He estado esta semana en Valencia. Por motivos laborales y académicos he pasado dos días allí, coincidiendo con el primer aniversario de la dana del 29 de octubre de 2024. Unas lluvias torrenciales que dejaron en total 237 muertos. La mayoría, 229 hasta ahora en Valencia, pero también siete en dos localidades castellano-manchegas, Letur y Mira, y una en Andalucía.

No les voy a mentir, vengo tocada de Valencia. No me quito de la cabeza a Vicente y a Chelo, esos abuelos que nunca más podrán abrazar a sus nietos de tres y cinco años arrastrados por el agua. No me quito de la cabeza a Esther, iba con una amiga en el coche, consiguieron subirse al techo pero la fuerza del agua era tan fuerte que cayó y murió ahogada. Su amiga sobrevivió. No dejo de pensar en Zulema, una chica de Benetússer que he conocido estos días. En su casa los armarios siguen vacíos. Han tenido que tirar toda su ropa porque la humedad y el moho no han desaparecido en un año. O en Pablo, que lleva un año sin ascensor. Mi amiga Shaila, que vive en el centro de Valencia, no se vio directamente afectada, pero solo tuvo que andar cinco kilómetros para darse cuenta de que el infierno se había quedado a las puertas de su casa.

Un año después, hay todavía en Valencia una incredulidad inquietante, un murmullo silencioso que clama justicia y una fuerza que te sobrecoge. Porque solo hay que observar, escuchar, mirar a la gente para darse cuenta de que los valencianos no van a rendirse. No han escogido el llanto; se han lanzado a la calle a exigir responsabilidades, no se han agachado, se han levantado contra el desamparo. No están en posición de defensa; están en posición de ataque.

Hay un grito unánime, más allá de la derecha, la izquierda, más allá de la política... hay un grito unánime para que Mazón asuma sus responsabilidades. No he hablado con ningún valenciano, con ninguno, que considere normal que el señor Mazón -como ahora le llama Feijóo- se mantenga en su cargo. Lo dijo muy bien Virginia, la prima de uno de los fallecidos de la DANA en Letur, en el funeral de Estado de este miércoles: "El causante de esta catástrofe es quien omite su deber a sabiendas de que esa omisión puede causar muertes".

Creo que todos tenemos claro quién es el que omite sus responsabilidades. Se llama Carlos Mazón. El porqué sigue el PP sosteniéndole en el partido, el porqué siguen sus socios de Vox sosteniéndole en el Gobierno, el porqué sigue una señora que se considera periodista dándole una coartada, el porqué él sigue en ese bucle de relatos imposibles es para mí un misterio. Pero ténganlo muy claro: el pueblo valenciano estará tocado pero no está hundido ni rendido. Me llamo Ángeles y estos son mis demonios.