Me hago vieja. Bueno, todos nos hacemos viejos -espero que nadie se moleste con la expresión porque me pongo a mí en primera línea-. Me hago vieja y les confieso que donde menos lo noto es en el físico. Es evidente que el paso de los años se marca en cada línea de tu cara y de tu cuerpo, sobre todo para las que hemos elegido conscientemente cuidarnos, pero no inyectarnos. Ese es un tema espinoso del que podemos hablar en cualquier otro momento.

Les decía que más que en el físico lo noto en la mente. He pasado muchos años valorando, por encima de todo, los momentos de placer. Todas esas cosas que de alguna u otra manera me aportaban alegría, satisfacción, certeza de que llevaba razón, momentos de gloria. Incluso el placer de la discusión, del enfrentamiento, de superar la prueba. Placer también de incertidumbre, de no saber si algo que persigues va a hacerse realidad o no...

Placeres constantes y a la vez efímeros que forman parte de la vida junto con las múltiples decepciones que también vamos arrastrando. Pero, ahora que me hago vieja, ¿saben lo que más valoro? La serenidad. Sí, en todas sus definiciones según la RAE: tranquilidad, calma, sosiego, aplomo, entereza, moderación. La serenidad, que además es una cualidad o una actitud que se puede cultivar.

De hecho, puedo asegurarles, y soy una persona visceral y con carácter, que estoy en el camino de cultivar la serenidad, ahora que obviamente no está de moda. Ese cultivo de la serenidad me está dando muchas más satisfacciones que cualquier arrebato por placentero que parezca. Miren si estaré serena, en todos los sentidos, que me he mantenido inmutable ante algunas de las cosas que les voy a detallar:

¿Que en Toledo le ponen el nombre de Gonzalo Pérez de Vargas, gran portero de balonmano, a un pabellón que no cumple con las medidas oficiales para jugar al balonmano? Yo estoicismo puro.

¿Que vas a Almagro antes de empezar el Festival de Almagro y te enteras de que para asistir a un ensayo general de la Compañía Nacional, repito ensayo, necesitas entradas? Yo inmutabilidad total ante esta incoherencia. Hay que decir que aquí ayudó bastante que mi amiga Begoña me hubiera conseguido las invitaciones para el ensayo.

¿Que Feijóo dice que quiere acercarse a Junts o al PNV para conseguir convocar elecciones, pero pone a Tellado y a Esther Muñoz, lo más extremo de lo extremo del PP, en la cúpula? Yo imperturbable. Ayuda también tener claro que la única estrategia del PP es que les den los números para gobernar con VOX, solo con VOX.

¿Que el exsecretario de organización del PSOE entra en prisión -ojo, que si hay tantos indicios de culpabilidad me parece estupendo- mientras Ábalos, Koldo, Aldama y los presuntos corruptores siguen en la calle -esto si hay tantos indicios de culpabilidad no me parece tan estupendo-? Yo, calma total.

Podría seguir con una lista interminable de cosas que ahora afronto con serenidad. ¡Atención! No confundir serenidad con pasotismo; son cosas totalmente diferentes. Y háganme caso: cojan unos días de vacaciones, aunque no se vayan a ningún sitio, y disfruten de las cosas y de la gente que les aporten serenidad. Es un valor a la baja y sabemos lo que estamos perdiendo. Me llamo Ángeles y estos son mis serenos demonios.