No sé si es peor la osadía del PSOE de Castilla-La Mancha o la actitud timorata del PP regional, que se pasa la vida pidiendo perdón por existir. Y pocos temas desatan tanto esas dos tendencias como la gestión de María Dolores de Cospedal entre 2011 y 2015.

Acaba de decir la portavoz socialista, Esther Padilla, que es un "insulto" que la expresidenta regional "vuelva" a la región a hablar del famoso ATC de Villar de Cañas. Se ha referido a la "sombra de corrupción que permanentemente la acompaña". Y no ha tenido empacho en afirmar que "la esquilmación en lo social y en lo económico" es lo que define sus cuatro años de Gobierno.

Vamos a ver. ¿Qué es eso de que "vuelve" a la región? A ver si ahora va a resultar que es el PSOE el que decide quién puede entrar o salir de Castilla-La Mancha. Cualquiera pensaría que, en ese marco de regionalismo cutre y oxidado en el que se mueven desde hace cuatro décadas, alguien les ha dado autoridad para expedir pasaportes de buen castellanomanchego.

Lo de la sombra de corrupción daría la risa si no fuera siniestro. Que alguien del PSOE se atreva a hablar de corrupción en este momento es realmente temerario. Es el partido que tiene a su número 3 en la cárcel a punto de cantar La Traviata, a su predecesor calentando el banquillo mientras trata de borrar los mensajes machistas en los que se repartía mujeres con Koldo, ese "militante ejemplar". El partido del veloz Gallardo, el del fiscal general procesado, el de los ministros reprobados, el de Filesa, Juan Guerra, Ibercop, la CCM. En fin, lo dejo que se me acaban los caracteres.

Pero lo peor es lo de la esquilmación social y económica. Lo dice alguien que se pasó años defendiendo la gestión económica de José María Barreda, cuyo Gobierno dejó en 2011 una deuda de 12.500 millones de euros, más de 600.000 facturas sin pagar a proveedores por importe de 3.000 millones de euros, y un déficit del 6,4 por ciento del PIB, además de una deuda con los ayuntamientos de 380 millones de euros. Ese es el escenario que se encontró Cospedal cuando llegó al Gobierno.

Pero lo que me parece increíble es que todo esto no lo esté diciendo el PP en cada rueda de prensa de aquí a las próximas elecciones. Les citan a Cospedal y les entra el miedo, les parece que es mejor hacer borrón y cuenta nueva, a otra cosa, no vaya a ser que se enfaden los votantes. Supongo que se refieren a los ciudadanos que jamás les votarán, aunque se pasen la vida pidiendo perdón por existir.

El problema es que, o reaccionan de una vez, o se pasarán largas décadas en la comodísima oposición. Y cuanto peor le vaya a Sánchez, mejor le irá a García-Page, así que más les vale que se dediquen a armar una sólida propuesta de Gobierno para Castilla-La Mancha al margen de los vaivenes cerdánicos.

Que dejen de comprar el argumentario de los socialistas, que se salgan de su marco mental, que no tengan miedo a plantear un futuro distinto para esta región, uno en el que se reivindique la centralidad de la persona, las políticas de familia, una economía abierta al servicio de la sociedad y unos servicios públicos eficaces. En ese camino encontrarán a la mayoría de los castellanomanchegos. Haga lo que haga Pedro Sánchez.