En el ámbito deportivo, la deportividad es un valor fundamental que trasciende el mero acto de competir. Un valor particularmente palpable en situaciones de alta presión y grandes competiciones, donde las decisiones de los jugadores pueden influir significativamente en el desarrollo y desenlace de un encuentro. Naturalmente, excluyo de estos valores al deporte rey, más preocupados sus componentes en confundir a los árbitros con aspavientos impresionantes, comportamientos -grada aparte- antideportivos entre jugadores, con reclamaciones continuas de infracciones y tarjetas para el contrincante, entre otras triquiñuelas.
🟥Gonzalo Pérez de Vargas perdona la roja al sueco Wanne tras afirmar que el lanzamiento no iba a la cabeza del portero. #HispanosRTVE #CRODENNOR2025
— Teledeporte (@teledeporte) January 20, 2025
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Como contrapunto de estas valoraciones y como aficionado y también jugador -en su día- de balonmano, siento hoy especial satisfacción por la deportividad demostrada en la cancha por un jugador de la selección nacional en el encuentro del Campeonato del Mundo de la especialidad que se juega estos días frente a Suecia. Y mucho más cuando el deportista es de Toledo y se llama Gonzalo Pérez de Vargas. Perdiendo España por seis goles, el guardameta toledano evitó la expulsión de un jugador sueco, corrigiendo la decisión del colegiado en un lanzamiento de siete metros, cuyo balón había impactado en la cabeza del portero de la selección española, infringiendo la norma prohibida de disparar a la cara del arquero.
Sin embargo, el portero del FC Barcelona señaló que el esférico había tocado primero su antebrazo antes de impactar en su rostro, indicando al colegiado que cambiase su decisión de expulsar al jugador sueco, en un acto de deportividad que está recibiendo generales elogios. Un gesto que tiene una connotación especial pues Wanne, el jugador sancionado, además de rival en el torneo, es compañero de Pérez de Vargas en el Barça y amigo personal del portero, que de inmediato agradeció tras la rectificación del árbitro a no ser expulsado. Una actitud que pone como ejemplo de valores que hace grande al balonmano y que, comparado con el deporte rey, habla mal de las artimañas, engaños y trampas que se ven habitualmente en sus canchas de juego.
El gesto del toledano Pérez de Vargas representa la esencia del espíritu deportivo, reflejado en la capacidad de los atletas no sólo para buscar la victoria, sino para hacerlo con honor y respeto hacia el adversario y las reglas del juego.