La ruptura del pacto entre PP y Vox en el Ayuntamiento de Ciudad Real ha vuelto a recordar que existe una guerra larvada, sorda, soterrada en la derecha española. Bien es cierto que quizá este episodio tenga componentes locales determinados, pero no escapa a la realidad que vivimos y apreciamos en este tiempo, donde la geoestrategia está cambiando en cuarto de hora más que en los últimos ochenta años.
Lo último ha sido lo de Trump y Zelensky, que augura no sé qué momentos de otros períodos pretéritos. La Historia vuelve a repetirse y nos encaminamos a una nueva confrontación de naciones, donde la Unión Europea volverá a ser actor principal. No sabemos si activo o pasivo, pero estará en el centro de las disputas. Porque aunque ahora los protagonistas y potencias puedan ser otros, el mundo entero tiene su vista fijada en Europa, su modelo de vida, el estatus adquirido, los valores que defiende. Mucho meterse con los europeos, pero rusos, chinos y quienes pudiesen venir de atrás quieren parecerse a nosotros. La novedad es que América nos abandona porque quiere cobrar su precio. Y en este gran cuadro general, las posiciones se reordenan. De lo internacional a lo nacional, llegando a lo regional y local.
Vox está claro que ha tomado una deriva diferente a la que pudiéramos imaginar. La puesta de Abascal al lado de Trump es arma de doble filo si no se gestiona bien, como le ocurrió a Aznar con Bush. Si eso no se entiende en España, pueden correr senderos equivocados. En realidad, se abren caminos ahora y oportunidades distintas para cada uno de los partidos. Sánchez ha redivivo con la aparición de Trump, de la misma forma que el PP puede aprovechar el viraje de Vox para recuperar votantes. Veremos si los nuevos tiempos y aires que llegan de fuera alcanzan definitivamente a España, en cuyo caso sería Vox quien liderara ese movimiento.
En este contexto, un pata negra de Vox como Chamorro, que tiene hilo directo con Abascal, planteó la semana pasada la suspensión del pacto de gobierno en Ciudad Real con el PP. El alcalde Cañizares le tomó la palabra y le vio el órdago varios días después. Se trata del segundo caso que ocurre en la región, tras Albacete. Aquí los concejales se mantienen fieles al grupo, no como ocurrió en nuestro Nueva York de la Mancha, donde hubo desbandada y sólo dejaron a la buena de Lorena González en la formación verde. Chamorro echó un pulso y lo perdió, aparentemente. Cañizares ha dado un salto adelante que veremos hacia dónde le lleva, pero sin duda se ha convertido en referencia dentro de su partido y hay quienes miran directamente hacia él. El tiempo dirá si la decisión es acertada o no… Lo cierto es que han sido dos años de colaboración que se han roto por un asunto menor como el de las mandalas. Así pasa, que algún pregonero de Carnaval la cogió al vuelo y se puso a colorear. No obstante, para observadores curiosos, nótese que Cañizares no ha querido proyección mediática nacional. Y podría haberla tenido. Signo claro de inteligencia.
Cuando un pacto se rompe, es casi como un divorcio o separación. A quién quieres más, a papá o a mamá. Tengo amigos en los dos lados y, por supuesto, continuaré con ellos. Intentando comprender sus razones, aspiraciones o motivos. Lo que está claro es que vistas reacciones como las de Buxadé, que habla de decisión maravillosa lo ocurrido en Ciudad Real, la guerra civil de la derecha continúa abierta en canal. Vox busca también caladeros de voto obrero, que comienza a obtener. Si el PP consigue cercenar su crecimiento por el centro, lo podría condicionar. Pero, mientras tanto, el gran beneficiado es nuestro amigo Pedro Sánchez, que tiene pinta de morirse en la cama como su añorado general Franco.