega a un político básicamente por robar. Porque esto de la corrupción ha existido siempre (también con Franco), pero lo bueno de una dictadura -para los políticos corruptos- es que lo de separar el poder judicial del legislativo y el ejecutivo… no está bien visto. Los Cerdán, los Bárcenas o los Koldo de Franco no salían en los periódicos rematando la frase “La UCO investiga por mordidas a’, eran más de salir en la foto con Franco, inaugurando pantanos.

Por no hablar de la Ley de vagos y maleantes. 9 de cada 10 veces que oigo a alguien hablar bien de Franco, hacer un saludo fascista o decir “Arriba España”, lo veo también como un claro candidato a haber sido catalogado o de vago o de maleante (o de ambas cosas) por el Caudillo. ¿Por qué será?

Nuestra democracia no es, ni mucho menos, perfecta, pero una cosa tengo clara: me alegro mucho de haber nacido después de haberse muerto Franco. Por eso pido que no me lo citen tanto sin venir a cuento, no vaya a ser que le dé por resucitar (o, peor aún, por reencarnarse en algún iluminado). Para celebrar que Franco está muerto (y bien muerto) tendríamos que invertir más tiempo y dinero en estudios críticos, documentales divulgativos, Educación… y menos en titulares baratos. Me da a mí que para esto nos tocará esperar al 75 aniversario… Se verá.