A la calle Comercio de Toledo, la arteria principal del Casco Histórico, se le conoce popularmente en la ciudad como 'la calle ancha'. Y es que, aunque sus dimensiones sean bastante modestas, efectivamente lo es en comparación con el resto de vías del barrio antiguo.

La belleza del Casco Histórico toledano, donde siglos atrás convivieron las tres culturas, reside en el inmenso patromonio monumental y cultural que atesora, pero también en las empinadas cuestas y en la sinuosidad de unas callejuelas y callejones que en algunos casos no llegan siquiera al metro de anchura.

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    El callejón de la Soledad, junto a Santo Tomé, es el más estrecho de la ciudad

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    En el callejón de la Soledad solo hay 86 centímetros entre pared y pared

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    Una persona observa sorprendida la entrada al callejón de la Soledad

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    El callejón de San Cristóbal, también en la Judería toledana

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    El callejón de San Cristóbal, en su punto más estrecho, se queda en 89 centímetros

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    El callejón del Toro une la plaza de San Justo y la calle del Locum

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    Una de las zonas más estrechas del callejón del Toro

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    La pendiente del callejón del Toro obliga a algunas personas a asirse a las barandillas para mantener la verticalidad

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    El legendario callejón del Diablo

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    Una mujer camina por el callejón del Nuncio Viejo

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    Uno de los adarves del callejón del Locum

Javier Longobardo