Danis Tanovic

El director bosnio estrena Hotel Europa, donde vuelve a juntar de forma magistral el sarcasmo y la ironía con la reflexión ambiciosa sobre la historia de nuestro continente y de su propio país.

Ganador del Oscar con En tierra de nadie (2001), el director bosnio Danis Tanovic (Zenica, Bosnia-Herzegovina, 1969) ha desarrollado su trayectoria muy cerca de la tragedia que marcó a su país y su existencia, las Guerras de Yugoslavia (1991-1999), que marcaron su juventud y la vida de un país entero destrozado por la limpieza étnica emprendida por los serbios liderados por Milosevic. La guerra aparece en Triage (2009), donde cuenta la experiencia de los corresponsales en zonas bélicas, y en Cirkus Colombia (2010), en la que mostraba las fracturas del país después del fin del conflicto. Inspirándose muy libremente en un monólogo de Bernard-Henri Lévy, en Hotel Europa Tanovic vuelve a juntar de forma magistral el sarcasmo y la ironía con la reflexión ambiciosa sobre la historia de nuestro continente y del propio país.



La película sucede en un hotel en el que va a celebrarse el centenario del asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria el 28 de junio de 1914 por el bosnio Gavrilo Princip, magnicidio que desencadenó la I Guerra Mundial, y que en la película vemos como es sometido a todo tipo de manipulación política. En el filme, la gran política se combina con las "pequeñas" cuitas de los empleados del hotel, en un planteamiento tan divertido como inteligente en el que se reflexiona a fondo sobre asuntos de plena actualidad como el nacionalismo o el fascismo. Cabe decir que es muy difícil que Tanovic se ciña a la película porque parece mucho más interesado en hablar de una actualidad internacional inquietante.



Pregunta.- Quizá la conclusión es que si es tan difícil que los empleados de un hotel no acaben a bofetadas, ¿qué no pasará en la relación entre países y nacionalidades?

Respuesta.- Cómo podemos llevarnos bien es una gran pregunta. Cuando las cosas funcionan es fácil hacerlo, pero cuando no lo hacen aparecen los problemas de verdad. Tengo la impresión de que el mundo se mueve tan deprisa con los cambios tecnológicos que el problema no es abrir o cerrar fronteras sino que cada vez habrá menos gente trabajando. Un gran ejemplo es Uber, la mayor compañía de taxis, que no tiene taxis. Todo está cambiando pero hacemos ver que no. Ahí tenemos un gran problema. Primero no afrontamos el verdadero problema, y segundo, se engaña a la gente y se habla de nacionalismo cuando lo que debemos hacer es afrontar ese cambio económico y social.



P.- ¿Se impone una nostalgia por un mundo pasado que era más fácil?

R.- A todo el mundo le gustaría volver al mundo de hace veinte años cuando había trabajo para todos, pero ese mundo ya no existe. Tenemos que crecer. Cada generación debe crecer y entender que se tiene que enfrentar a los problemas nuevos. Glorificar el pasado no sirve de nada. Y eso surge porque hay políticos como Hillary Clinton que hacen ver que quieren cambiar las cosas pero en realidad están defendiendo que todo siga como está. Esos políticos, que no son ni de izquierdas ni de derechas y no dicen nada, no tienen futuro. A mí no me sorprende la victoria de Trump. En mi país hay cientos de Trumps, pero una vez que has vivido el odio y la guerra, que ocurran esas cosas no es tan fácil. Los bosnios sabemos que el sistema es frágil, algo de lo que mucha gente en Occidente no parece darse cuenta.



P.-¿No hemos digerido bien la globalización?

R.- Cuando se plantea que haya gente distinta viviendo junta no se ha puesto en valor que no es fácil, se ha intentado disimular esa dificultad y ha sido peor. No es fácil y ni siquiera normal. Somos humanos. Nos gustan las murallas y sentirnos protegidas por nuestra tribu. Nunca podemos olvidar esto, aunque debemos luchar con todas nuestras fuerzas contra ello. De todos modos, insisto, las murallas no arreglarán las cosas porque el problema es otro. A mí no me importaría Trump, pero da miedo porque Estados Unidos es el país más poderoso del mundo.







P.-¿Cómo valora el papel de Estados Unidos en las Guerras Yugoslavas?

