Poesía

La piel del jaguar

Edición de Álvaro Salvador

8 febrero, 2007 01:00

El chicano Martín Espada y la colombiana Piedad Bonnet

Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006. 512 páginas, 22 euros

Con esta antología preparada por álvaro Salvador la Fundación José Manuel Lara abre brillantemente su colección Vandalia a autores no andaluces. Presentada en México en la Feria del Libro de Guadalajara, La piel del jaguar ofrece en esta selección de poetas nacidos entre 1941 y 1966 -la mitad de ellos inéditos en España- una muestra representativa de la diversidad de tendencias estéticas que han protagonizado la poesía hispanoamericana durante los últimos treinta años.

Para situar históricamente a estos poetas, álvaro Salvador traza en su prólogo las grandes líneas seguidas por la poesía en Hispanoamérica desde finales del siglo XIX hasta el presente: los primeros pasos de aquella necesaria resacralización profana de la realidad a través de la poesía que plantearon Rubén Darío y los modernistas, la confrontación con ésta llevada a cabo por las vanguardias en lo que Octavio Paz denominara "tradición de la ruptura", y la que, con Jorge Luis Borges como figura central, representa una alternativa y fecunda "tradición de las tradiciones". Se suma a ambas una tercera, la no menos fecunda de la "antipoesía" de Nicanor Parra, presente también como autocrítica desacralizadora e irónica en algunos de los primeros modernistas, como José Asunción Silva y que, partiendo del antirretoricismo, de la desacralización del arte y del antiheroísmo del personaje poético desemboca hoy en propuestas plenamente posmodernas.

A esas distintas tradiciones se adscriben los poetas que acoge La piel del jaguar -siete mujeres entre ellos- y que, dentro de la inevitable ausencia de muchos nombres, representan una variedad estética mucho mayor que la ofrecida en otras antologías recientes: los chilenos Omar Lara (1941), Raúl Zurita (1950) y Teresa Calderón (1955); los peruanos Marco Martos (1943) y Eduardo Chirinos (1960); los argentinos Santiago Sylvester (1942), Daniel Samoilovich (1949), Jorge Boccanera (1952), Jorge Fondebrider (1956) y José María Memet (1957); los cubanos Waldo Leyva (1943), José Pérez Olivares(1949) y Laura Ruiz (1966); el boliviano Eduardo Mitre (1943); los colombianos Juan Manuel Roca (1946) y Piedad Bonnet (1951); la nicaragöense Gioconda Belli (1948); los venezolanos Yolanda Pantín (1954), Javier Lasarte (1955) y Rafael Arráiz (1959); los mexicanos Vicente Quirarte (1954), Myriam Moscona (1955), Fabio Morábito (1955) y Kyra Galbán (1956) y el chicano Martín Espada (Nueva York, 1957). Aunque algunos de estos poetas han publicado en España, como José Pérez Olivares, Gioconda Belli, Raúl Zurita o Quirarte, sorprende que otros tan destacados como Omar Lara, Waldo Leyva, Yolanda Pantín, Myriam Moscona, Teresa Calderón, Fabio Morábito, etc., sean aquí prácticamente desconocidos.

Muy interesantes resultan las propuestas de un discurso poético femenino que, desde la ironía, el protagonismo del cuerpo y la cotidianidad, conjuga la reflexión realista sobre la condición de la mujer, la crítica histórica y la tradición antipoética (Gioconda Belli, Myriam Moscona, Teresa Calderón), el intimismo (Piedad Bonnet, Laura Ruiz) y la continuidad de la vanguardia (Yolanda Pantín, Kyra Galbán). En la "tradición de la ruptura" se sitúan el culturalismo, la polifonía, el extrañamiento de lo cotidiano y la experimentación formal que representan, diversamente, los poemas de Marco Martos, Santiago Sylvester, Jorge Boccanera o Eduardo Mitre. Mención aparte merecen el esencialismo de Vicente Quirarte, la renovación de la poesía épica que representa Raúl Zurita, el bien urdido e ingenioso culturalismo de Juan Manuel Roca ("Oración al señor de la duda", "Poema invadido por romanos") o el humorismo satírico de Daniel Samoilovich.

Como formas diferentes de continuidad de la "tradición de las tradiciones", a menudo entroncadas con los modelos de la antipoesía, resultan significativos el peruano Eduardo Chirinos, con su irónico cuestionamiento del personaje poético, la trasposición histórica de los referentes bíblicos y los monólogos dramáticos de José Pérez Olivares, la reflexión realista no exenta de ironía de poetas tan distintos como Javier Lasarte, Fabio Morábito, Jorge Fondebrider, José María Memet o Rafael Arráiz y la interesante muestra de poesía chicana que representa Martín Espada con sus poemas de homenaje a Víctor Jara, Salvador Allende o Pablo Neruda.

Debería conocerse mejor en España la obra de muchos de estos destacados poetas, y yo destacaría como imprescindibles y aún inéditas aquí las del chileno Omar Lara (1941) y el cubano Waldo Leyva (1943). Lara, fundador en 1964 del grupo y la revista Trilce y gran divulgador en castellano de la poesía rumana, ofrece una creación en la que la ironía, la ternura, el erotismo y la experimentación verbal vierten su mirada crítica sobre la realidad contemporánea. Waldo Leyva, por su parte, une la emoción y la intensidad a una gracia expresiva y a una inteligencia poética que sabe comunicar más allá de las palabras: "¿Cómo medir los años/ de un hombre/ que ha vivido/ entregado al futuro?".