Image: La luz es más antigua que el amor

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Novela

La luz es más antigua que el amor

Ricardo Menéndez Salmón

10 septiembre, 2010 02:00

Ricardo Menéndez Salmón

Seix Barral. Barcelona, 2010. 176 páginas, 17'50 euros


Con sus novelas anteriores, La ofensa (2007), Derrumbe (2008) y El corrector (2009), que componen la llamada "Trilogía del mal", Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971) ha merecido una favorable recepción crítica que lo sitúa en un lugar de primera fila entre los novelistas españoles con mayor futuro en el siglo XXI. La nueva novela del escritor asturiano marca un giro importante en su trayectoria literaria, manteniendo un firme compromiso con la literatura como medio de conocimiento y con el lenguaje como instrumento para poner orden en el caos que nos rodea, persiguiendo metas cada vez más ambiciosas en su permanente indagación existencial y estética. Si en las novelas anteriores había abordado el horror leído (La ofensa), imaginado (Derrumbe) y vivido (El corrector), ahora quiere penetrar en el misterio del arte y en sus relaciones con el poder, empeñado en una aventura intelectual cargada de cultura y pensamiento.

La luz es más antigua que el amor está concebida como una novela ensayo que aprovecha materiales de la novela histórica y se completa como metanovela que integra en su texto la narración de una historia (en realidad son tres), el comentario de algunos problemas superados en su gestación e incluso la autocrítica de sus intenciones y resultados. La novela está organizada en tres partes, cada una con su historia desarrollada en la primera sección en los tres casos y con un texto en contrapunto que compone la segunda sección, también en los tres apartados. Las tres historias abordan situaciones de tres pintores en algún momento problemático de sus vidas. Dos son inventados y uno real. Pero los tres ejemplifican la lucha del artista en radical búsqueda de nuevos hallazgos y la defensa de su obra frente a poderes externos.

El pintor protagonista de la primera parte, Adriano de Robertis, vivió en la Toscana, defendió a muerte su cuadro heterodoxo de la Virgen barbuda, nacido de su rebeldía y dolor por la muerte de su hijo en la peste de 1348, y murió viejo entre la miseria de un lazareto veneciano. La segunda parte se centra en la vida y la obra de Mark Rothko, pintor letón afincado en Estados Unidos, que se suicidó en 1970 después de haber intentado llegar más lejos que nadie en la historia de la pintura. Y en la tercera parte se narra la vida errante del ruso Vsévolod Semiasin desde su Stalingrado natal, pasando por Francia e Italia, hasta su reclusión en 2005 en un psiquiátrico, donde se come sus lienzos en loco intento por adueñarse de la pintura.

Son tres historias diferentes, que transcurren en épocas distintas, pero su narración está sometida a una estructura unitaria por la recurrencia de motivos temáticos y formales en las tres. El más importante es la narración fragmentada en tres apartados, cada uno de los cuales sigue al relato de la historia de cada pintor. Los tres fragmentos están protagonizados por el escritor Bocanegra: el primero en 1989, cuando en un instituto de provincias (puede ser Gijón), da sus primeras muestras de talento literario; en el segundo aparece Bocanegra en 2008, empeñado en "escribirlo todo" en su libro sobre Rothko e interrumpiendo su escritura por el dolor de la muerte de su segunda mujer; y en el tercero reaparece Bocanegra en 2040 recibiendo el premio Nobel y leyendo su discurso centrado en su novela La luz es más antigua que el amor. Este cierre autocrítico da unidad estructural a tan disperso conjunto, cuya construcción fragmentaria y elíptica resulta unificada en lo fundamental por la reiteración temática en las tres investigaciones pictóricas y por los motivos recurrentes que pespuntean el texto de las tres: por ejemplo, la pesadilla toscana del castillo de Sansepulcro, donde vivió de Robertis, donde se refugió Semiasin y por el que Rothko se interesó en dos visitas a Italia, entre otros muchos nexos que salpican el texto.

Creo que el autor ha empeñado lo mejor de su talento en la construcción de su novela más difícil, compleja y de mayor densidad intelectual. A veces se le ha ido la mano en su intento de apresar el misterio del arte, la belleza y el mal en una escritura condenada de antemano al fracaso pero que se justifica por la sempiterna ambición de intentarlo de nuevo. Y también ha proyectado no pocas dosis de su angustia creadora en los rasgos autobiográficos encarnados en el escritor Bocanegra, desde su edad (69 años en 2040) hasta la publicación de La luz… "hace treinta años, en 2010" (pág. 169), pasando por la atribución de la "Trilogía del mal" (pág. 95). Estos y otros aspectos que no caben aquí atestiguan de modo suficiente que estamos ante un autor con firme voluntad de permanencia.