Wislawa Szymborska

Antes de conquistar el Nobel en 1996, Wislawa Szymborska marcó con sus poemas, ensayos y críticas literarias a varias generaciones de lectores y autores polacas. Responsable del "Correo literario" del semanario Zycie literackie (Vida literaria) durante casi tres décadas, Szymborska respondía con ironía y algo de sadismo a los espontáneos que enviaban sus originales a la revista. El Cultural publica una selección de las mejores cartas de la Nobel polaca incluidas en Correo literario o cómo llegar a ser (o no llegar a ser) escritor (Nórdica), así como una entrevista inédita de la editora original del libro a la escritora.

Escribir en los tiempos previos a internet ofrecía a los debutantes poco escrupulosos un mundo casi infinito de posibilidades de plagio. Los suplantadores no respetaban ni a Kafka ni a Thomas Mann:



J. Szym (Lodz). Vaya, vaya… Ha copiado usted cuidadosamente algunos fragmentos de los relatos de Jan Stoberski [destacado escritor polaco del siglo XX] y nos los manda con el ruego de que se los publiquemos como debut literario. Pero eso no es nada comparado con un titán del trabajo, natural de Gdansk, que copió un capítulo de La montaña mágica con los nombres de los personajes cambiados para despistar. Eran unas treinta páginas. No sale usted muy bien parado con esas cuatro hojas manuscritas. Hay que ponerse manos a la obra. Para abrir apetito proponemos La comedia humana. No está nada mal y es largo.



J. St (Breslavia). No hemos sido capaces de sentir esa atmósfera de misterio y de terror indefinido que flota sobre el relato titulado "La lombriz". Porque ese terror es un préstamo directo de Kafka y, como pasa muchas veces, se hace un uso indebido de las cosas prestadas. Es una gran suerte que el propietario no vaya a reclamar su devolución.



Zegota (Bialystok). En el caso de que publiquemos su texto, mándenos, por favor, la dirección actual de Kazimierz Przerwa-Tetmajer [poeta polaco muerto en 1940] para que podamos hacerle llegar el ochenta por ciento de los honorarios en concepto de derechos de autor.



A la redacción de Vida literaria llegaban poemas y relatos manuscritos cuajados de erratas. Szymborska se mostraba implacable:



Wl. T-K. (Poronin). "Pido perdón de antemano por las faltas de ortografía, pero tenía mucha prisa cuando estaba pasando el texto a limpio…" Es curioso. Hasta ahora pensábamos que las prisas afectaban solo a la legibilidad de la letra. Además, si ya nos ponemos así, haya se escribe más rápido que halla, y… Por otra parte, ¿para qué todas esas prisas? Primero, el fin del mundo no será hasta mediados de febrero. Segundo, no se sabe si el fin del mundo afectará también al "Correo literario". Tercero, sus versos son de momento apenas notas sueltas, de las que solo con una desbordante imaginación se podría llegar a hacer un poema. Un saludo.



Wieslaw Cz. El poema titulado "Desde la cunvre de Babia Góra" no acostunvrará a tener suerte en ninguna redacción.



P. G. Kr., (Varsovia). Es fundamental cambiar de bolígrafo. El que usa comete muchas faltas. Seguro que es extranjero.



En sus textos hay algo: cierta imaginación, cierta burla, cierto sentido del absurdo. Pero habría que reescribir cada uno, como mínimo, cinco veces"

Si las erratas herían, los errores, la afectación, las pretensiones pseudoartísticas, podían matar...



G. O. Es verdad que Nerón tenía un carácter nauseabundo, que se entregaba al libertinaje y a la grafomanía, pero que comiera patatas fritas es algo de lo que no se le puede acusar. A pesar de que patata rima muy bien con fogata.



L. Ar., (Cracovia). Parece ser que Lev Tolstói se escondía en un armario para escuchar las conversaciones de las chiquillas de la familia. Le deseamos a usted aunque sea una mínima parte de esa curiosidad. Porque escribe usted una novela sobre la vida de las universitarias en una residencia estudiantil y, aunque la trama es ágil y está bien llevada, las chicas hablan como en una novela de Madame de La Fayette.



Grazyna (Starachowice). Para usted la poesía es lo sublime, lo absoluto, la eternidad, el suspiro y el gemido, todo ello en una concentración tal que supera incluso la de los álbumes de recuerdos de señoritas de principios de siglo. Con esa grandilocuencia va a ser difícil conquistar al lector actual. Es más, hasta la persona más cercana y de confianza, tras oír apenas una frase de esas, mirará a la interlocutora con pavor y al cabo de unos instantes recordará de pronto que tiene que salir a hacer un recado muy urgente. ¿Entonces, qué? ¿Nos desabrochamos las alas e intentamos escribir algo con los pies en la tierra?



Con frecuencia la redacción sufría el entusiasmo de los amigos de un poeta que había triunfado en una fiesta con sus versos. Le animaban a publicarlos en la revista. ¡Qué inmenso error!



