Vaya por delante que soy consumidora de vino. Un buen vino te mejora sustancialmente una comida corriente, es un placer tomarte unos vinos con tus amigos y probar distintos vinos de calidad diferenciando sus texturas, sus olores, sus sabores es todo un arte.

Dicho esto, hay una cosa que debe quedar clara: no hay ninguna cantidad de alcohol beneficiosa ni recomendable para nuestro cuerpo. El vino no es bueno para la salud, ni siquiera en pequeñas cantidades. Un rotundo no. No lo digo yo, lo dice la ciencia.

Ya sé que me van a decir que hay estudios de no sé qué cardiólogos, de no sé qué especialistas y de no sé qué empresas. Ya sé que me pueden presentar datos de estudios que avalan beneficios de un consumo moderado de vino, pero en general son estudios parciales, vinculados al sector del vino, que como todos los sectores económicos del mundo tienen derecho a querer vender más y mejor.

La Organización Mundial de la Salud lo deja claro, no hay consumo de alcohol beneficioso, ninguno. Y aquí viene el tomate. La OMS ha propuesto incluir en las etiquetas de los vinos advertencias sobre los posibles daños que puede causar el alcohol, entre ellos un mayor riesgo de padecer ciertos tipos de cánceres, como el de mama.

Y claro, el sector del vino y el Gobierno de Castilla-La Mancha se muestran contrarios a incluir estas advertencias. Lo del sector, lo entiendo, lo del Gobierno ya no tanto. Ya sé que el vino es, como dicen los políticos, una de las grandes locomotoras económicas de Castilla-La Mancha. Pero ¿no tienen los gobiernos la obligación de prevenir posibles riesgos de salud que además también repercutirán en el gasto sanitario de la Comunidad Autónoma? ¿No tenemos los ciudadanos el derecho a estar totalmente informados? ¿No estamos defendiendo la información como el eje principal para evitar todo tipo de adicciones?

Y no vengan a decirme que incluir la frasecita “hay que hacer un consumo responsable y siempre para mayores de 18 años”, es suficiente. Eso se da por supuesto en el alcohol y en los chuletones de ternera. No es lo mismo comerse siete chuletones a la semana que dos. No es lo mismo tomarse dos copas de vino con unas amigas que ponerse del revés. Pero, señores, hay que aumentar la concienciación, siempre y en todo.

Hay que crear conciencia sobre lo que hacemos, sobre lo que consumimos y sobre la responsabilidad que tenemos con los mensajes que lanzamos. Si este viernes me ven con mis amigas de vinos no me llamen hipócrita, ya les he avisado que me gusta el vino, pero quiero beberlo informada. Me llamo Ángeles y estos son mis demonios.