Image: Fundación Juan March, en busca de las partituras perdidas (y marginadas)

Image: Fundación Juan March, en busca de las partituras perdidas (y marginadas)

Escenarios

Fundación Juan March, en busca de las partituras perdidas (y marginadas)

La fundación analiza la vertiente musical de Proust y reivindica la composición española contemporánea en su nueva temporada

27 septiembre, 2016 02:00

El pianista Iván Martín y el Galdós Ensemble, encargados de abrir la temporada musical de la Juan March.

Más difícil todavía. Podría ser el motto de la nueva temporada de la Juan March, que arranca este miércoles con un concierto inaugural a cargo del Galdós Ensemble y el pianista Iván Martín (Bach y Mozart en atriles). Su apuesta por las partituras contemporáneas va contra una inercia cada vez más petrificada: el dominio en auditorios y teatros del repertorio clásico y romántico. El director musical de la Fundación, Miguel Ángel Marín, denuncia que ese monopolio es una "anomalía", ya que las sociedades de siglos precedentes estaban sobre todo atentas a los pentagramas de su tiempo. La tendencia, en cambio, se rompió con las experimentaciones de vanguardia del siglo XX. En los alrededor de 150 conciertos que celebrará hasta mayo se aprecia esa vocación por los autores vivos. De los 284 programados, 75 se incluyen en esa categoría. Pero llama más la atención que, de estos últimos, 40 son españoles.

Sin duda el nuevo curso paliará la sensación exclusión que padece este colectivo. "En general los compositores de hoy son una patata caliente para los programadores. Conscientes de del escaso interés del público, se preguntan dónde colocarlos para que molesten lo menos posible. Nosotros hacemos lo contrario: nos preguntamos a ver dónde los colocamos para que se entiendan más. Sólo así podrán apreciarse y la gente los incorporará a su acervo cultural. Es un esfuerzo a la largo plazo, que es con la perspectiva con que trabajamos siempre en la Juan March", explica Marín a El Cultural. "El reto es acertar al presentarlos. Es decir, crear contextos donde se integren de manera natural con compositores de otra épocas y dialoguen con ellos".

Buen ejemplo es el ciclo Chopin en España, que indaga en la huella del pianista polaco en nuestro país, más allá los tópicos idealizados de su estancia en Valldemosa. En ese ciclo, entre marzo y abril, la apreciaremos en creadores locales del presente como Josep Soler, José Luis Turina, Narcìs Bonet y Polo Vallejo. "Si un aficionado a Chopin detecta en una pieza contemporánea la influencia de éste, seguro que le va a despertar mayor interés. Esa estrategia es la que hemos seguido también en otros ciclos, como el dedicado a La serenidad: músicas para meditar y a las Habaneras", afirma Marín.

La otra gran apuesta de la Juan March es el teatro musical de cámara, un género que empezó a producir en 2014 y que apenas se cultiva en otras instituciones, donde la ópera se asocia indefectiblemente al gran formato (O "a la industria metalúrgica", que diría con sorna Boadella, muy crítico con los dispendios escenográficos de la lírica). El primer título que representaron fue Cendrillon, una obra que Pauline Viardot elaboró a imagen y semejanza de las óperas de salón que componía para sus alumnos su padre, el gran tenor Manuel García, que después de campear en el repertorio romántico consagró sus últimos años a la docencia. Una de esas piezas, Le cinesi, es la que estrenarán en enero (9, 11, 14, 15) con puesta en escena de Bárbara Lluch y dirección musical de Rubén Fernández Aguirre, también al piano.

En este terreno camerístico también se inscribe Mozart y Salieri, de Rimski-Kórsakov, que se basó en un texto dramático en el que Pushkin fabulaba sobre el enconado enfrentamiento entre ambos maestros. Un enfrentamiento que, aun desmentido por las investigaciones musicológicas, sigue grabado en el inconsciente colectivo gracias al cine: recordemos la célebre película de Milos Forman (Amadeus). Dirige desde el piano Borja Mariño. El montaje ha sido ideado por Rita Consentino. Tanto en Le cinesi como en Mozart y Salieri, el Teatro de la Zarzuela figura como coproductor.

También es marca de la casa de la Juan March el esfuerzo por revelar las conexiones entre música y otras disciplinas artísticas. Especial hincapié han hecho en cursos anteriores en asociarla con la literatura, de ahí los ciclos dedicados a Thomas Mann y Bertold Brecht. Este año el autor sujeto a la disección es Marcel Proust. "Su relación con la música no es tan obvia como la de Mann o Brecht pero en su gran obra, En busca del tiempo perdido, utiliza la música para aludir al paso del tiempo y la recuperación de la memoria, los dos elementos claves del libro", explica Marín, que también apunta un dato curioso: "Es una narración plagada de referencias musicales. El compositor más citado, con diferencia, es Wagner. Lo menciona cerca de 80 veces". Lo cual da pie a un concierto (17 de mayo) que emparenta a dos colosos que apostaron por la megalomanía creativa y reventaron todos los corsés formales. El pianista Carlos Marín y el actor Miguel Rellán desvelarán sobre el escenario su parentesco artístico.

Y para que no les digan que se pone demasiado estupenda, la Juan March compensa estas exquisiteces intelectuales con propuestas de raíz más popular. Ahí están los ciclos a los musicales de Broadway (desde el 18 marzo), al jazz de dos genios absolutos, Miles Davis y John Coltrane (desde el 5 de octubre), los grandes 'hits' de Beethoven y Schubert tocados con un fortepiano del siglo XIX (dede el 5 de noviembre)... Resulta así un menú variado y sugerente, listo para ser degustado en los próximos nueve meses.