Image: Nacidos para mandar

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Ensayo

Nacidos para mandar

Ludger Mees y Xosé M. Núñez Seixas (coord.)

27 julio, 2012 02:00

Barack Obama y Manuel Azaña

Tecnos. Madrid, 2012. 320 páginas, 24 euros

No es un secreto para nadie que esté al tanto de las tendencias actuales que la historiografía -en España y en todo el mundo- hace tiempo que postergó (aunque sin abandonar del todo) los esquemas estructuralistas e impersonales para dar cabida a los individuos de carne y hueso, tanto a ras de tierra, es decir, aquellos que se ubican en los estratos más humildes de la sociedad, como a los que escalan la cúspide de la pirámide social o desempeñan un rol relevante por diversos motivos. De ahí la proliferación de biografías que, en el caso español, que no se había distinguido precisamente por su interés en este apartado, ha supuesto no sólo un revulsivo sino una auténtica revolución bibliográfica. Biografías tradicionales, biografías renovadoras, novelas históricas, recreaciones y toda una amplia gama de fórmulas híbridas llenan desde hace años, con gran aceptación popular y hasta el beneplácito de los especialistas, los escaparates de novedades.

En ese contexto se sitúa esta valiosa aportación que, junto a la proclividad por el examen de los personajes que dejaron una huella perdurable en la sociedad de su tiempo, presenta otras tres dimensiones que pueden catalogarse como deudoras de las modernas corrientes de las ciencias sociales: en primer lugar, su focalización en el entramado político, antaño oscurecido por las fuerzas mecánicas de la infraestructura económica y hoy reivindicado como elemento autónomo; dentro de esta vertiente, la cuestión del liderazgo y el carisma, un tema fundamental en la historiografía del siglo XX que hoy cobra nuevos y paradójicos perfiles por la supuesta ausencia de auténticos paladines en esta sociedad líquida o posmoderna; y en tercer lugar, pero no menos importante, la perspectiva comparada, que se ha impuesto como inexcusable no sólo porque vivamos en un mundo cada vez más interconectado (la dichosa globalización) sino porque las otrora predominantes interpretaciones de ámbitos reducidos o nacionales se han revelado incapaces de elucidar los grandes acontecimientos de nuestra era.

Ahora bien, el volumen que comentamos es también deudor en su estructura y contribuciones de su circunstancia concreta que, en este caso, no es otra que la recopilación de las ponencias presentadas en un curso de verano celebrado en 2010 en San Sebastián, organizado por la Universidad del País Vasco. Ello conlleva que esté constituido por cuatro partes que, siendo innegablemente interesantes por sí solas, difícilmente pueden tener otra justificación conjunta que la mencionada coyuntura que, por si fuera poco, llevaba aparejada una prominente atención a la figura del lehendakari José Antonio Aguirre al cumplirse el medio siglo de su fallecimiento en 1960.

Como esta efeméride era el auténtico motor de dicha actividad universitaria y, por extensión, de este volumen, el resultado inevitable es que el caso vasco y el propio Aguirre quedan sobrerrepresentados con varios capítulos que constituyen el 25% del libro. Además, en esta sección, junto a irreprochables estudios de historiadores solventes, se añade una hagiográfica aportación del presidente del PNV, Íñigo Urkullu, loando a Aguirre como "estadista con dimensión internacional".

Dejando aparte esta descompensación, el libro en su conjunto merece pocos reproches y ofrece sin duda análisis de gran entidad. En la primera parte, la más teórica, destaca un breve análisis de Álvarez Junco sobre un tema que domina magistralmente, el lerrouxismo. La segunda parte, la vasca, tiene dos buenos capítulos sobre José Antonio Aguirre (De la Granja y Mees) y otro del mismo tenor sobre Indalecio Prieto. La tercera, la más variada, alberga textos sobre Manuel Azaña (Santos Juliá), Francesc Cambó (B. de Riquer), Federica Montseny (S. Tavera) y Castelao (Núñez Seixas): se trata obviamente de una nómina de líderes tan discutible como cualquier otra, pero que tiene la innegable ventaja de que cubre un abanico ideológico y de sensibilidades culturales sumamente amplio.

La cuarta y última parte se abre a la perspectiva internacional con una selección de líderes que resulta una vez más un poco caprichosa (Mussolini, Hitler, Franco, Lincoln, Obama y Lech Walesa), pero que permite una sugerente reflexión sobre el tema fundamental del libro, los mecanismos de liderazgo y carisma en sociedades, tiempos y culturas muy variopintos. Estamos, en definitiva, ante una obra que concierne tanto al politólogo como al historiador e incluso al mero interesado en los engranajes y atributos del poder.