M. D. Suponemos que ya ha tenido la oportunidad de recitar esos simpáticos pareados en alguna celebración local, después de la parte oficial, claro está, una vez finalizados los grandes discursos y la polonesa de Chopin, interpretada por una chiquilla mofletuda con unos lazos de color rosa. El público se retuerce en sus asientos sin saber qué sigue después o si ya es hora de ir a tomar algo. ¡Y de repente esos poemas sobre nuestro pequeño pueblo! El autor menciona por su nombre a todos, y ¡qué educación, qué amabilidad! La sala estalla en risas y aplausos. Justo después de todo eso llega un momento desafortunado. Alguien le comenta al autor: "Tendría usted que mandarlo a algún sitio para que lo publiquen, sería una pena que no quedara ninguna huella". Ay, ay, ay, no es un buen consejo. El poema sí que ha dejado huella, claro que sí, ha emocionado a todos los interesados, así que ha conseguido su objetivo. Cuando sí que se va a echar a perder, es cuando acabe sobre el escritorio de alguna redacción y empiecen a analizarlo con criterios literarios. Y al final digan que eso no es poesía, con lo que causarán al autor un enorme disgusto. Disgusto que se podría haber evitado.



Las cartas disuasorias de Szymborska, bienhumoradas y rigurosas, explican mejor que cualquier tratado cómo concebía la literatura



H. C. (Cracovia). La falta de talento literario no es ninguna deshonra. Es algo que les sucede a muchas personas inteligentes, ilustradas, nobles y extraordinariamente dotadas en otros campos. Cuando decimos que un texto es malo, no pretendemos ofender a nadie ni quitarle la fe en el sentido de la existencia. Aunque es cierto que no siempre emitimos nuestro juicio con la proverbial amabilidad china. ¡Ay, los chinos! Ellos sí que sabían, tiempo atrás, antes de la Revolución Cultural, responder a poetas no demasiado talentosos. La respuesta era algo así: "Sus poemas superan todo lo escrito hasta ahora y todo lo que queda aún por escribir. Si se publicaran, su deslumbrante luz haría palidecer toda la literatura y otros autores que la cultivan se darían dolorosa cuenta de su nulidad…".



Debería preocuparse por saber si tiene algo que decir. Desde ese punto de vista sus poemas son un desierto y eso nada lo puede ocultar"


Ewa (Bytom). ¿Quién sabe?, es posible que algunas fuerzas poéticas dormiten en el fondo de su alma; el hecho, sin embargo, es que todavía no logran aflorar. Pone usted a su paso obstáculos hechos de montones de metáforas, tantas que resulta imposible percibir el mundo más allá de ellas. Los esfuerzos por ser cada vez más poéticos son la inseguridad más frecuente de los poetas primerizos. Temen la más sencilla de las frases e intentan enmarañarla, y complicarse la vida ellos mismos y complicársela a los demás. De diez, uno consigue sobreponerse a ese amaneramiento y llega a convertirse en un buen poeta, cinco dejan de escribir, uno se pasa a la prosa (¡ojalá que sea con un mejor resultado!), y los otros cuatro siguen escribiendo y extrañándose cada vez más de que sus poemas no impresionen a nadie. Si uno hace cálculos, aquellos diez se han convertido de repente en once. Está claro que mientras estábamos escribiendo el texto, alguien más se ha sumado al grupo.



B-dan (Chelm, región de Lublin). [...] Primero, debería preocuparse por saber si tiene algo que decir. Desde ese punto de vista, sus poemas son un desierto y eso ningún truco formal lo puede ocultar. "Quiero ser poeta". Ja, de nuevo empieza usted por el final. Preferimos a los que simplemente "quieren escribir". Lo que pasa es que eso es algo muy serio.



Kamila W. ¿Qué separa a las personas? Un muro invisible. ¿Con qué se puede comparar una gran ciudad? Con una colmena o con la jungla. ¿Cómo es el vacío? El vacío es estéril. ¿Qué hace una cuerda que se tensa? Se rompe, claro. ¿Qué ha decepcionado a este redactor? Todo eso.



Ludomir (Olsztyn). Por los poemas que nos envía, llegamos a la conclusión de que está enamorado. Alguien dijo que todos los enamorados son poetas. Pero probablemente es una exageración. Le deseamos todo tipo de éxitos en su vida personal.



Zygfryd Miel. (Gdansk). En sus textos hay algo: cierta imaginación, cierta burla, cierto sentido del absurdo (¡muy de moda!). Pero habría que reescribir cada relato, como mínimo, unas cinco veces todavía. Le recuerdo, de paso, que Chéjov reescribía sus textos siete veces, y que Thomas Mann hacía cinco correcciones (entretanto se inventó la máquina de escribir).



Amaba. Sus poemas todavía deben quedarse en un cajón. Ya ha habido lunas como broches de plata. Ya ha habido madonas en un tiovivo. Una memoria tan prodigiosa como la suya estorba cuando uno se pone a trabajar en lo suyo.



Baska. "Mi novio dice que soy demasiado guapa para escribir buena poesía. ¿Qué piensan de los poemas que adjunto?" Creemos que es usted, efectivamente, una chica muy guapa.



C. P. (Szczecin). "En lo que se refiere al color verde, soy como un amante en una película erótica. Siento un gran deseo de fijar los cimientos de una fantástica novela en honor a mi amigo el cibernético". Con estas palabras empieza el capítulo "Desesperación infinita". Que el título sirva de valoración.