Image: No digas que me conoces

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Letras

No digas que me conoces

Sergio Doria.

12 junio, 2015 02:00

Sergio Doria

Plaza & Janés. Barcelona, 2015. 343 páginas, 17'90€

Nadie dudaba a estas alturas que si Sergi Doria se metía a novelista elegiría como escenario una Barcelona pretérita que conoce bien. No sólo es autor de una interesante guía de rutas literarias por la ciudad, también ha estudiado la ciudad de las novelas de Carlos Ruiz Zafón y ha biografiado a uno de los autores barceloneses más incomprendidos de la transición: Ignacio Agustí. La Barcelona de Doria, ahora que se ha despejado la incógnita, es pretérita, pero no tanto: abarca desde los años anteriores a la Belle Époque, los del pistolerismo callejero, hasta los penúltimos estertores del franquismo. El objeto de todo es un personaje real, Antonio Villamil, cuya vida está tan llena de momentos increíbles que más de uno acusará al periodista de propasarse al dar rienda suelta a la invención. El mismo protagonista de estas andanzas lo sabía, y soñaba con pasar a la posteridad en forma de homo fictius: "Algún día encontraré a un periodista al que contarle mi vida", afirma en estas páginas. Pues bien, ya lo tiene.

La profusa documentación que se adivina tras la historia no estorba en absoluto a la lectura: la acción comienza con una fuga de la cárcel en 1918 y recorre varias décadas de peripecias amorosas nada convencionales, estafas y métodos heterodoxos de sobrevivencia. El Villamil real era un personaje fuera de lo común, inteligente, elegante, que contaba en su haber con siete esposas burladas -y, por supuesto, ricas- y un millar de estafas bancarias. Un héroe, a los ojos del lector moderno, sin duda.

Doria ha sabido retratarlo con fidelidad periodística y al mismo tiempo darle ese empaque de burlador clásico. Un don Juan mafioso. La caracterización a través de los diálogo, en que la artificiosidad del personaje se confunde con la de lo narrado, es uno sus modos de lograrlo. La narración es ágil, directa a lo esencial, aunque con cierto gusto por lo pintoresco que el lector agradece. Estamos pues ante un buen debut, que sorprederá por igual a los amantes del género negro, de las novelas de Barcelona, de los anteriores libros de Doria y de los lectores de Ruiz Zafón.