R.- Los americanos llegaron tarde. Si los americanos realmente hubieran querido proteger a Bosnia hubieran actuado mucho antes. Si hubieran actuado en el primer momento, Milosevic jamás se habría atrevido a llegar tan lejos. Al final los americanos hicieron lo correcto, pero ojalá lo hubieran hecho cuatro años antes. Nos hubiéramos ahorrado muchos muertos. Ahora mismo tenemos un país que sigue lleno de armas y es un desastre. La Yugoslavia de Tito tuvo una importancia que no le correspondía. Un país de 16 millones de personas cuyo líder era considerado el líder de los países no alineados. Creo que, en parte, Occidente estuvo muy contento al principio de ver cómo se desmoronaba. En los Balcanes sigue habiendo muchos políticos que propagan un discurso del odio. En realidad, si Occidente quisiera cortarle las alas, lo tendría muy fácil, bastaría con confiscar sus cuentas corrientes.



P.-¿Cómo es la Bosnia de después de la guerra?

R.- Vosotros aun vivís en un país bonito en el que la gente trabaja. Nosotros vivimos en una esquina viendo el mundo pasar. En mi país no hay civilización, todo es orgullo y nacionalismo. Si una sociedad va al miedo, está perdida. El asunto es que nunca estaremos de acuerdo sobre nuestra historia y quiénes somos, pero aun es peor cuando no podemos gestionar esas diferencias de una manera civilizada. Cuando era joven era muy revolucionario, ahora mismo soy muy "evolucionario". Debemos aprender de las lecciones del pasado y está claro que la violencia no sirve para nada.



P.-¿Por qué le gusta tanto meter comedia en películas que hablan de temas tan "grandes"?

R.- Creo que una buena dosis de humor ayuda, especialmente el humor autoinflingido. En Bosnia nos gusta mucho reírnos de nosotros mismos, y eso es muy sano. Hay gente como la policía, que está obligada a ser seria, pero los artistas deben tener dosis de humor. Aunque quizá soy yo, es como veo el mundo.



P.- Se cita en el filme a Susan Sontag y su frase: "los Balcanes están en el origen de muchos de los conflictos de Europa". ¿Por qué es así?

R.- En parte tiene que ver con nuestra geografía. Estamos en Europa pero no del todo, somos un poco el "salvaje Este", igual que hubo el "salvaje Oeste". Siempre le digo a la gente que hacer carreteras en Bosnia es una obra cultural porque es una forma de conectar a la gente. Vivimos rodeados de montañas y la gente de un lado u otro tienen diferentes climas y culturas. En Bosnia vas a la playa y después te vas a esquiar, y eso es un viaje de tres horas. La manera de pensar es muy distinta según la zona donde estés. Eso ha creado una sociedad muy atomizada y que se pelea fácilmente.



P.-¿Los bosnios lo tendrían más difícil ahora por el hecho de ser musulmanes?

R.- Primero, no creo que sucediera una guerra ahora. En ese momento podías ver que estaba llegando la guerra, ahora no. La Guerra de Bosnia fue la primera cubierta por la televisión y los fotógrafos, y eso es lo que provocó la intervención internacional. Con las cámaras de los teléfonos todo pasa delante de nuestros ojos, y los serbios no se hubieran atrevido a llegar tan lejos.



P.-¿Y cómo es la relación entre cristianos y musulmanes en Bosnia?

R.- Son todos bosnios. Esa división de serbios ortodoxos, croatas católicos y bosnios musulmanes no es cierta. Bosnia ya fue un país mucho antes de que Serbia existiera.



P.- En un momento del filme se dice que Putin es el nuevo Milosevic...

R.- Eso es muy de Bernard-Henri Lévy. No voy a defender a Rusia, pero hay muchas cosas que no puedo defender de Europa Occidental. No les gustaba el presidente de Ucrania y pagaron una revolución en su contra. Los rusos tienen miedo porque están rodeados de misiles americanos por toda Europa. En cualquier caso, está claro que con Putin en un lado y Trump en el otro vamos mal, por eso es importante ser fuerte. Imagina que a los americanos les sucediera lo mismo. El problema es que si no lees periódicos estás desinformado y si los lees, estás malinformado. Es un momento complicado.



@juansarda