Emiliano García-Page dijo el otro día en el Debate sobre el Estado de la Región que él era sanchista, porque se llamaba García-Page Sánchez, por parte de madre. No es la primera vez que hacía esta broma, pues ya se la he escuchado varias veces en distintas ocasiones. Sin embargo, el PP editó un vídeo donde se obviaba la explicación, pareciendo que Emiliano era un sanchista más, militante acrítico del PSOE que va en busca del perdón y condescendencia del líder. No hay lugar ya para tal cuestión, pues después de tantos años, no sería creíble, aunque cosas más raras se han visto. Page sí es sanchista en tanto que es víctima de Sánchez y acabará su carrera política si antes no es capaz de desembarazarse de él. Pero esto son palabras gruesas que requieren su matiz y explicación.
Emiliano perdería las elecciones del 27 si llega con Sánchez todavía por encima.Hace dos años ganó milimétricamente en la provincia de Ciudad Real y hoy ese espacio no se generaría. Mientras Pedro y sus mentiras sigan por arriba, habrá una masa importante de votantes castellanomanchegos a los que les sea imposible meter en una urna la papeleta socialista. Por una cuestión de mera lógica y coherencia, que supera con creces las capacidades del presidente de Castilla-La Mancha, que las tiene y muchas. Por eso, el gran aliado de Núñez y el PP de la región sigue siendo Pedro Sánchez, aunque pasen los años. Otra cosa sería si el inquilino de Moncloa cae antes del 27 y llegara Feijóo. Entonces, la operación se repetiría y Page se pegaría al líder del PP como una lapa, de la misma manera que Bono hizo con Aznar en el 96, cuando le validó hasta el Plan Hidrológico Nacional. La historia está escrita y sólo hace falta acercarse a leerla.
Considero que Emiliano es un animal político sagaz como pocos y que intentará revertir la situación hasta el último minuto. De eso no tengo duda alguna y trabaja para ello, mostrándose más cálido y cercano que nunca en la calle y con la gente que sinceramente lo quiere y estima. Pero también lo conozco con tiempo para decir que si no lo ve claro, se irá. No tanto por cobardía o miedo a perder, sino por cansancio y agotamiento de una situación que personalmente es dura. Llegar a Ferraz y que te llamen traidor, mientras los militantes se radicalizan y dicen a boca llena que no entienden al presidente de Castilla-La Mancha porque es un facha, no debe ser fácil ni plato de buen gusto. Las bases del PSOE están con Sánchez y siguen un proceso de radicalización propio de manual. Como bien demostró ayer Pedro Jota en su homilía, Sánchez sigue mintiendo impunemente – como en el asunto de los Nobel de la Paz– porque sabe que no le pasa factura. La mentira es el daño menor para una masa votante superideologizada. Ahí es donde entra Tezanos y su descarado servilismo. Pero eso ya lo explicó ayer el director de este periódico.
Page seguirá luchando por su centro socialdemócrata hasta que lo dejen o le fallen las fuerzas. La denuncia que hizo el otro día sobre un subdelegado del Gobierno es la punta del iceberg de una lucha soterrada de tiempo. Cuando lo leí, hasta me hizo gracia. Los próximos meses decantarán hacia dónde gira la balanza. Uno este verano llegó a escuchar entre algún sanchista de la región, que había que preparar ya el escenario postpagista. Si eso es así, al PSOE de Castilla-La Mancha le será difícil volver a ganar, aunque nadie es imprescindible. El sanchismo de Page existe, pero como sombra que acecha y se agranda.