Netflix quiere convertir tus series favoritas en podcast: llega el modo «solo audio»

Netflix quiere convertir tus series favoritas en podcast: llega el modo «solo audio»

Noticias y novedades

Así es cómo Netflix construyó uno de los mejores medidores de velocidad de Internet para meter presión a las telecos

Netflix tiene uno de los medidores de velocidad más sencillos y fiables del mundo, y el motivo por el que lo construyó es surrealista.

Más información: Cae el servidor de Netflix durante el estreno de la nueva temporada de 'Stranger Things'

Publicada

Netflix está en el centro de la conversación cultural. No lo hace por Stranger Things o la última temporada de su series de éxito, sino que lo hace por su acuerdo con Warner Bros. Sin embargo, la compañía de la gran ene roja también tiene uno de los mejores servicios de internet.

Detrás de la sencilla página web de fondo blanco y números negros que hoy conocemos como Fast.com, se esconde una de las jugadas maestras más inteligentes en la historia de las guerras corporativas tecnológicas.

Lo que parece una simple utilidad para medir megabits por segundo es, en realidad, el arma definitiva con la que una compañía de entretenimiento logró doblegar a los gigantes de las telecomunicaciones.

Para entender el contexto, es necesario remontarse al periodo comprendido entre 2014 y 2016.

Durante estos años, existía una tensión masiva y creciente entre Netflix y los proveedores de servicios de internet (ISP).

Las compañías de telecomunicaciones, especialmente en Estados Unidos pero con eco en el mercado global, estaban ralentizando deliberadamente el tráfico de datos de la plataforma de streaming.

Su argumento era económico: dado que el vídeo consumía una gran parte del ancho de banda de la red, querían que la compañía de streaming pagara tarifas adicionales para garantizar una conexión fluida a sus redes.

El test de velocidad creado por Netflix

El test de velocidad creado por Netflix El Androide Libre

Básicamente, mantenían la calidad del servicio como rehén para obtener más ingresos.

El problema para el usuario final era evidente y frustrante. Los clientes pagaban por una conexión a internet de alta velocidad y pagaban su suscripción a la plataforma de vídeo, pero aun así obtenían una experiencia deficiente, pixelada y con constantes interrupciones de carga.

Sin embargo, la percepción pública jugaba a favor de las operadoras: cuando una película se detenía para cargar, el instinto del consumidor era culpar a la aplicación de streaming, asumiendo que sus servidores estaban saturados o funcionaban mal.

Los proveedores de internet simplemente se lavaban las manos y señalaban a la plataforma de vídeo como la culpable.

Test de velocidad de internet de Netflix

Test de velocidad de internet de Netflix

La situación llegó a un punto crítico en el que la compañía de entretenimiento tuvo que ceder y pagar a grandes operadoras como Comcast, Verizon, AT&T y Time Warner para establecer conexiones directas y evitar el estrangulamiento de su servicio.

Sin embargo, no se quedaron de brazos cruzados y prepararon un contraataque silencioso pero devastador. En 2016, lanzaron Fast.com, que fue mejorado en 2018. A primera vista, era simplemente otra herramienta de test de velocidad, pero tenía una diferencia técnica fundamental.

La clave del éxito de esta herramienta radicaba en su funcionamiento interno:

  • A diferencia de otros medidores de velocidad genéricos, esta herramienta no prueba la conexión contra un servidor neutral cercano.
  • La prueba descarga datos directamente desde los propios servidores de Netflix, los mismos que alojan las películas y series.
  • Esto hace que el tráfico de la prueba de velocidad sea indistinguible del tráfico de video real para los proveedores de internet.
  • Si un proveedor de internet intentaba ralentizar el streaming, automáticamente ralentizaba el resultado del test de velocidad, quedando en evidencia.

Esta distinción técnica cambió las reglas del juego. De repente, millones de usuarios tenían en sus manos una herramienta irrefutable para auditar a sus proveedores de internet.

Si un cliente notaba problemas de buffering, la compañía podía decirle simplemente: ejecuta esta prueba. Se podía hacer por la web y, desde hace unos años, también desde una aplicación.

Si el resultado mostraba una velocidad ridículamente baja en comparación con lo que el usuario pagaba por su contrato de fibra o ADSL, la culpa ya no era de la aplicación, sino del proveedor que estaba creando un cuello de botella artificial.

Los proveedores de internet no podían ocultar sus prácticas. Si permitían que la prueba de velocidad funcionara rápido para quedar bien en el test, obligatoriamente tenían que dejar de estrangular el tráfico de video, ya que ambos provenían de la misma fuente.

Si continuaban bloqueando el video, la prueba de velocidad confirmaría al usuario que su conexión era deficiente.

Con esta maniobra, la empresa logró posicionarse como el actor transparente que luchaba por los derechos de los consumidores, mientras que los proveedores de servicios quedaron expuestos como monopolios codiciosos que manipulaban el tráfico de la red.

Fue una solución elegante que resolvió simultáneamente un problema masivo de relaciones públicas y un grave inconveniente de servicio al cliente.

Sin necesidad de grandes campañas publicitarias o batallas legales interminables, una simple página web sirvió para ganar la guerra por la neutralidad en la experiencia de usuario y garantizar que la velocidad contratada fuera la velocidad real disfrutada.