El Conde Duque de Olivares, de Velázquez

La cuestión de los validos es una de las más apasionantes en la historia de la administración de los Austrias españoles durante la edad Moderna, aunque no se trate de una figura exclusivamente hispana. Favoritos y validos hubo en numerosos países y su aparición y desarrollo -salvando las particularidades de cada caso- no fue sino una respuesta a problemas parecidos, que se planteaban en ámbitos diversos.

Entre nosotros, el estudio clásico es el de Francisco Tomás y Valiente, Los Validos en la Monarquía española del siglo XVII. Estudio institucional (1963). Con la sabiduría e inteligencia que le caracterizaban, su autor -vilmente asesinado por eta en 1996- plantea la evolución formal o institucional de dicha figura desde sus orígenes, con el duque de Lerma, hasta la aparición del cargo de primer ministro, en 1676, que sacaba al valido de la imprecisión institucional en que le situaba su condición de favorito, es decir, alguien cuyo poder procedía exclusivamente del favor y la amistad real.

Sobre la senda trazada por dicho trabajo, ha habido posteriormente otros estudios, de entre los cuales, y sin ánimo de exhaustividad, yo destacaría los de John Elliott o Antonio Feros, sobre el conde duque de Olivares, y el duque de Lerma respectivamente; el libro de Francesco Benigno La sombra del rey. Validos y lucha política en la España del siglo XVII (1994), o la obra colectiva coordinada por Elliott y Brockliss El mundo de los Validos (1999), que analiza la cuestión desde una óptica comparativa, atenta por tanto a las distintas concreciones de dicha figura en la Europa del siglo XVII.

El libro coordinado por Escudero, que recoge las ponencias de un curso de verano de la Universidad Rey Juan Carlos, celebrado en Aranjuez en 2003, supone una contribución más al conocimiento de favoritos y validos. En este caso, se ha optado por un análisis centrado exclusivamente en España, si bien ello permite analizar tales figuras desde sus lejanos orígenes en la Castilla del siglo XV -álvaro de Luna o Juan Pacheco- hasta su epígono a finales del Antiguo Régimen: el extremeño Manuel Godoy. Y entre unos y otro, los validos propiamente dichos, que ocuparon el poder en distintos momentos del siglo XVII: los duques de Lerma y Uceda, Baltasar de Zúñiga, el conde-duque de Olivares, Luis Méndez de Haro, Nithard, Valenzuela, don Juan de Austria, el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa.

El espacio que se dedica a cada uno de ellos, sin embargo, tiene poco que ver con su importancia respectiva, pues el principal de todos, Olivares, apenas es tratado -aunque las breves páginas que le dedica Thompson son de lo mejor del libro- mientras que Lerma es objeto de tres artículos distintos. Tal criterio, con todo, es perfectamente válido, pues se centra en figuras menos conocidas. No obstante, la elección de los autores no siempre ha sido acertada, pues junto a especialistas eminentes, como el propio coordinador -quien conoce como nadie la alta administración española en el Antiguo Régimen- el citado Antonio Feros, máximo especialista en Lerma, y algunos más -entre los que se cuenta, obviamente, el maestro Luis Suárez- hay otros poco familiarizados con estos temas y que, en algunos casos -como ocurre con varios de los que tratan los validos del reinado de Carlos II- no parecen conocer tampoco buena parte de la abundante bibliografía publicada en las últimas décadas.

Caso aparte es el de Ignacio Ruiz Rodríguez, quien ignora además algunos principios básicos, pues plagia -es decir, copia o reproduce literalmente, dándolos como propios- párrafos enteros de mi estudio "La España de Carlos II" (en el tomo XXVIII de la Historia de España de Menéndez Pidal, Madrid, 1993), sin citar en ningún momento su proveniencia. Huelga decir, no obstante, que la responsabilidad es exclusivamente suya, y que nada tiene que ver con la buena labor de coordinación y de precisión conceptual que realiza Escudero.