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El Androide Libre

Los SMS son las nuevas cartas postales: historias del abuelo cebolleta

¿Recordáis cuando se enviaban cartas por correo postal? ¿No? ¿Y cuando enviábamos SMS? ¿Tampoco? Normal, ahora están en el mismo lugar. RIP.

24 marzo, 2017 12:58

¿Recordáis cuando se enviaban cartas por correo postal? ¿No? ¿Y cuando enviábamos SMS? ¿Tampoco? Normal, ahora están en el mismo lugar. RIP.

Soy lo suficientemente mayor como para haber escrito cartas a mano. No muchas, claro, pero sí alguna que otra, incluso habiendo tenido alguna amistad por correspondencia como se decía antes (Dios, me siento muy viejo).

Con la popularización de los nuevos métodos de contacto, sobre todo el teléfono (o mejor dicho, las tarifas planas de telefonía), esta necesidad que venía de siglos atrás cada vez se hizo más accesoria, quedando casi como un ítem romántico más que como uno práctico.

En la red esto se ha convertido en una broma recurrente, sobre todo en relación no tanto al teléfono como a los correos electrónicos, que pasaron de ser algo anecdótico a finales del siglo pasado a una pesadilla en la actualidad.

Pero en medio de ambas realidades el SMS se hizo un hueco prácticamente en todos los países. Es cierto que en España nunca llegó a ser tan masivo como en Estados Unidos, sobre todo porque allí las tarifas planas llegaron cuando debían y eso incrementó el uso de este sistema hasta límites insospechados. En España ahora es cuando algunas tarifas los dan gratis. En 2017. WTF.

Las promociones de SMS fueron una ventana al futuro dominado por WhatsApp

Recuerdo haber usado promociones de Vodafone, la que era antaño mi operadora, llamadas Mensamanías que como su nombre indica se trataba de una forma de enviar muchos mensajes en un plazo concreto de tiempo. Al fin y al cabo eran promociones temporales.

En esos momento se abría una ventana al futuro y enviabas mensajes tontos con cualquier excusa, sólo porque podías. Incluso algunos éramos unos visionarios y usábamos los MMS. Para lo que seáis de nuevo cuño los MMS son los bisabuelos del WhatsApp. Mensajes multimedia que admitían vídeos, fotos o GIFs. Con limitaciones, pero al fin y al cabo también había limitaciones en los móviles, por así decirlo.

Pero salvo en esas ocasiones en la que casi vivíamos el presente con WhatsApp y compañía la recepción de un SMS era algo importante. Como una llamada de teléfono cuando no había tarifas planas. La sensación era la de «¿Qué pasa? ¿Por qué tengo un SMS? ¿Quién me invoca?».

Obviamente ahora nadie usa los SMS y eso me ha recordado a las cartas postales que abandonamos hace ya años. Ahora cuando nos llega una carta tenemos la certeza de que será de una comunicación automatizada. Quizás una factura, una carta de publicidad o como mucho un requerimiento judicial. Eso es lo más cerca que estaremos del trato humano.

Con los SMS me ha pasado lo mismo. He mirado los últimos en mi móvil y son exclusivamente de Google y de WhatsApp, códigos de confirmación para poder usar sus servicios. Ya nadie usa los SMS y no quiere decir que sea malo, pero sí que es una forma de comunicación que, como tantas otras, se ha perdido.

Fijaos si será así que cuando suena mi móvil y estoy delante del ordenador me pongo a mirar qué es lo que ha lanzado la notificación. WhatsApp… no. Facebook… ah, pues tampoco ¿Será el correo? No, ninguna de las cuentas. Vamos a Telegram… nada ¿Y Slack? No… Claro, llega un momento en el que voy a por el móvil y veo que es un SMS automático de algo. Imposible haberlo adivinado.

RIP SMS

PD: Acabo de enviar uno por hacer la gracia y aún el uso de las tildes penaliza en el contador de caracteres. Madre mía.
PD2: Usar posdatas es aún más viejuno que los SMS. Toma ya.