Image: Lincoln

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Ensayo

Lincoln

César Vidal

2 enero, 2003 01:00

Abraham Lincoln

Premio Las Luces de Biografía. Acento. Madrid, 2002. 318 páginas, 28 euros

Abraham Lincoln, al igual que otro personaje de gran relevancia como Winston S. Churchill, forma indudablemente parte central del panteón histórico de la democracia. Ambos tuvieron que hacer frente a situaciones dramáticas, extremas, y, contra viento y marea, supieron sacar a sus países del atolladero.

Al mismo tiempo que tanto el norteamericano como el británico llevaron a cabo esa inmensa labor, en un caso frente a un enemigo interior (la Confederación) y en el otro exterior (la Alemania nazi), contribuyeron en gran medida a renovar y ahondar el concepto de democracia.

En Lincoln lo fundamental es la constancia en la defensa de una versión de la democracia en la que ésta encarna una determinada cosmovisión conformada por valores morales de orden superior, que no se limita a simple mecanismo jurídico-político de sustitución o cambio de gobierno. Una doble demostración del desarrollo de este concepto se encuentra en la introducción paulatina de la emancipación de los esclavos y en el hecho de que mantuviera, en medio de una situación tan excepcional, la convocatoria de elecciones en las que corría serio riesgo de perder el puesto de presidente en un momento clave para el devenir de su política.

Supo ver que la invocación del derecho de secesión de los estados del sur impactaba en la línea de flotación del proyecto democrático ideado por los Padres Fundadores de la nación americana y que detrás de esa reivindicación tan solo estaba la defensa de los privilegios de una minoría, los nacionalistas sureños, que, además de emplear métodos antidemocráticos para constituirse como comunidad aparte, fueron incapaces, por la propia inercia separatista, de controlar los elementos entrópicos que ésta introducía.

Pese a la brillantez de su cúpula militar y a la experiencia de los voluntarios sudistas en el manejo de las armas y la caballería, aquellos factores hicieron que la suerte final de la Confederación estuviera echada desde un principio. Sin embargo, que la potencia industrial y demográfica del Norte fuese muy superior no convirtió la guerra civil en un camino de rosas. El bajo número de altos mandos competentes entre los nordistas, la bisoñez de la tropa en los primeros momentos, las divisiones dentro de la Unión, tanto en lo referente a la cuestión esclavista como al trato que debería de darse a los estados secesionistas, y el hecho de que las terribles consecuencias humanas y materiales del conflicto invitaban a grandes sectores de la población y a buena parte del arco político a poner por delante la tentación de una paz que solo podía conllevar el reconocimiento de la independencia de la Confederación, constituyeron una continua fuente de problemas en la gestión de Lincoln. Siempre mantuvo la determinación de que no podía haber otro final que la victoria, única forma de preservar a la joven democracia americana, y de que el objetivo último consistía en hacer posible la reconciliación nacional y plantar las bases de la integración racial a través de la educación. Su asesinato fue decisivo para que este proyecto se frustrase varias décadas.

Por medio de un despliegue bibliográfico apabullante, César Vidal consigue sintetizar con sencillez y rigor histórico la vida del gran estadista Abraham Lincoln. El autor se vale de su oficio e inmensa capacidad de brega para lograr un notable trabajo de condensación en el que no queda nada de lo importante en el tintero, además de incorporar una explicación de la época, es decir, del contexto histórico, con especial énfasis en las circunstancias espirituales, y de establecer con precisión, sin incurrir en la tentación del adoctrinamiento, las enseñanzas del pasado. El lector podrá sacar así sus propias conclusiones de una obra que es una soberbia exhibición de alta divulgación histórica.