Velho do restelo de Manoel de Oliveira

La cita es casi ineludible. Hoy arranca el 11 Festival de Cine Europeo de Sevilla con una programación capaz de ofrecer lo más premiado y memorable del cine europeo reciente. Resnais, Oliviera, Costa, Leigh, Bonello... y una larga lista del cine español más revulsivo.

Parafraseando al más mítico de los programadores de cine, Henri Langlois, el director del Festival de Cine de Sevilla (SEFF), José Luis Cienfuegos, al frente de su tercera edición en el certamen de cine europeo, sostiene que "como la alta costura, si una programación está bien hecha, no se notan los pespuntes". El escrutinio de las 225 películas que se proyectarán del 7 al 15 de noviembre en la capital andaluza nos permite al menos señalar que el traje confeccionado luce vistoso y confortable. Y eso que el cine europeo -ese ente casi abstracto y polifórmico- siempre ha sido difícil de meter en cintura, pues aglutina todos los colores, texturas, tallas, presupuestos y estilos.



Añade Cienfuegos que su intención, como lo fue durante tantos años en los tiempos gloriosos del Festival de Gijón, no pasa por articular "un contenedor de películas, sino porque éstas se encuentren cómodas y dialoguen entre sí". Solo la Sección Oficial daría para una celebración de cinefilia, como nos invita a hacerlo el desaparecido Alain Resnais con su última película, Amar, beber y cantar. Otros galos ilustres le acompañan a competición: el poeta Eugene Green con La Sapienza, el antropomorfismo mágico de Pascale Ferran con Bird People o el retrato que pinta Bertrand Bonello de los demonios de Yves Saint Laurent. Más académico, reforzado por la interpretación de Timothy Spall (premiado en Cannes), es el biopic de William Turner que nos ofrece Mike Leigh, mientras que el cine italiano, que se resiste al olvido, se reivindica en obras de calado como La Meraviglie, de Alice Rohrwatcher, Hungry Hearts, de Saverio Costenzo, y la oscura memoria infantil de Asia Argento en Misunderstood.



La palabra precisa y la imagen exacta las traerán los lusos Manoel de Oliveira (O Velho do Restelo) y Pedro Costa, quien sigue rastreando las vidas lisboetas de Fontainhas en Cavalo Dinheiro, mientras que el ruso Andrey Zvyaginstev, último eslabón de Tarkovsky, compite con la enorme Leviathan (Mejor Guion en Cannes). Los países nórdicos y centroeuropeos tienen en Roy Anderson un referente (León de Oro de Venecia con A Pigeon Sat on a Branch Reflecting on Existence), bien flanqueados por Jessica Hausner (el rigor romántico de Amor Fou) y Ruben Östlund (la trágica Turist). Y gracias a las piruetas de la coproducción, el apetito por el cine americano indie lo saciarán los últimos filmes de los hermanos Safdie (Heaven Knows What) y del siempre controvertido Larry Clark (The Smell of Us).



Resistencias españolas

Amar, beber y cantar de Alan Resnais

En el diálogo políglota del certamen hay por supuesto voz para el cine español, con el que Sevilla mantiene un compromiso casi militante. Inaugura la cita el thriller de Gómez Pereira La ignorancia de la sangre, y compite Sergio Pérez con El camino más largo para volver a casa. En la sección "Nuevas Olas" la cuota es alta: Pere Vila i Barceló (La fosa), Ion de Sosa (Sueñan los androides), Ángel Santos (Las altas presiones), Ramón Lluis Blande (Equí y n'otru tiempo), Marcos Martínez (ReMine, el último movimiento obrero) o Pablo Llorca (País de todo a 100), quien también participa con El gran salto adelante en la sección "Resistencias", aglutinador del cine más combativo de nuestro país. Aunque, hablando de resistencias, solo las piezas documentales de Sergei Loznitza (Maidan, sobre la revolución ucraniana) y Frederick Wiseman (National Gallery), junto a la brutal Syria Self-Portrait, bien valen el viaje.